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ОглавлениеCuando Yo es Nosotras1, Red de Mujeres x la Cultura
Romina Bianchini2
Agradezco la oportunidad para reflexionar acerca de la situación de las mujeres en el mundo a partir de una mirada que parte del reconocimiento de nuestros derechos culturales en contextos históricos violentos y desiguales, dando a conocer el sensible y orgánico proceso de una red transgeneracional, transfronteriza, diversa y autogestiva de Mujeres x la Cultura, fundada en “tecnologías sociales” basadas en afectos, reconocimiento, confianza y en sororidad, que promueve el liderazgo de las mujeres en el sector cultural latinoamericano, desde sus realidades locales conectándolas y proyectándolas en el espacio latinoamericano.
Luego de participar activamente en numerosos espacios de formación y colaboración, locales e internacionales durante al menos una década, en octubre del 2012 nos encontrábamos en la maravillosa ciudad de Cuenca, en Ecuador (en el que aún no sabíamos sería el último Campus Euroamericano de Cooperación Cultural).3 En esa ocasión, éramos varias las mujeres de diferentes generaciones, posiciones políticas, trayectorias y regiones de América Latina que comenzamos a interpelarnos sobre la ausencia de “espacios-tiempo” para la conversación profunda, la escucha atenta y el intercambio horizontal de saberes, el quehacer cotidiano como ciudadanas creadoras y la significación de estas condiciones ante los desafíos actuales de nuestras sociedades. Percibíamos la importancia de generar un espacio para conocer y dar a conocer proyectos en los que las mujeres del campo cultural estábamos trabajando desde diferentes espacios, lenguajes y territorios ya que mayormente en el tipo de eventos en los que solíamos participar no contábamos con la posibilidad para presentarlos porque –según lo que leíamos en ese momento– cada una de nosotras asumía tareas de producción, toma de notas, redacción de relatorías e informes, de dinamización de paneles, coordinación de mesas y/o secretariado, en un ámbito androcéntrico en el cual los hombres habitualmente detentaban la hegemonía de la autoría y la autoridad.4
En esa conversación también reflexionamos acerca de la distancia que sentíamos de ciertas visiones del sector académico, de las administraciones públicas de cultura e incluso de grandes organizaciones internacionales de cooperación con respecto a las agendas y a las temáticas abordadas en seminarios, conferencias, congresos y cumbres; así como en la composición de los paneles, las metodologías, los tiempos5, preguntándonos desde nuestra labor si había un modo diferente de hacer gestión cultural desde las mujeres a partir de procesos integrales, transversales, sensibles e intuitivos.6
Así, sin más, tomando el impulso de vuelo siempre atento, como diría una gran amiga, nos activamos para armar un espacio propio, nuestra habitación propia“ (Woolf, 1929), que diese lugar a nuevos abordajes desde la perspectiva de las mujeres, que pusiese sobre la mesa temas que creímos necesario visibilizar, como la situación de las mujeres en el contexto mundial y en la gestión cultural en particular. Movilizadas por la necesidad y el deseo de construir nuestras propias narrativas, poco a poco buscamos garantizar la equidad de oportunidades para que todas pudiéramos participar en la vida cultural en tanto derecho humano (ART. 27 Declaración Universal de los Derechos Humanos 1948).
Transformar los sueños en proyectos vinculares
Entendimos que este espacio nacido en Latinoamérica tenía que estar en sintonía con los territorios locales y los contextos nacionales y mundiales; asimismo de manera colectiva acordamos diferentes ejes de trabajo: madre tierra, patrimonio y saberes ancestrales, valores, el tiempo y las temporalidades, los deseos, los mandatos, los roles, los estereotipos, la autonomía de nuestros cuerpos, ritualidades, identidades, las violencias, los feminicidios, el empoderamiento de las niñas y las mujeres, y la construcción de vínculos armoniosos para una cultura de paz, además de los relacionados con la situación de las trabajadoras en el sector cultural. La premisa fue crear estos núcleos en el marco de un programa flexible a la incorporación de otros temas y a nuevas participaciones, resultado del intercambio de experiencias, para dar una genuina oportunidad a la posibilidad, en tanto invitación abierta.
