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Las claves

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CONOCER CADA EDAD

Cada niño es un mundo en sí mismo; no obstante hay una serie de patrones comunes de comportamiento que dependen mucho de la edad del pequeño y por ello le insistiré en los capítulos siguientes cómo abordar su forma de tratarlos durante la sesión fotográfica. Hay edades cuando podrá convencerlos fácilmente para seguir sus instrucciones, mientras que en otras el niño deseará imponer sus condiciones y tendrá que negociar con él.

En general, procure que el niño llegue relajado a su estudio y se mantenga así la mayor parte de la sesión. Para ello es fundamental que los padres no creen demasiadas expectativas al pequeño sobre la sesión en las conversaciones previas; más vale que bromeen con él sobre el estudio o el fotógrafo y le cuenten de forma divertida cómo le hicieron fotos a los padres cuando eran pequeños, a que lo atosiguen con indicaciones absurdas sobre cómo tiene que comportarse y lo que se espera de él.

Un buen fotógrafo de niños es una equilibrada combinación de madre, padre, sicólogo, compañero de juegos… ¡y por supuesto experto en fotografía! No obstante, de nada le servirán sus amplios conocimientos de fotografía si no logra calmar una rabieta o proponerle un juego que le entusiasme. Para ello es fundamental que conozca las peculiaridades de cada edad, sus problemas más habituales y cómo enfrentarse a ellos con éxito. Nunca pierda la oportunidad de aprender de los niños, incluso cuando no está fotografiándolos y, simplemente, se encuentra visitando a una pareja de amigos con niños pequeños. Pepa Valero reconoce que “el día a día me ha hecho conocer al niño y saber las peculiaridades de cada edad. Es curioso que hay veces que estoy en la playa y oigo una rabieta detrás de mí y digo ‘un niño de dos años’, escucho a otro y calculo un año y medio…¡Y no fallo!, ¡los tengo cronometrados! Me los conozco al dedillo”.

Mientras más domine sus peculiaridades y haya interactuado previamente con niños de todas las edades, con mayor facilidad logrará que fluya la sesión fotográfica sin problemas. Quizás por ello, tantos fotógrafos de niños consideran que han empezado realmente a saber cómo fotografiar a los pequeños cuando han tenido sus propios hijos y han debido afrontar las peculiaridades y problemáticas del desarrollo del niño en cada edad. Pepa Valero considera que “no es fundamental tener hijos para entenderlos, al igual que hay excelentes profesores que no los tienen, pero es natural que a raíz de ser padre o madre tu forma de trabajo cambia”.

Manuel González opina que “bajo mi criterio, el ser papá de dos crías maravillosas, Natalia de 12 años y María de 10 años, pienso que no me ha cambiado mi forma de trabajar con críos, Eso sí, he de decir que esa combinación de la que hablabais arriba de madre, padre, psicólogo, compañeros de juego, quizás me haga tener otra visión a la hora de abordar una sesión infantil. Pero lo que si tengo clarísimo que a quien no le gusten los críos y tenga esa paciencia, con toda probabilidad le cueste más abordar las sesiones. La paciencia y dejar fluir la sesión son primordiales para que el crío se encuentre cómodo en el espacio extraño en el que está. Por regla general seguir esta forma de actuar me lleva a conseguir una sesión con éxito”.


Conocer cada edad y sus peculiaridades físicas y sicológicas es fundamental para iniciarse en la fotografía de niños. Entre los 6 meses y el año los bebés se llevan todo a la boca, pues para ellos es otra manera de explorar el mundo. Además le están saliendo los dientes y le molestan las encías, de modo que suelen intentar mitigarlo masticando lo que encuentran a su alrededor. El fotógrafo Manuel González conoce perfectamente este período y tiene varios peluches que pueden dar juego a imágenes divertidas cuando el niño empiece a explorarlos y morderlos. También sabe que no pueden quedarse erguidos al sentarse, por lo que coloca al niño en un cesto de tamaño reducido que le ayude a mantenerse sentado sin caerse.

Canon 5D Mark III, Canon 24-70 mm f/2,8 @ 38 mm, ISO 100, f/22, 1/60 s.

