Читать книгу Fue primicia - Marcelo Figueroa - Страница 16

El pibe García

Оглавление

Nació en Buenos Aires el 18 de noviembre de 1932, el mismo día que Mickey Mouse, el legendario ratoncito que había sido creado por Walt Disney cuatro años antes. Y es fanático de ese personaje. Conserva una colección de más de dos mil muñecos, relojes y otros objetos con la figura del ratón al que dedicó su último libro. El mítico empresario se entretiene de a ratos con alguna de esas miniaturas en la misma oficina desde la cual se permitió jugar con las noticias.

Creció a cuatro cuadras del Obelisco, en un modesto departamento de dos ambientes, donde vivían sus padres: María de los Dolores Elisa Vadillo y Héctor Manuel García. Su mamá, apodada Lola, era entrerriana y se ganaba la vida tejiendo ropa para amigos de la familia. Su papá, porteño, fue empleado en la Dirección General de Aduana.

“Era un laburante de esos convencidos de que el trabajo dignifica. Se levantaba a las seis de la mañana, hacía horas extras y recién volvía a casa a las diez de la noche”, recordó García en una de las pocas referencias públicas que ha hecho sobre su padre.

Su infancia transcurrió en el centro, entre los partidos de fútbol que jugaba con vecinitos en un terreno baldío ubicado en las avenidas Córdoba y Carlos Pellegrini, algunos viajes “de colado” en el tranvía y esporádicas visitas a los circos que levantaban sus carpas en esa misma esquina donde improvisaban la canchita.

Mientras cursaba la primaria en la escuela Julio Argentino Roca, y a poco de aprender a leer y a escribir, descubrió los diarios. Cuenta que lo atraían más los periódicos de la época que los libros escolares. “Cuando tenía diez centavos, en vez de comprarme caramelos me compraba diarios”.3

Crítica y Noticias Gráficas eran sus preferidos. Los coleccionaba, observaba en detalle las diagramaciones y las fotografías. No compartía ese interés con ninguno de sus amigos; tenía apenas siete años. Y para agrandar su biblioteca y llenarla de diarios y revistas decidió salir a trabajar. Lo emplearon como canillita cerca de su casa. Más tarde consiguió el puesto de repartidor a domicilio en un almacén hasta que, por fin, debutó como periodista.

En quinto grado junto a dos compañeros hizo El Estudiante, un boletín escolar en el que aquel niño emprendedor se animó a escribir algunas de sus opiniones sobre la actualidad. Imprimían los ejemplares con un mimeógrafo que les habían regalado en el diario Noticias Gráficas, cuya redacción, curiosamente, funcionaba en Riobamba 280, el mismo lugar donde montaría los estudios de Crónica TV y antes el diario Crónica.

En 1944, a los doce años, tuvo una oportunidad única: publicó por primera vez una noticia fuera de la escuela y a la vista de todos. Gracias a su prolija caligrafía, con tiza mojada en agua y un pincel, empezó a escribir los títulos destacados del día en las pizarras del diario El Nacional, en el balcón del primer piso de Corrientes 938.

“Lo mío es el periodismo”, sentía. Pero mamá Lola se ilusionaba con verlo con el título de perito mercantil o doctor en ciencias económicas y lo inscribió en el Carlos Pellegrini para que cursara el secundario. “Era un colegio bravísimo. Y además, estaba en el turno mañana y a mí siempre me costó un triunfo madrugar. Muchas veces me rateaba, entonces me iba a la placita que está en Charcas y Callao y leía el diario”, se sincera García.4

“Yo tenía muchas vocaciones y todas tenían que ver con rajar del colegio”. Se refugiaba en El Nacional y pasaba largos ratos entre los escritorios de los periodistas hasta que se vinculó con el equipo de fotografía: “Empecé revelando, abrillantando fotos”.5

“El laboratorio es un lugar que siempre llama la atención y más cuando uno es pibe. Las máquinas fotográficas de entonces eran muy grandes, los fotógrafos llevaban trípode, magnesio, todo un equipamiento para hacer una nota. Empecé llevándoles la valija, un poco para colarme en la cancha”.

“Un día cayó gente en la redacción del diario y no había fotógrafo. Me dijeron ‘¿Te animás a sacar fotos?’. Cacé la máquina de madera, viejísima, tenía cinco velocidades; un fogonazo y la foto salió perfecta”.

No transcurrió mucho tiempo hasta que le confiaron el trabajo como ayudante de fotografía en los partidos de fútbol. Debutó en el antiguo estadio de San Lorenzo. Lo ubicaron detrás de un arco, con una cámara Speed Graphic con teleobjetivo, pero ninguna de las dos fotos que captó fue publicada.

Recién el 27 de septiembre de 1947, en el diario peronista Democracia, apareció su nombre sobre una foto aérea de la ciudad de Buenos Aires que había tomado durante su vuelo de bautismo. Fue un momento importante para su precoz carrera, pero no lo pudo festejar porque ese mismo día murió su papá: “Mi padre no fue un hombre de dinero y a su muerte las cosas se pusieron bastante oscuras en casa. No es fácil convertirse en la cabeza del hogar a los catorce años”.

“¿Era buen fotógrafo?”, le preguntó un periodista de Playboy a García. “Supongo que sí, porque aunque me echaron dos o tres veces por chiquilinadas mías, siempre me volvían a llamar”. Francisco Loiácono, uno de los decanos de la prensa policial argentina, asegura que los reporteros gráficos “huelen la noticia, son los que tienen el mejor olfato. Y García pertenece a esa raza”.

Cámara en mano, el creador de Crónica se ganó su lugar en las redacciones: “Mi paso por Democracia y algunos aciertos fotográficos me abrieron las puertas de otros diarios: fue así como en tres oportunidades trabajé en Clarín (en todas ellas me despidieron por rebelde), en Crítica, El Laborista y El Diario”.

Sus compañeros lo llamaban “el pibe García”. Y así lo conoció Julio Ramos, quien después compartiría con García la aventura de crear su propio diario: “Éramos los dos muy jóvenes, coincidimos unos pocos meses en Clarín. Unos años después yo fundé Ámbito Financiero, él ya tenía Crónica, y mantuvimos una relación muy cercana. Un día me sinceré con él y le dije que no sabía por qué nos habíamos hecho amigos, porque yo no tengo esa vena, esa visión que él tiene de la calle”.6

Fue primicia

Подняться наверх