Читать книгу Alitas quebradas, bracitos rotos - María Eugenia Chagra - Страница 14

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¿La tía Marta? ¿Por qué será que la evoco primero? Ojalá la hubiera tenido más cerca, me gustaba, era de las pocas que me agradaban, risa fácil y caderas bamboleantes que llamaban a los hombres. La criticaban porque no escuchaba a nadie y hacía su propio camino marcadamente diferente al del resto de las mujeres de la casa. Dueña de una figura que le hubiera facilitado tener a quien quisiera para que se ocupara de ella, no lo permitía, se distinguía de las demás al ganarse el pan de cada día saliendo a trabajar afuera, creo que en alguna oficina. Aportaba a la olla de todos, con lo cual tenía ciertos derechos ganados y varias bocas cerradas.

Ahora que lo pienso de este modo me pregunto qué hacía la tía Marta en residencia tan extraña, ella que sabía hacia dónde iba o por lo menos lo simulaba, que poco hablaba con todos y casi no les llevaba el apunte, ¿a qué quedarse en un lugar como este del cual yo, de haber podido, hubiera salido escapada? Vaya uno a saber. Creo que a pesar de todo su figura era para mí el símbolo de la libertad. Sí, debe ser por eso mismo que la evoco.

Qué lindo, mi tía Marta representaba el qué me importa, digan lo que digan mientras yo hago lo que quiero sin que logren detenerme.

Mas parece que no siempre fue así, a veces se me confunde su imagen tan fuerte y vital con un recuerdo confuso de ella entre los brazos del tío Luis llorando amargamente, mientras la tía Emma preparaba en la cocina no sé qué menjunje con tilo y manzanilla o con valeriana, ¿puede ser?

En caso de nerviosismo o falta de sueño, probar con una cucharadita de té de tilo en una taza de agua hirviendo, dejar asentar bien antes de beber, si aprovecha, se recomienda agregar manzanilla para aumentar el efecto y aflojar la tensión del estómago eliminando flatulencia, si no se logra el resultado anhelado, aumentar la dosis hasta en tres o cinco veces.

Si aún así no se alcanza un estado de tranquilidad, probar con unas gotitas de valeriana, pero esta deberá ser recetada por médico o farmacéutico.

Escuché varias versiones sobre lo acontecido, pero ¿cuál sería la más cercana a la realidad?, la que contaban los envidiosos apuntando que se marchó porque aquí no le iba bien, la de los aspaventosos que especulaban con su muerte, o la de los que simplemente comentaban que se marchó porque le vinieron las ganas. En fin, todo esto se murmuraba tiempo después de que Marta se fue… o, debiera decir, desapareció…

Alitas quebradas, bracitos rotos

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