NARRAR SUS HISTORIAS, INCENTIVARLAS MEDIANTE EL JUEGO Y LA MÚSICA

Ofrézcale espacio y tiempo para que le sorprenda, haga que el niño se sienta libre en su presencia, de forma que no coarte su imaginación… déjele que se sienta un poco ‘salvaje’ y vea la sesión como un juego más. No conozco niños que no deseen jugar… de modo que esa tiene que ser su arma secreta: el juego. Cuando el niño se concentra en un juego, su mente se focaliza en él y ya no está preocupado por el fotógrafo o por el entorno del estudio. Por ejemplo: indíquele que se prepare para salir corriendo o que suelte su cometa cuando usted cuente hasta tres. Pídale que imite las toses de su padre o los ladridos de su perro…

Alba Soler considera que “la situación óptima es de juego controlado. En mi forma de disparar no propicio situaciones donde el niño vaya corriendo o se mueva rápido. Soy más de posado aunque sean muy pequeños. Siempre es una situación controlada, sí que les doy juguetes, una pelota, cosas con las que jugar… pero les pido que la encesten en algún punto, si tienen que coger una flor… debe ser esa flor en concreto. Estoy preparada por si se mueven pero intento no propiciar que corran o se muevan del sitio donde deseo, porque he elegido ese sitio con esa luz, ese encuadre, esas características… Es más fácil sentarlo y, por ejemplo, darle un camión para que lo llenen de piñas, así mientras lo llenan el niño no se moverá de allí”.

Pepa Valero sugiere usar la música para que el niño pierda el miedo al estudio: “A mí me funciona mucho el cantar, ¡y mira que canto mal!, o simplemente ponerle algo de música. Hay veces que canto muy flojito y entonces, si logro mantener callados a los papás porque siempre se eleva mucho la voz en el estudio, el niño empieza a perder los miedos y a querer acompañarme cantando o bailando. Otra cosa que funciona también muy bien, con niños de dos años que suelen ser muy rebeldes, es la compañía de un hermano o primo mayor, porque lo que haga el mayor lo imitará también el pequeñajo. Si no quiere hacerse fotos, empiezo tomándole fotografías al primo o al hermano; inmediatamente tengo ya al pequeño que quiere que se las haga a él.

EMPATÍA Y ASTUCIA

Un niño de corta edad es mucho más espontáneo e inocente que un adulto, lo que en muchos casos facilita la interacción con ellos. No son tan conscientes de sí mismos ni capaces de avergonzarse y retraerse. Lo que sienten lo expresan directamente en su cara y gestos, permitiendo al fotógrafo atento lograr imágenes de gran intensidad emocional. Sus reacciones son más fáciles de prever pues responden de forma más regular a los estímulos, al no estar tan influidos por la racionalidad que domina los comportamientos adultos.

Pero también la interacción puede ser mucho más compleja, porque no son capaces de comunicar verbalmente todo lo que sienten. Tienen desconfianza y miedo; ante nuevas situaciones sus reacciones pueden desbordarle y empezar a llorar o gritar. Entre las claves para conseguir sesiones fotográficas agradables para el niño, la familia y el fotógrafo posiblemente las dos más importantes sean: empatía y astucia. La empatía, el situarse en la cabeza y sentimientos del niño, le ayudarán a anticipar sus miedos, analizar sus actitudes y comprender sus acciones. De ese modo conseguirá reunir mucha información que le posibilitará diseñar un entorno inicial satisfactorio para el niño, así como poder reaccionar a los problemas que surjan durante la sesión.

Cierre los ojos e intente imaginarse dentro de la mente de un niño de dos o tres años. Acaba de comenzar a ir a la guardería, lo que le ha costado varias rabietas pero, más o menos, se ha empezado a acostumbrar a los vivos colores, al ambiente de juego y los amigos que empieza a hacer. Ahora su madre le ha dicho que van a ir a casa del fotógrafo para que le haga unas fotos. Entra en un lugar extraño y oscuro, donde la única zona donde hay luz está sin ningún mueble y con un suelo muy raro de color blanco, sin esquinas. Está empezando a aprender a bajar las escaleras por sí solo, a controlar el miedo al vacío, pero de pronto le depositan en una superficie sin texturas y que parece que puede hundirse en cualquier momento. ¿Cómo cree usted que reaccionaría? Es bastante probable que entrara en una situación de pánico y deseara que sus padres lo sacaran fuera de allí cuanto antes.