Así, a través de un proceso de gestión colaborativa y de intuitivas tecnologías sociales fundadas en la sensibilidad, a mediados del 2013 lanzamos la convocatoria para nuestro Primer Encuentro de Mujeres X la Cultura, en Chile. En él participamos mujeres diversas del sector cultural de Colombia, Argentina, Ecuador, Brasil, Bolivia, República Dominicana, México y de diferentes localidades chilenas, dispuestas a vivir el territorio, a trabajar desde los sentidos y los sentimientos.
Cada año acudimos autogestivamente a una cita que se ha repetido de manera ininterrumpida hasta la fecha (Chile 2013, México 2014, Ecuador 2015, Argentina 2016, República Dominicana 2017, México 2018, Bolivia 2019) en una localidad diferente, con el objetivo inicial de reconocernos y de conocer cultureras7 locales, conscientes de la importancia del vínculo para empatizar y resonar con sus propias vivencias, saberes y luchas, lo que nos ha permitido ampliar nuestras miradas y conocer diferentes activismos.8
Como conclusión de aquel primer encuentro, impulsamos la conformación en América Latina de la Red de Mujeres x la Cultura, una red abierta a mujeres de diferentes haceres, recorridos, latitudes, saberes, sentires, pareceres, identidades, edades y activismos, quienes desde sus lenguajes artísticos, cosmovisiones y prácticas intervienen sobre dimensiones socioculturales y se reúnen para trabajar juntas en el desarrollo de una comunidad gestada por mujeres del campo cultural. De esta manera incidimos en la generación de nuevos escenarios para reconocer y legitimar los aportes históricos y actuales de las mujeres, invisibilizados en la construcción cotidiana de nuestras sociedades.
Simone de Beauvoir afirmaba en El Segundo Sexo9 “no se nace mujer, se llega a serlo”. De este modo, a medida que fuimos madurando encuentro tras encuentro, lo hacíamos también en la red –casi sin darnos cuenta–10 en términos de politicidad11 feminista, ya que comprometidas con ser y estar en el mundo, demandamos la igualdad de oportunidades y la inserción en las agendas de cultura de una población a la que históricamente se han vulnerado sus derechos y sin embargo representa a la mitad de la población humana mundial: las mujeres.12
Por este motivo, desde el inicio nos propusimos que los encuentros contribuyeran a visibilizar el rol de las mujeres en el desarrollo cultural a través de acciones sencillas y concretas. Por ejemplo, en la contratación de servicios de transporte, alimentos y hospedaje a proveedoras mujeres, el diseño del arte por creadoras locales, los servicios de fotografía, entre otros, para reconocer económica y socialmente este trabajo, de gran relevancia para la autonomía de emprendedoras y creadoras. También procuramos espacios de exhibición de productos artísticos y culturales, así como tiempo para visitar proyectos de mujeres que se desarrollan en el territorio anfitrión.
Los encuentros contemplan una modalidad de residencia en la que participan con beca de estadía y alojamiento, integrantes internacionales activas en la red junto a invitadas nacionales e internacionales, cupo13 que se adapta cada año a la realidad del país y a las posibilidades de gestión de las anfitrionas locales. De este modo, lejos de pretender parámetros de calidad asociados al confort y las formalidades convencionales, los encuentros se desarrollan como espacios sostenibles para la convivencia, el conocimiento, la conversación, la expresión y el intercambio entre mujeres del campo cultural. Con este propósito hemos generado de forma colaborativa los sucesivos encuentros, llevamos a cabo conferencias, talleres, mesas de trabajo, conversatorios, intervenciones y performances artísticas abiertas a la comunidad local, a fin de destacar las voces, las experiencias y las creaciones de las mujeres. Por ello, cada año volvemos a encontrarnos, más allá del esfuerzo económico, el trabajo voluntario y el tiempo dedicado; porque creemos que la cualidad de este espacio enriquece no solo el aprendizaje personal y profesional, también nos fortalece como mujeres para crear nuestras propias narrativas y reconocernos como creadoras y hacedoras.
