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CAPÍTULO 2
García, el señor de las noticias “Viva yo”

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El hombre que le escapa a las entrevistas, el que prefiere preguntar para que otros respondan, aquella vez accedió a contestar un largo cuestionario para la edición argentina de Playboy. Sí, en abril de 1986, la revista de las conejitas, del mítico Hugh Hefner, publicó un reportaje a Héctor Ricardo García, en el mismo número en el que aparecía un artículo sobre el “súper orgasmo” y un dossier dedicado a la “milenaria fellatio”.

Sin quitarse la ropa, el mentor de Crónica se desnudó y habló de todo. Evocó su infancia, confesó varios romances, definió como una “patriada” la creación de su diario, repartió críticas a políticos de todos los sectores y al final aceptó la propuesta que le hicieron los periodistas José Agromayor y Jorge Raventos: “Ya que Crónica se especializa en títulos, hágale un título a esta nota”. García lo pensó unos segundos y respondió sin ruborizarse: “Y qué sé yo, ponele Viva yo”.

El Gallego es así. No ahorra elogios para sí cuando se mira frente al espejo, y menos al repasar los logros que obtuvo a lo largo de su vasta carrera. Se reconoce talentoso, condición que destacan quienes lo han visto trabajar en cualquiera de sus empresas. “Yo tengo talento y lo digo así, con orgullo, porque el talento no es algo que se aprende sino que se hereda de la madre”, sostiene.1

Se define periodista antes que empresario: “Si no hago periodismo me muero”. Y confiesa las dos grandes frustraciones de su vida: “No haber sido cantor de Juan D’Arienzo –es la orquesta que más me enloquece en el mundo– y no haber tenido una novia que trabajara en la tienda Gath & Chaves”.2

Por momentos cuesta entenderle lo que dice, habla para adentro, como tragándose las palabras. “Dicen que soy muy bruto, que escribo García con ‘s’ y que a veces dudo en la ‘h’ de Héctor. Estoy rodeado de enemigos”, asegura el hombre que calcula haber viajado alrededor del mundo unas ocho o nueve veces.

“A mí hay cosas que me gustan y lo digo. Me gusta Cantinflas desde hace cuarenta años; en Canal 13 daban una película de él y me mataba de risa, como un loquito. Y bueno… yo a Bergman no lo entiendo, y ¡ojo!, no soy un bruto, fui al colegio, sé leer y escribir, pero qué se yo”.

García vivió para el periodismo. Durante años pasó la mayor parte del día en el canal. Y ahora que se desprendió de Crónica TV, llega al edificio de Riobamba después del mediodía en un imponente Mercedes Benz que maneja él, nunca empleó choferes. A paso lento, algo encorvado, camina desde el garaje hasta su oficina. Enciende las pantallas que hay frente a su escritorio y evoca la época en la que dirigía la empresa.

Si le aburría lo que estaba al aire, ordenaba que lo levantaran de inmediato. Sugería a los redactores el texto de las placas rojas y visualizaba imágenes de su “archivo de oro” para programar los “impactos musicales” de las noches y los fines de semana. Escribía las promociones en las que sostenía que Crónica era el canal “que eligen los argentinos” o denunciaba que los noticieros de la competencia le robaban imágenes.

Se resistió a usar una computadora y no tiene casilla de correo electrónico personal. Los mails para García debían ser enviados al buzón de Silvia, su histórica secretaria; ella se los haría llegar. Y hasta no hace mucho tiempo él tipeaba en su inseparable máquina de escribir Olivetti –que todavía usa hoy– los chimentos del espectáculo que aparecían en La Pavada, en la contratapa del diario Crónica.

En el canal recuerdan que más de una vez subió al control, desplazó al director de turno y se puso a “ponchar” las cámaras. Otras veces se sentaba junto a Alberto Thaler, su editor de confianza, para supervisar alguno de los informes especiales, como aquel que repasó “Vida y lucha de Norma Pla” o “Ídolos nacidos en los ochenta”, un atrapante material de archivo con imágenes inéditas de la actriz Celeste Cid, el cantante Luciano Pereyra y el futbolista Javier Mascherano cuando eran niños.

García le escapa a los eventos sociales, especialmente si se trata de compromisos con gente que no conoce. “Yo soy muy poco diplomático, no hago relaciones públicas. No ando con corbata a menos que tenga que ir a Tribunales (tuvo que hacerlo varias veces en los últimos años). No me gusta ir a comer con señores que no conozco”, insiste.


La mayor parte del día la pasaba recluido en su oficina, hasta entrada la noche, de domingo a viernes. “Esta empresa es una droga, yo paso todo el día pensando en esto”. Solo los sábados dejaba de ir al canal y aprovechaba a descansar o hacer las compras en un hipermercado de Palermo camuflado como un vecino más, aunque difícilmente se desentendía de la actualidad.

Hay un rasgo de su personalidad que quizá explica esa eterna pelea por llegar primero: es competitivo. “No me gusta perder ni jugando a la bolita”, reconoce. Y es ansioso, no soporta las esperas. Quienes compartieron con él alguna cena cuentan que ha llegado a quemarse con la comida al no dejar que se enfriara el plato. Cinco minutos para García son una eternidad.

“¿Vio que hay gente que juega al golf y que camina siete horas con la bolsa al hombro? A mí me apasiona hacer televisión. Me apasiona mandar la imagen de Carlos Monzón muerto y saber que siete millones de tipos la están viendo”. A la hora de buscar comparaciones lo han llamado el “Ted Turner del subdesarrollo”, pero él rechazaba el parangón. Cuando lo escuchaba se reía, aclaraba que no quiere sonar pedante, y señalaba: “Yo no tengo a Jane Fonda, pero tengo la mejor señal de noticias del país”.

En 2016 se desprendió de las últimas acciones que tenía en Crónica TV y cerró una de las etapas más brillantes de su vida. En 2011 les había vendido el cincuenta y uno por ciento del canal a los empresarios mendocinos Raúl y Alejandro Olmos, quienes se quedaron con el total de la empresa en medio de un escándalo con acusaciones cruzadas.

En mayo de 2017, todavía en litigio, García los denunció a través de una solicitada que tituló “Ocupas en un canal de televisión”. En el texto indicaba: “al día de la fecha el Grupo Olmos no cumplió el convenio firmado y homologado en el juzgado correspondiente, quedando como ‘ocupas’ sin contrato de alquiler, duplicando la seguridad del edificio con ‘patovicas’ de traje negro y apoderándose del edificio”.

Finalmente, los hermanos Olmos mudaron los estudios de Crónica TV al Bajo, donde funcionaba la redacción del diario. García recuperó el control de Riobamba 280 y allí, con una inversión en equipamiento que supera los cuatro millones de dólares, planea volver a crear un canal al que llamará Sucedió y mantendrá como lema “el canal de las noticias”.

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