Cuando la madre o el padre llevan a su hijo al estudio de un fotógrafo, que desde luego es lo menos parecido a su hogar o a la guardería, deben esperar que al niño tarde un cierto tiempo en acostumbrarse al lugar y al fotógrafo. Aunque le daremos una serie de consejos para conseguir un entorno agradable para esa primera experiencia, considere fundamentalmente que es el momento de la empatía con el niño, de ponerse en su lugar y ofrecerle todo el cariño que demanda. Una vez superada la fase de aclimatamiento, puede encontrarse con un niño sociable, simpático y encantado de seguir sus indicaciones.

Para Pepa Valero “también es muy importante que únicamente una persona le hable al niño, que solo una esté a su nivel. Si el niño está a tres metros, debe haber otra persona que conozca (su madre o padre habitualmente) que se encuentre de treinta a cincuenta centímetros de él, mientras que mi ayudante también se suele quedar cerca jugando con él. Tanto en el estudio como en exteriores, si al niño se le deja solo y a tres metros, frente a él, se encuentra el fotógrafo, sus padres y todas las demás personas, su reacción inmediata es pensar ‘Yo también me voy. ¿A mí por qué me habéis dejado solo aquí? ¿Qué juego hay aquí, si estoy yo sólo y vosotros lejos?’ y deseará buscar la compañía y acercarse a donde están todos”.

Manuel González indica cómo “dependiendo del temperamento o personalidad las indicaciones al crío las hará la mamá o el papá o yo mismo; pero nunca le vamos a dar esas indicaciones u órdenes tres personas, porque así el niño se aturulla y no sabrá a quien hacer caso. En críos más introvertidos, por regla general, esas órdenes serán realizadas por el papá o la mamá, lógicamente bajo mi guión, a diferencia de críos extrovertidos con los que esas peticiones las daré yo. Siempre comento que esa psicología debe tenerla un fotógrafo infantil y captar rápidamente la personalidad del crio actuando en consecuencia para el buen desarrollo de la sesión”.


Para que se acostumbre al espacio del estudio, un niño de corta edad requiere de un periodo de aclimatamiento donde la madre o el padre se encuentren muy cerca de él. Manuel González le pidió a la madre que sostuviera la bufanda mediante un hilo transparente, mientras se mantenía próxima al pequeño. Fíjese en el gesto tan expresivo y tranquilo del niño, ¡no siempre tiene que captar una sonrisa para conseguir una buena fotografía!

Canon 5D Mark III, Canon 85 mm f/1,2, ISO 125, f/4,5, 1/200 s.

Si el niño empieza a tener una actitud poco cooperativa, es el momento de comenzar a usar toda su astucia y cartera de trucos para distraerlo, de modo que la mente del pequeño se dirija hacia algo fuera de la experiencia de la sesión. Unas figuras de colores, un muñeco de peluche o, simplemente, usted imitando el ladrido de un perro pueden bastar para conseguir fijar su atención y activar su imaginación, de forma que olvide el lugar donde se encuentra.

Ofrézcale algunas recompensas; Pepa Valero asegura que según su experiencia “no hay nada que una chocolatina no pueda conseguir…” También nuestros tres fotógrafos suelen usar otro truco basado en la sicología inversa: “cuando desee que el niño haga algo, indíquele justo lo contrario… Si quiere que se suba a la silla, dígale que no se suba y espere a su reacción. Lo más probable es que en unos segundos intente subirse a ella”.

CONSTRUYENDO UNA RELACIÓN LARGA Y PERIÓDICA

A medida que vaya teniendo mayor soltura fotografiando niños, logrará que ellos le aprecien y consideren sus encuentros como una experiencia divertida y entretenida con la que disfrutarán. Al establecer un vínculo con el pequeño logrará que al niño le apetezca volver a tener una sesión de fotografías, ya sea en estudio o en exteriores.