Manifiesto: Pequeña Guía de Buenas Prácticas
• Analizamos y debatimos temas que no están formando parte de la agenda cultural formal, como los derechos de las mujeres en un contexto histórico de desigualdad; el empoderamiento cultural, social, político y laboral y en especial, la sensibilización para combatir la violencia contra las mujeres. Por ejemplo, impulsamos el lanzamiento de la campaña #AlertaVioleta a través de la red en pos de que las instituciones culturales tomen posicionamiento contra la violencia de género, en donde la NaNa, Fábrica de Artes y Oficios asumió con compromiso este liderazgo.
• Recuperamos espacios y tiempos de comunicación diversos, de memoria colectiva ancestral, de buen vivir, de respeto y de entendimiento, que favorezcan el acercamiento a través del diálogo con nuestras comunidades y así fortalecer el rol de las mujeres dentro de ellas, contemplando la construcción de metodologías orgánicas (Burns y Stalker, 1961), sensibles y plurales, de gestión de procesos colectivos.
• Proponemos nuevos canales y circuitos que permitan la circulación de bienes y servicios artísticos y culturales desarrollados y/o gestionados por mujeres: cito como ejemplo el Festival Voz de Vida en Pasto, Colombia, organizado por una de las integrantes de la red, el cual ha contado con la participación y la colaboración de al menos seis gestoras culturales y artistas de la red de Ecuador, Perú, República Dominicana y Chile.
• Incidimos en la incorporación del enfoque de género en las políticas públicas de cultura con participación en las reuniones de autoridades locales14 en el marco de la Agenda 21 de la Cultura (compromiso que implica a gran parte de nuestras ciudades iberoamericanas). Asimismo, intervenimos en seminarios de gestión para polinizar acerca del enfoque de género, como en la Cumbre Mundial de IFACCA en Malta 2016, el I y II Encuentro Internacional de Gestores realizados en Bolivia 2017 y 2019, con exposiciones sobre liderazgo, políticas culturales y derechos culturales de las mujeres como un desafío para la gestión cultural.
• Presentamos las experiencias de las mujeres en el sector cultural, reconociendo y legitimando sus aportes a la construcción cotidiana de nuestras sociedades, promoviendo escenarios más inclusivos y equitativos. Así, nos propusimos interpelarnos sobre las políticas públicas de cultura que llevamos adelante para facilitar contextos que estimulen la creación, producción y difusión de imaginarios culturales. Como ejemplo, el año pasado participamos en el panel “Ahora Nosotres: artesanías, género y redes”, organizado por Mercado de Industrias Culturales de la Argentina.
• Creemos que las políticas culturales van mucho más allá de la gestión de espectáculos, nos interpelan sobre las maneras en que nuestras acciones permiten mantener o transformar el orden vigente. A 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos trabajamos por reconocerla como el mayor pacto social de la humanidad y reafirmamos nuestro compromiso por contribuir a la apropiación de los derechos culturales en tanto derechos humanos, desde la perspectiva de género que propicie un desarrollo inclusivo.
• No desistimos ante contextos donde la situación política y social parecía indicar que nuestra reunión anual no llegaría a suceder, hicimos sinergia para salir adelante y logramos encontrarnos con convicción, confianza y comprensión, porque una red es un tejido de voluntades y de almas dispuestas a la concreción de un proyecto que conlleva anhelos colectivos profundos y por lo tanto esfuerzos compartidos.
• Finalmente, articulamos con diferentes universidades y administraciones públicas de cultura latinoamericanas como coproductoras en cada uno de los encuentros para incidir en el enfoque de género de las políticas públicas a través de un trabajo de sensibilización sobre los derechos culturales de las mujeres y la necesidad de que se valore económica y socialmente el trabajo cultural como fundamento para su autonomía.
A la fecha hemos logrado generar siete Encuentros Internacionales de Mujeres x la Cultura articulando con la Secretaría de Cultura Municipal de Coquimbo, el Municipio de Andacollo (Chile, 2013); la Secretaría de Cultura de Cuernavaca, Estado de Morelos; el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (México, 2014); la Secretaría de Cultura de Quito (Ecuador, 2015); el Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina, 2016); el Ministerio de Cultura de la República Dominicana (2017)27; la Casa de la Cultura de Cancún, Estado de Quintana Roo (México, 2018) y el Centro de la Cultura Plurinacional de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia, 2019), entre otras reconocidas organizaciones e instituciones académicas.
