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El hambre en Madrid
Оглавление1811 y 1812 fueron los años en los que se produjo una horrible hambruna en Madrid. Empezó en septiembre de 1811 y alcanzó su punto más álgido en el verano de 1812. A consecuencia del hambre murieron más de 25 000 personas en la ciudad, que entonces debía contar con una población de 175 000 habitantes aproximadamente.
En el momento en que Goya grababa en Madrid las primeras planchas de la serie, la población de la ciudad crecía cada vez más. Muchas víctimas de los saqueos, los incendios y la violencia habían llegado a Madrid buscando refugio. En 1812 la capital se vio en una situación límite al no poder ya alimentar a toda la población. La dificultad de conseguir alimentos y la exorbitante subida de los precios originaron una enorme carestía. El hambre estaba al orden del día y junto con ella llegaron las epidemias, las enfermedades y la muerte. La mujer del pintor, Josefa Bayeu murió también en el mes de junio de ese año.
El hambre de Madrid constituye, como queda dicho, el tema central de la segunda parte de Los desastres (grabados 48-64). En ellos, Goya nos muestra escenas en las que la gente literalmente está muriendo de hambre (50, 52, 53, 57, 59), escenas de amontonamiento de cadáveres en las calles (60, 62, 63), imágenes de cadáveres que están siendo transportados al cementerio (56, 64), escenas de mendicidad (siete grabados: 48, 49, 51, 54, 55, 58, 61). Algunas láminas son intensamente conmovedoras. Por ejemplo, la que lleva el número 50, “Madre infeliz!” (figura 15), en la que tres hombres llevan en brazos el cadáver de una mujer mientras su hijita se queda atrás llorando, es de un patetismo impresionante. De forma magistral Goya relaciona las figuras de la composición a través de las miradas de los tres hombres, que nos llevan desde la bella cabeza de la joven madre hasta el descorazonador llanto de su hija.
Igualmente, es estremecedora la lámina nro. 64, “Carretadas al cementerio” (figura 16). Evidentemente, el término “carretadas” no solo ha de entenderse literalmente como “cargas en un carro”, sino que además encierra la idea de “en grandes cantidades”, refiriéndose al gran número de cadáveres que habían de recogerse por las calles de Madrid para ser llevados al cementerio.
Figura 15
Francisco de Goya, “Madre infeliz!”, lámina nro. 50 de la serie Los desastres de la Guerra, Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, Madrid, 1863
Fuente: The New York Public Library (Nueva York, EE. UU.).
Figura 16
Francisco de Goya, “Carretadas al cementerio”, lámina nro. 38 de la serie Los desastres de la Guerra, Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, Madrid, 1863
Fuente: The New York Public Library (Nueva York, EE. UU.).
En tres de los grabados de este grupo se expresa además una crítica contra la falta de solidaridad de los pudientes para con sus conciudadanos hambrientos y miserables. Un ejemplo claro de ello es la estampa nro. 61, “Si son de otro linaje” (figura 17). El hambre no afecta por igual a todos: por un lado, hay víctimas muriéndose de hambre y, por el otro, privilegiados que por su posición no sufren penurias. Indudablemente, el epígrafe está cargado de ácida ironía. Parece como si fuera lo que piensan o dicen los del grupo de personas bien alimentadas y bien vestidas que aparece a la derecha del espectador, para quitar importancia al sufrimiento ajeno.
Figura 17
Francisco de Goya, “Si son de otro linaje”, lámina nro. 61 de la serie Los desastres de la Guerra, Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, Madrid, 1863
Fuente: The New York Public Library (Nueva York, EE. UU.).
El año 1812 fue —aparte del periodo más agudo del hambre en Madrid— también un año en el que tuvieron lugar acontecimientos de gran importancia para España. En primer lugar, fue un año significativo porque en él se elaboró la primera Constitución española, lo cual fue obra de grupos liberales que formaban parte de la resistencia a la ocupación de España por Napoleón. Es la llamada Constitución de Cádiz. Cádiz fue una ciudad que los franceses no llegaron a ocupar nunca y donde estaba el parlamento español (las Cortes de Cádiz), instituido por las fuerzas de la resistencia a finales de 1810. Según la Constitución de Cádiz, proclamada el 19 de marzo de 1812, “la soberanía residía en la nación y no en el rey”; lo cual significaba, pues, la abolición del absolutismo. Además, suprimía la Inquisición y abolía los derechos feudales, al mismo tiempo que eliminaba las disposiciones que limitaban el comercio y la industria. Igualmente, determinaba la secularización de los bienes pertenecientes a la Iglesia. Así, la Constitución de Cádiz rompía completamente con la vieja sociedad feudal y España se alineaba de esta manera entre los estados europeos occidentales modernos.14
En segundo lugar, 1812 resultó un año decisivo para la evolución de la guerra: fue entonces cuando las tropas inglesas, al mando de Wellington, iniciaron su avance desde la frontera portuguesa (cerca de Ciudad Rodrigo) al encuentro de las tropas francesas, que se encontraban en ese momento ya muy agotadas y desmoralizadas a causa de las acciones de las guerrillas en España. El 22 de julio de 1812 tuvo lugar la batalla de los Arapiles, cerca de Salamanca, que supuso una gran derrota para los franceses.
Para seguir con la evolución de la guerra, es digno de mención el hecho de que desde 1813 Napoleón empezó a retirar las tropas de España, por necesitarlas para la campaña de Rusia. Tras las batallas de Vitoria y San Marcial, en el verano de 1813, las tropas francesas se concentraron en la parte norte de los Pirineos. Y a principios de 1814 los ejércitos franceses se habían retirado completamente de España.15 Después de la derrota de los franceses, en el tratado de Valençay (diciembre de 1813) se anuló la doble abdicación del trono español que Fernando y su padre Carlos habían hecho ante Napoleón, en Bayona, en 1808. Fernando regresa a España y, una vez en Madrid, lo primero que hace es —el 11 de mayo de 1814— promulgar un decreto por el que declaraba nula toda la legislación de las Cortes de Cádiz. Apoyándose en la Iglesia y otras fuerzas conservadoras abolió la Constitución de 1812 y restableció el absolutismo y la Inquisición.