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Secreto

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“¿Cómo hacen para tener las noticias al instante?”, se interesó Mirtha Legrand ni bien comenzó uno de sus tradicionales almuerzos.1 En el estudio de Canal 9, vestido de saco y corbata, Héctor Ricardo García ensayó una sonrisa pícara. “Yo les cuento –siguió Chiquita mirando fijo a cámara, en complicidad con su público–, el ladrón me estaba robando mis alhajas y la noticia ya estaba saliendo en Crónica TV”.2

García dejó de maniobrar la cuchara con la que acababa de probar una copa de camarones y contestó: “Mire, eso es un secreto profesional”. Sonrió y volvió a concentrarse en la exquisita entrada que le habían servido. La diva de los almuerzos pareció conformarse con la respuesta y antes de pasar a otro tema dijo que a ella la impresionaba “la inmediatez” con la que informaban.

Es que Crónica TV grita cada una de sus primicias. Y después, para que no haya dudas y así como quien celebra una victoria, recuerda la hora precisa en la que fueron publicadas: El único canal del mundo que anunció a las 20.46 del domingo la derrota de Chávez, avisó con una placa en diciembre de 2007 cuando la mayoría de los venezolanos rechazó una reforma constitucional. Y no importa el tenor de la información: Fue primicia 00.01. Nació el primer bebé de 2007, destacaron al rato de que comenzara aquel año.

La socióloga Cynthia Pok, extécnica del INDEC, da fe de esa ventaja que tiene esta señal en la carrera de las noticias. El 6 de julio de 2007, a poco de denunciar junto a otros trabajadores de ese organismo la manipulación de los índices de pobreza e inflación, se enteró por una placa roja que había sido desplazada de su cargo como directora de la Encuesta Permanente de Hogares. Recién al otro día Pok tuvo la confirmación oficial de lo que había anticipado a la noche la televisión.

Otro día un cartel con letras enormes señaló: Daniel Agostini se enteró en el Chaco del accidente de Nazarena Vélez por Crónica TV. Y en julio de 2006, cuando un hombre empezó a los tiros en plena vía pública en una zona comercial de Belgrano e hirió de muerte a un chico de dieciocho años, Crónica destacó que había sido el único canal que llegó a la avenida Cabildo antes que las ambulancias.

Pero ¿cuál era ese secreto que García no quiso revelar durante el almuerzo con Mirtha Legrand? Crónica TV se nutre de innumerables fuentes: funcionarios de gobierno, empleados de la justicia, jefes policiales (vínculo que se detalla en otro capítulo) y personajes de la farándula. En la redacción los teléfonos suenan sin parar. Abundan los llamados de los televidentes convertidos en “cazadores de noticias”, aquellos que quieren contar lo poco o mucho que saben. Otros, ahora, aportan lo suyo a través de Whatsapp.

“Tenemos un corresponsal en cada barrio. Cuando hay una emergencia hablan acá antes de avisar a la comisaría o al cuartel de bomberos”, explica Fabián Olivera, un legendario productor de Crónica.3 “Acá no hay operadora ni contestador automático, no hay filtros, suena el teléfono y atendemos nosotros”.

Los advierten sobre robos, denuncian estafas, como si fueran paparazzis llaman de inmediato cuando descubren a los famosos comiendo en restaurantes de moda o dejan relatos fantásticos: alguien aseguró haber visto un “hombre gato” (sí, un señor al que se oía sereno y lúcido juró que lo había visto).

Aquel aviso motivó que un equipo del canal llegara hasta el barrio Las Achiras, en Villa Celina, donde se había producido el avistaje de una criatura mitad humana y mitad felina. Los vecinos estaban alterados y los enviados de Crónica se sorprendieron al escuchar que eran varios los que confirmaban el dato. “Señor, ¿usted lo pudo ver al hombre gato?”, pregunta el periodista de Crónica ni bien comienza a grabar. “Mirá, no lo pude ver, pero sí vi sus ojos enormes. Está arriba del árbol”, indica el entrevistado.

La cobertura será emitida al rato, ya de madrugada. Era una noche de calor, en el verano de 1994. A la 1.40 Elvira Bustos y Alejandra Ruiz leen los títulos de las placas rojas: Villa Celina. Primicia de Crónica TV. Gigantesco Hombre Gato aterroriza a los vecinos. Está oculto en la copa de un árbol. Y piden las imágenes, aclarando que es un “material sin procesar”. Lo publican así, tal como llegó.

“Señora, ¿usted vio al hombre gato?”, insiste el cronista.

“Sí, me abrió la ventana y me cortó un palo. Los perros aullaban”, detalla la vecina. Y sigue: “Era negro, con uñas largas, ojos grandes. Es verdad esto que decimos nosotros, no es mentira. En el techo se siente que anda”.

Incrédulo, el cronista insiste: “¿Usted no cree que puede ser algún vecino que les está haciendo alguna broma? ¿Vio su rostro?”.

“Lo único que vi es que le brilla el ojo. Él sube de acá a allá y de allá va al pino. Es verdad que anda, toda esta semana anduvo”, afirma la mujer.

Mientras el canal emitía las entrevistas, desde otra zona del conurbano llamaron a la redacción para advertir la presencia de un ser similar. El dato, como era de esperar, se transformó en una nueva placa roja: Otro Hombre Gato en Ingeniero Budge. Los vecinos colaboran con la policía.