La Trama
Por otra parte y casi en paralelo a las instancias internacionales, vimos la necesidad de generar espacios para la conversación local. Así a partir del 2014 impulsamos siete encuentros Féminas en Argentina, México y España, co-organizados por integrantes de la red en ciudades de estos tres países (Buenos Aires 2014, Córdoba 2015, Buenos Aires 2015, Girona 2017, Buenos Aires 2018, Ciudad de México 2018 y 2019), lo cual permite tomar acciones concretas vinculadas a las realidades de cada territorio.
La realidad en cuanto a la situación de la mujer en Argentina y en el mundo, nos encontró como red en estado de alerta y a partir15 de esa ocasión la violencia de género comenzó a ser un eje transversal en nuestros encuentros y continúa siendo relevante hasta el día de hoy. La proliferación de la figura del femicidio, el aumento de casos y las múltiples formas de violencias destacó la urgencia de reflexionar para deconstruir las cuestiones culturales y estructurales que esta pandemia mundial encierra, que ha de encontrarnos juntas y activas si pretendemos una transformación cultural, un cambio a este sistema patriarcal que como red de mujeres del sector cultural consideramos prioritario abordar.
En Buenos Aires, nos vinculamos con compañeras que desarrollan proyectos territoriales con mujeres en situación de vulnerabilidad, como por ejemplo el Centro de Integración Frida, la organización No tan distintas y el Proyecto 7, que trabajan con mujeres trans en situación de calle; generamos aportes para el proyecto de Ley Federal de Culturas; realizamos talleres de arteterapia para mujeres víctimas de la violencia de género en el hogar Nuestro Sol de Lanús Oeste, provincia de Buenos Aires; pintamos murales participativos junto a mujeres de la Biblioteca Popular del Barrio Ejército de Los Andes; organizamos un conversatorio con referentes del movimiento #NiUnaMenos, y armamos #AquelarreXelSi, en apoyo a la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito donde bordamos una cadena de pañuelos verdes con historias de vida, anhelos y activismos diversos de mujeres poetas, teatristas, migrantes, académicas, afrodescendientes, costureras, museólogas, mujeres trans, gestoras, cantantes, graffiteras, bailarinas, indígenas, artesanas, actrices, y comunicadoras.
Ampliamos la invitación a comprometernos aún más en el desarrollo de estrategias creativas, sensibles, vinculares y comprometidas con la lucha por la equidad, que van más allá de nuestras situaciones particulares y que por tanto demandan abordajes que debemos asumir como comunidad de mujeres. Asimismo, muchas de las integrantes de la red individualmente conformamos, participamos y/o articulamos con otros espacios y colectivas en Argentina, Latinoamérica y España como Clásicas y Modernas, ELLA, las Gestoras en Red, CAPAS y en nuestro país, Asociación de Mujeres Muralistas de Argentina, Actrices Argentinas, Mujeres Músicas, FIERAS, MujeresQueNoFueronTapa, la Red de Productoras de Córdoba y la Fundación Red de Gestoras Culturales, por ejemplo.
A través de la micropolítica de los encuentros estamos construyendo una comunidad de mujeres que trabajan juntas por los derechos de todas, esfuerzos que logren revalorizar la posición de las mujeres en el orden cultural; una construcción colectiva basada en el respeto, la confianza, el reconocimiento, y los lazos íntimos que se desarrollan en un espacio en el que nos encontramos por “motivos profesionales” propios del sector cultural y al mismo tiempo comprometidas con el escenario de la situación de las mujeres en el contexto mundial, en donde la profundidad de lo que nos pasa es el corazón de lo que proponemos. Un espacio en donde lo personal y lo político16 van de la mano.
#AhoraesCuando: desde el presente construyamos futuros de equidad
Desde la Red de Mujeres x la Cultura, creemos que la gestión cultural (nuestro campo de acción) debe, entre otros objetivos, visibilizar a los grupos socialmente excluidos y promover la participación ciudadana como un aspecto sustancial de las democracias. No podemos pensar las políticas culturales si no implican la plural participación de la ciudadanía, aquellxs que a veces se les ubica sólo como audiencia de los hechos artísticos, también son sujetas activas de derecho capaces de interpelar al espacio público, porque la gestión cultural no se restringe a las actividades artísticas y de entretenimiento, sino que promueve la acción de la ciudadanía en pos de satisfacer sus necesidades simbólicas.
