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DESIGUALES

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El cuadrado era demasiado inflexible en sus apreciaciones. Los demás opinaban que era muy agudo, un poco cuadriculado. Sus pares no, ellos defendían la postura de él. Todos habían sido educados con el convencimiento de la superioridad que les daba su naturaleza. El cuadrado pensaba que sostener una postura inflexible era lo que más lo definía, le daba carácter, y se sentía orgulloso por ello.

No obstante, las confrontaciones y disputas siempre fueron inagotables cuando se encontraba con círculo. A él todo le generaba otra interpretación. Las cosas para él nunca eran rígidas, ni inamovibles. Sus argumentos siempre fueron fluidos, flexibles y continuos. Se respetaban, pero no se soportaban. Cuando estaban juntos había algo que no cuadraba; la energía no circulaba. Definitivamente eran diferentes.

Era incómodo encontrarse con ellos al mismo tiempo porque siempre surgía una discusión. Nunca iban a tener un punto de encaje. Sin embargo, un día, cansado ya de tantas discusiones, el triángulo, que era conciliador y muy filosófico, les animó a limar asperezas; les habló sobre la igualdad y lo absurdo de enfrascarse en discusiones interminables con posturas obstinadas.

Siendo fiel a su propia volición, tenía un propósito: romper la estructura inalterable de sus amigos. Leal a su convicción sobre la importancia de la igualdad para mantener el equilibrio, siempre predicó que la desigualdad genera vulnerabilidad.

Les invitó a realizar un experimento didáctico en el cual no se pondrían en riesgo. Él intentaría demostrar su hipótesis sobre la igualdad, no sin antes aclararles que cada individuo es único, que a cada quien le pertenecen sus pensamientos y características personales individuales, y que atesorarlos hace parte de la integridad. Pero, les aclaró, hay una esencia universal en la cual no se es mejor ni peor que nadie, se es igual en el fondo, una misma naturaleza es el origen. Eso les hacía idénticos.

Cuadrado, dado su carácter, estaba escéptico con este argumento. No le parecía apropiado que lo compararan con círculo porque sus diferencias eran irreconciliables y, si tuviera que volver a iniciarse, preferiría cualquier otra figura, menos ser un círculo.

Por su parte, a círculo le parecía divertido participar en el experimento, sobre todo porque pondrían en evidencia la errónea teoría de triángulo.

Es así como triángulo con mucho cariño, y sobre todo respeto, hizo una pequeña ruptura en las formas de cuadrado y de círculo. Los acomodó muy suavemente sobre un diván y los desplegó cuan largos eran.

Por unos instantes se quedaron expectantes. El silencio los asaltó. Para el asombro de todos, eran dos líneas idénticas. Luego de varios cruces de tensas miradas, volvieron a su forma habitual y enmudecidos, se marcharon. Nunca más volvieron a hablar sobre su apariencia.

A Dora Delfino

El Tigre del Subte

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