Desde un punto de vista comercial le interesa empezar a construir esa relación con los padres cuanto antes, por lo que muchos fotógrafos realizan ofertas especiales para sesiones de embarazadas o de ellas con sus parejas. Si logra captar las bellas curvas de su cuerpo o la chispa de amor entre ellos durante el embarazo, muy probablemente conseguirá, en breve, una reserva de sesión para cuando llegue el bebé. En el capítulo dedicado a la promoción de su estudio le aconsejaré algunas campañas que puede planificar para las distintas edades, de manera que logre la fidelización de sus clientes.

“Evidentemente –indica Alba Soler– el momento estrella es cuando nacen y todo su primer año. Después me piden mucho inmortalizar el primer cumpleaños, bien en exterior o en estudio, dado que es un periodo muy especial para los padres, porque ven cómo el niño empieza a andar y a hablar. Posteriormente también se solicita todo lo que es 2 o 3 años porque los padres empiezan a darse cuenta de que el niño va creciendo y dejando de ser bebé. A continuación hay un rango de edad bastante vacío hasta la Primera Comunión. Ese es uno de los períodos que a mí, personalmente, más me gustan; sin embargo los padres no lo acaban de valorar, tampoco saben qué momento es mejor, porque realmente da lo mismo con 4, que con 5, 6 o 7 años. En el fondo se les considera a todos niños de edad media y el pensamiento de la mayoría de la gente es: ‘Si no es este año cuando le lleve a una sesión fotográfica, será el que viene’ pero van dejando pasar los años y llega la Comunión sin que la hayan realizado”.


Para algunas tomas, es necesaria la calma total del niño para conseguir los resultados que hemos imaginado, son tomas que requieren algo más de tiempo y un poco de paciencia por parte del modelo. Lo primero es que esté lo más cómodo posible, que no le duela nada, que no le pique nada… y si hay algo que pueda ser incómodo y no podemos evitar, intentar darnos prisa. En esta fotografía, tiene una pieza de tela cubriendo toda la espalda para que su piel no esté en contacto directo con la tierra. Y para conseguir su participación Alba recurre a la colaboración del niño en la “obra de arte” que están creando juntos. Explicándole cada detalle de la imagen, cómo va a acabar siendo, cómo se va a realizar y qué tiene que hacer el niño. De esta forma se implican en la toma y hasta corren a ver en el visor cómo ha quedado! La iluminación proviene de un flash Profoto modelo B1 Con un accesorio tipo reflector de belleza (Beauty Dish) situado a la derecha, con las sombras suavizadas por la luz natural que había en la escena.

Canon 5D Mark II, Canon 50 mm f/1,2, ISO 200, f/5,6, 1/200 s.

A lo largo de los primeros años de vida de los niños hay muchos momentos mágicos que puede plantear a los padres y captar con su cámara fotográfica. Algunos tienen gran relevancia para los padres y casi siempre serán ellos los que le busquen a usted, como el bebé recién nacido o la Primera Comunión en las familias católicas. Sin embargo, si desea hacer crecer su negocio fotográfico, o simplemente es un papá o mamá con deseo de mejorar sus fotografías, explore también las historias que le pueden aportar los niños y niñas en cada edad: cuando empiezan a andar, su primer pastel de cumpleaños, jugando a merendar con sus muñecas, sus escondites favoritos, conquistando rincones del bosque con su tirachinas y bandera, buscando sus flores preferidas….

Este libro condensa la gran experiencia de tres estudios fotográficos especializados en la fotografía de niños y todas sus páginas están cargadas de información útil. No obstante, dependiendo de sus conocimientos y experiencia, le aconsejo que lea este libro de dos formas diferentes. Si es profesional de la fotografía o cuenta con una cierta formación y experiencia, puede comenzar a leer a partir del capítulo 5 donde se empiezan a analizar las peculiaridades de fotografiar a niños en distintas edades, para continuar después con los capítulos dedicados a postproducción, gestión y promoción del estudio. En caso de que usted sea una madre o padre aficionado avanzado a la fotografía, le invito a leer antes los capítulos 2, 3 y 4 donde se describen los equipos más recomendables, así como técnicas básicas para construir mejor sus reportajes y conseguir imágenes bien compuestas e iluminadas.

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