Por lo tanto, es evidente que la humanidad no puede permitirse el lujo de que gran parte de sus integrantes permanezcan en silencio, invisibilizadas, discriminadas, violentadas y excluidas hasta de la posibilidad de contarse a sí mismas y sus universos, a través de sus obras, de sus imágenes, sus narrativas, sus cuerpos, sus modos de relacionarse, de ser y de expresarse en sus movimientos.
Sin embargo, aún en el tercer milenio, continúa un sostenido déficit de protagonismo femenino en museos, teatros, auditorios, centros culturales, festivales y otros proyectos, así como una notable ausencia de investigación y falta de datos estadísticos disponibles en materia de género en el ámbito de la cultura y la creatividad.
Recapitulando, creemos que la valoración de la igualdad de género mediante políticas, intervenciones e inversiones focalizadas puede influir considerablemente en las actitudes y percepciones acerca de los roles de uno y otros géneros y mejorar los niveles de desigualdad en la práctica. Pero no basta con establecer políticas, su éxito y sostenibilidad requieren de la implicación y el pleno apoyo de lxs miembros de la comunidad y representa un desafío para el trabajo particular de las y los gestores culturales, que implica, a través de acciones positivas reconocer los derechos humanos de las mujeres a participar en la vida cultural, visibilizando y promoviendo sus experiencias, creaciones y producciones en el sector cultural.
En nuestro país contamos con importantes instrumentos como leyes, tratados, pactos internacionales y convenciones con jerarquía constitucional, que desde el sector cultural es nuestra responsabilidad conocer y apropiarnos para exigir que se apliquen, por ejemplo contamos con la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres que incluyó acciones del ámbito público como privado, y definió a la violencia desde una perspectiva más amplia y en diferentes ámbitos; la Ley N.º 26. 252 de Servicios de Comunicación Audiovisual que apunta a modificar mecanismos no formales de exclusión que se entretejen en el lenguaje de los medios de comunicación que tienen un rol clave en la creación de imaginario y mandatos culturales que en forma de “violencia simbólica” afectan directamente a las mujeres; la Ley 26.743 de Identidad de género; la Ley de Cupo Femenino en Festivales de Música;17 la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), ratificado por la Ley 23.179 y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) con menciones concretas al Derecho de toda persona a participar en la vida cultural; el Informe Especial de la Relatora Especial sobre los Derechos Culturales de las mujeres; las recomendaciones de Agenda 21 de la Cultura, promovida por la organización mundial de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU) –que ha sido aprobada y está siendo aplicada por centenares de ciudades y gobiernos locales de todo el mundo, la ciudad de Buenos Aires incluida– comprometidos con los derechos humanos, la diversidad cultural, la sostenibilidad, la democracia participativa, la igualdad de género y la generación de condiciones para la paz,18 asimismo existen cada vez más estudios e informes19 que fundamentan la urgencia de un debate más profundo, de toma de conciencia sobre la necesidad de que todas las personas tengamos los mismos derechos, responsabilidades y oportunidades para desarrollar plenamente nuestro potencial.
Un hacer cultural ajeno a su tiempo y a los desafíos de cada generación es un hacer líquido, poco atractivo, innecesario por eso tenemos que empezar a asumir el significado de los Derechos Culturales y su contextualización, ya que, la cultura no es un conjunto estático de valores y prácticas sino que se recrea constantemente en la medida en que las personas los cuestionan, adaptan y redefinen ante el cambio de la realidad y el intercambio de ideas. Esta posición plantea nuevos retos, urgencias y utopías para las y los gestores culturales, educadores, artistas, creadores y activistas de los derechos humanos quienes debemos mediar la adaptación regional, por país y por comunidad de estos derechos generando debates, reflexiones, proyectos, acciones, y herramientas para incidir desde nuestros entornos de proximidad en el desarrollo e implementación de políticas públicas de cultura para la apropiación, fomento, promoción y goce de los mismos en libertad cultural y con igualdad de oportunidades para todas las personas.