Los productores de Crónica escuchan a todos. Una noche el llamado fue de Daniel, un “apuesto sesentón” al que le habían impedido ingresar a un local bailable de Constitución “por fachero”: “Yo vengo a este boliche desde hace tiempo pero hoy, al llegar a la puerta, me dijeron que no podía entrar”. Denuncia que lo discriminaron por ser muy fachero, apuntaron en el videograph.

El 20 de agosto de 2007, Daniel, amargado por el momento que acababa de vivir, entendió que lo mejor sería dar a conocer ese acto arbitrario y ante la cámara de Crónica relató: “Yo tengo mucha suerte con las señoritas a las que entrego una tarjeta personal con mi número de teléfono para quedar en contacto, pero eso a la gente de este lugar le ha molestado”.

También hay quienes se comunican por necesidad y piden, encarecidamente, desde remedios hasta comida o dinero en efectivo. No son pocos los que creen que la televisión lo puede todo, pero –debe decirse de una vez por todas– no es así. El abanico de mensajes es demasiado amplio.

Cuando se trata de avisos sobre accidentes automovilísticos los productores mandan una cámara siempre. “Vamos a todos los choques porque nunca sabés lo que podés encontrar. Nos ha pasado de llegar y descubrir algún famoso herido y esa es una noticia más impactante todavía”. Y de tanto buscar, encuentran.

Una noche desde la redacción derivaron un equipo hasta Palermo, donde hallaron una escena desopilante. Conductor borracho casi provoca una tragedia. Batman único testigo, indicó el título. Un joven alcoholizado había perdido el control de su auto y chocó contra otro que estaba estacionado sobre la avenida Del Libertador.

“La policía tuvo la culpa”, decía ante la cámara de Crónica el acompañante del conductor que vestía el traje del superhéroe gótico. “¿Vos venías volando y viste todo?”, sorprendió el cronista. “Sí”, dijo el muchacho de la capa. “¿Y estaban con Robin, estaban solos, cómo venían?”, siguió entre risas el periodista. “No sé, no sé, están re locos, están todos drogados… yo también”, remató Batman.

Un antiguo aparato de radio VHF instalado en la redacción de Crónica TV era otra parte de aquel secreto que guardó García. Ese receptor ventiló varias de las primicias que aparecieron en pantalla en forma de placa roja. Los productores lo apodaron “el monito” por los ruidos chillones que largaba a través del parlante.

La radio captaba la frecuencia de la Policía Federal, una fuente inagotable de información urgente durante todo el día. Solo había que sentarse a escuchar lo que allí se decía para llegar al lugar de la noticia casi al mismo tiempo que los investigadores o, si la suerte los acompañaba y el tránsito ayudaba, antes.4

El 9 de septiembre de 1996 el “monito” se escuchó con nitidez, sin interferencias ni ruidos molestos. En un momento de la tarde un oficial moduló y avisó que en Belgrano habían denunciado un suicidio; detalló que la víctima era una persona mayor, de sexo femenino y pidió asistencia a la comisaría más cercana.

El productor que estaba de turno oyó el relato y envió de inmediato un móvil hasta O’Higgins al 1800, la dirección que había alcanzado a anotar. “Parece que se mató una mujer”, le contó a un compañero y aguardó por novedades.

A los pocos minutos, desde el camión de exteriores, reportaron que ya estaban en Belgrano. Mientras, los técnicos orientaban la antena del móvil para poder transmitir en directo cuanto antes y el cronista recogía los primeros datos. Un vecino arriesgó que la mujer se había tirado desde un quinto o un sexto piso y otro que llegó exaltado, atraído por la cámara, aseguró: “La señora que se mató es la mamá de Caniggia; pobre señora, estaba muy deprimida”.

Un portero de la cuadra no tardó en confirmar la identidad de la víctima: era Nélida Tomasa La Iglesia de Caniggia, la madre de Claudio Paul, el “Pájaro”, el futbolista que en aquel momento estaba radicado en Roma y hacía unas semanas había sido desafectado de la selección argentina.

La noticia llegó a la redacción y rápido se anunció al aire. Fue un “último momento”, otra “primicia exclusiva” de Crónica TV. Y la clave para estar antes había sido aquel aparato de radio, hoy obsoleto y en desuso, que largó los primeros datos del drama que enlutó a la familia Caniggia.

Monitorear la frecuencia policial no fue un descubrimiento ni es una genialidad de este canal, tampoco de otras redacciones donde lo han hecho. Ya en la década del treinta lo hacía el fotógrafo del The New York Times y de la agencia Acme, Usher Fellig, conocido como “el cronista rojo” o simplemente “Weegee”.5

Fellig había instalado en su Chevy marrón de dos puertas una radio de onda corta para escuchar a la policía de Manhattan y así logró ser el primero en aparecer en la escena del crimen. Con su cámara capturaba incendios endemoniados antes de que llegaran los bomberos, registraba ejecuciones mafiosas y fotografiaba choques automovilísticos antes de que las ambulancias retiraran los cuerpos bañados en sangre.

“Weegee” lo hizo en aquellos años de depresión y pobreza en Nueva York. García lo emuló en Buenos Aires, primero desde las páginas del diario Crónica y desde mediados de los noventa en Crónica TV.

Otro eslabón fundamental en la cadena de producción de las primicias es la placa roja. Y aunque ya no sea un secreto, el método resulta infalible: el cartel que cubre toda la pantalla permite ventilar lo urgente. Basta con decir qué pasó y sin ninguna otra pista para no orientar a los competidores. Una vez publicado, ya habrá tiempo de llegar al lugar de los hechos y ampliar la información con más detalles. Así habrán sumado una victoria más a su frondosa lista de anticipos.

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