Concebirlas de este modo y vincularlos al tiempo que vivimos precisa introducir la noción de relevancia que tiene incidencia directa en la gestión de nuestros proyectos, así como en los contenidos y en las conversaciones con las comunidades, generando nuevos flujos de diálogos, en donde resuenen las tensiones que como sociedad estamos atravesando. De esta forma, profundizar el proceso de cambio de un paradigma cultural que se sostiene en la inequidad de derechos, y perpetua e incrementa la violencia hacia las niñas y las mujeres porque, si bien la erradicación de las violencias se puede dar través del desarrollo de programas en los que los Estados tienen un rol fundamental e insoslayable, resolverla nos involucra a todas y todos.
Por ello, la respuesta debe ser integral: educación con perspectiva de género, políticas públicas para garantizar la equidad, y compromiso de los medios masivos de comunicación que reproducen cánones y estereotipos que refuerzan los imaginarios sociales sobre género. Hace falta un esfuerzo consciente y una voluntad política para corregir esta situación, para que la realidad a la que colectivamente aspiramos se convierta en una transformación cultural refundada en la política de los vínculos20 y los lazos sociales solidarios. Así, desde la Red de Mujeres x la Cultura alentamos la construcción de alianzas con otras “colectivas”, que esperamos puedan continuar creciendo e interconectándose con otros territorios para crear nuevas comunidades de apoyo, entornos sensibles y comprometidos, que compartan intereses, sueños y valores basados en la sororidad, en el nosotrxs, para darle continuidad a la existencia en común como sujeto colectivo porque los cambios en las prácticas culturales son lentos, complicados, difíciles y jamás deben concebirse como estados a los cuales se llega definitivamente, sino por el contrario, son estados precarios que deben ser reivindicados y defendidos con persistencia e insistencia, sensibilidad y resiliencia.
La fortaleza de nuestro espacio es haberse convertido en una comunidad de mujeres que funciona como red y genera una trama de interrelaciones que se traducen en colaboraciones, que toman forma de proyectos transfronterizos e interseccionales, en asesoramientos, mentorías, apoyos, avales, hospedajes, residencias, talleres, formaciones online, becas para apoyar la participación, un fondo de colaboración para pasajes, cartografías de saberes, haceres y recursos, coproducciones, co-gestiones para la organización de festivales, encuentros y fundamentalmente en la generación de nuevas oportunidades de presente y futuro para las mujeres que accionan en red.
Así nos nutrimos, nuestra savia es el Jopoi,21 es la reciprocidad (Segato, 2016) lo que nos conecta. La construcción de la politicidad desde los vínculos, desde el deseo de volver a encontramos en proximidad y no en masividad, en crecer profunda y lentamente, en construir reconociéndonos diferentes en un espacio genuino que con el tiempo se fortalece como comunidad de afectos y aprendizaje, que nos motiva a imaginar juntas soluciones colectivas y plurales, evitando la fragmentación, generando una politicidad que implica conectarnos creativamente a través de una gestión vincular de cercanías y no de distancias protocolares y de abstracción burocrática, trascendiendo las instituciones formales y las administraciones culturales.
La tesis es restablecer el tejido colectivo desde y para las mujeres, repolitizar las solidaridad22 para el cambio social, entendiendo que ese cambio de paradigma está en el fortalecimiento de los vínculos, la apuesta por la proximidad y en las relaciones desburocratizadas basadas en los afectos. En suma, habiendo tejido esta red la invitación está siempre abierta para continuar fortaleciendo las alianzas, las complicidades, la rebeldía y la alegría que nos permitan seguir desafiando este sistema que nos quiere solas y sin esperanza.
Creemos que, desde su amplia variedad de formas, expresiones, prácticas y conocimientos, la cultura va determinando “la forma en que las personas y las comunidades entienden el mundo actual, conciben y conforman su futuro”; razón por la cual las políticas culturales deben brindar oportunidades y desarrollar acciones positivas para que las expresiones de las mujeres y sus relatos se escuchen, valoren y difundan en igualdad de condiciones resonando hacia toda la sociedad.
Por lo tanto, el desafío de una red de mujeres del campo cultural, radica en la sensibilidad a los problemas que nos interpelan como sociedad, y en nuestro caso la situación de la que micropolíticamente23 nos ocupamos, es decir, la reivindicación de los derechos humanos de las mujeres, especialmente en el campo cultural. Sin embargo, creemos en la importancia de mantener la capilaridad para conectar con otras realidades, para superar todo tipo de endogamia y trascender hacia una articulación colectiva que integre las diversidades de culturas, haceres, territorios, identidades, temporalidades y nos convide otra forma de crear saberes, nuevas pedagogías feministas a través de las experiencias, las conexiones, las síntesis y la conversación horizontal.
Confiamos en que la reciprocidad hace la diferencia en el trabajo en red, y existe la oportunidad de involucrar a la administración pública, a las universidades y a otras instituciones en el paradigma del desarrollo inclusivo, fundado en los principios de sustentabilidad, que recreen modelos de convivencia basados en la colaboración y la interconexión. Creemos que ahora es cuando hemos de asumir el rol que a las mujeres nos corresponde como protagonistas de nuestro destino y de nuestro desarrollo, de dar a la imaginación, a la emoción, a los sueños y al pensamiento utópico, el sentido genuino para construir el futuro que colectivamente deseamos, amable y no violento, actuando desde el presente en pos de más derechos y menos privilegios para las humanidades porvenires.
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Informe Especial de la Relatora de la Relatora Especial sobre los derechos culturales, Farida Shaheed Oficial de Naciones Unidas 10/08/2012 ACNUDH | Derechos culturales de las mujeres https://www.ohchr.org/SP/Issues/CulturalRights/Pages/Culturalrightsofwomen.aspx
1 Título tomado del fanzine Cuando Yo es Nosotras, elaborado en la residencia #quevivanlasmujeres, CCR, 2017
2 Con correcciones y sugerencias de Marcela País Andrade, Myriam Ramirez, Cynthia Pineda, Mirta Ferral, Mariano, Flor Forni y las contribuciones de las compas de la red.
3 Organizado por la OEI, la Fundación Interarts, y en este caso junto al Ministerio de Cultura del Ecuador e importantes organización nacionales, provinciales y locales.
4 Al proceso de extensión del derecho a la apropiación social de los saberes lo llamamos “alfabetización científico-tecnológica”. En este proceso de alfabetización las mujeres estamos doblemente segregadas: por la resistencia de la propia comunidad científica a democratizar sus saberes, y por el prejuicio que pesa sobre las mujeres como sujetos incapaces para la ciencia (porque el poder patriarcal no es una cuestión hormonal sino política). En Maffía, Diana “Contrato Moral, Género y Ciencia” , Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género Universidad de Buenos Aires.
5 Este es un tiempo de relación, de aprendizaje, de acompañamiento psicoafectivo; que puede manifestarse con distinta intensidad o calidad, nunca se repite ni es igual a sí mismo ya que la subjetividad le da intensidad y cualidad. Presenta analogías con el tiempo de la naturaleza en el sentido de desarrollar ciclos repetitivos pero nunca idénticos, relacionados con cada lugar concreto pero de manera diferente. ver Tello, Enric (2005). La historia cuenta. Barcelona: El Viejo Topo.
6 ... las mujeres hemos sido productoras de saberes considerados “no científicos” por estar destinados a usos domésticos como la alimentación, o la atención del parto. Debe preocuparnos entonces, alcanzar la equidad para todas en nuestra diversidad, la autonomía en la determinación de nuestros intereses, legitimar otros mecanismos de evaluación de los saberes, establecer otros vínculos en las comunidades de conocimiento, cambiar el discurso de la ciencia sobre los cuerpos de las mujeres con los que el patriarcado justifica la opresión y la discriminación. Ver Maffía, Diana op. cit.
7 Ver Patricia Díaz Inostroza (2013). La cultura viva. Reflexiones críticas cultureras. Santiago de chile: ed. Universitarua Bolivariana S.A.
8 Por ejemplo Carolina Contreras, Miss Rizos, joven activista dominicana del movimiento a favor de portar el cabello natural, que comenzó en Estados Unidos a principios de la década de 2000 y se extendió al Caribe, Latinoamérica y partes de África, rechaza los estándares de belleza eurocéntricos y es defensora de celebrar el propio cabello natural.
9 “El segundo sexo “, se encuadra en el ámbito más amplio de un pensamiento ilustrado que toma de la ilustración precisamente sus aspectos positivos, emancipatorios ; ante todo, una concepción igualitaria de los seres humanos, según la cual la diferencia de sexos no altera su radical igualdad de condición.
10 Aquí relaciono la evolución política de mi proceso personal y el de la red como colectivo, ya que iniciamos en encuentro con Confesiones de una mala feminista, Roxanne Gay con el objetivo de identificar nuestras prácticas, asumiendo nuestras propias contradicciones, conscientes de que se dan en la realidad superando el plano personal porque son sistémicas.
11 “...Defendió la importancia de la politicidad femenina como gestión de vida en clave feminista para el futuro: ¿Qué es una política? Una gestión de lo colectivo y eso, nosotras lo hemos hecho siempre y eso es lo que ha saltado a las calles, alentó.... ” ver Rita Segato en Chile.
12 Entendemos por mujeres a todas aquellas personas que así se identifiquen y autoperciban.
13 El espacio de residencia se compone por invitación y por selección en convocatoria a abierta.
14 Por ejemplo el Seminario Internacional sobre Derechos Culturales en la Ciudad, coorganizado por la CDMX y la CGLU en octubre de 2018 y la 3ª Cumbre de Cultura de CGLU abril 2019 en Buenos Aires.
15 En el país, hasta 2016 en promedio se cometía un femicidio cada 30 horas, en 2017 el promedio se elevó a un femicidio cada 18 horas. El 19 de octubre de 2016, después de los femicidios ocurridos en las últimas semanas, #NiUnaMenos y otras 50 organizaciones convocaron a una manifestación contra de la violencia de género. Una gran cantidad de personas se concentró en el Obelisco y comenzaron a movilizarse hacia la Plaza de Mayo portando carteles en los que pedían el fin de la violencia de género en #NiUnaMenos.
16 Si bien Carol Hanisch no utiliza la frase “lo personal es político” en el ensayo, escribe: “Una de las primeras cosas que descubrimos en estos grupos es que los problemas personales son problemas políticos. No hay soluciones personales en este momento. Solo hay acción colectiva para una solución colectiva”. El ensayo fue publicado bajo el título, “Lo personal es político” en Notas del segundo año: la liberación de la mujer, 1970.
17 La Ley 27.539 de Cupo Femenino y Acceso a Artistas Mujeres a Eventos Musicales, garantiza un cupo del 30 por ciento a mujeres en grillas de eventos con un mínimo de tres artistas o bandas. La ley obtuvo media sanción de la Cámara de Senadores el 23 de mayo y la aprobación por parte de Diputados el 20 de noviembre de 2019. Surgió como resultado de un fuerte reclamo de más de 700 artistas de todo el país que integraron el colectivo “X Más Músicas Mujeres en Vivo” e iniciaron la campaña por alcanzar la paridad en los escenarios.
18 Cultura 21: Acciones fue adoptado por CGLU en 2015 para orientar a gobiernos locales a través de una guía de autodiagnóstico sobre las políticas públicas de cultura que incluye de manera precisa el enfoque de género en varias de las secciones temáticas: presupuestos, políticas y programas.
19 Informes de Unesco sobre Igualdad de género: Patrimonio y Creatividad o el “Informe mujeres en la cultura: notas para el análisis del acceso y la participación cultural en el consumo y el mercado de trabajo”, recientemente elaborado en Argentina.
20 Ver Segato, Rita: La guerra contra las mujeres (2016). Madrid: Traficantes de Sueños.
21 JOPOI es una palabra guaraní que significa ayudarse mutuamente, darse recíprocamente; refleja una filosofía de vida comunitaria que simboliza solidaridad, hacer y crecer juntxs.
22 Otra manera de hacer política, una política de los vínculos, una gestión vincular, de cercanías, y no de distancias protocolares y de abstracción burocrática en Segato, Rita. “Manifiesto en cuatro temas”, Universidad de Brasilia.
23 Al concepto de “micropolíticas”, el psicoanalista, activista y pensador Félix Guattari junto con el filósofo Gilles Deleuze lo definirá ampliamente. Pero es imprescindible citar la relevancia de los movimientos feministas en la propagación y activación de la posibilidades subversivas de la micropolítica por entender que “lo personal es político“ tras varias décadas de pensamiento sobre las relaciones de dominación en los vínculos entre hombres y mujeres.