Читать книгу Córreme que te alcanzo - Marina Elizabeth Volpi - Страница 23
ОглавлениеSanta Catalina La recién llegada
Apenas pisé el nuevo internado andaba re perseguida, sabía lo del derecho de piso y esta vez no me iban a tomar de sorpresa. Pero la verdad es que los días fueron pasando pacíficamente y poco a poco me fui relajando, a tal punto que empecé a observar a mi alrededor. Había llegado a un internado de señoritas que era privado porque mi jueza consideraba que yo era inteligente, y aunque no podía hacer aparecer a mis seres queridos de la nada, podía darme una buena educación. El lugar adonde fueron a parar mis huesitos estaba en un lugar muy bacán, de la Zona Norte de Buenos Aires y por lo tanto no se parecía en nada al colegio al que estaba acostumbrada. En el aspecto general era como una mini ciudad, con cancha de vóley, pileta, tres enormes dormitorios con baños y duchas incorporadas, enormes pasillos que terminaban en los comedores, un taller y una escuela interna que funcionaba en dos turnos. La modalidad era pupila y semipupila; las pupilas como yo estaban toda la semana y, si tenían familia, se iban de fin de semana y las semipupilas venían a estudiar y luego se iban a su hogar, aunque había chicas que se quedaban a hacer manualidades en el taller.
Todo estaba reglado. A las seis de la mañana comenzaban las actividades semanales y cada dormitorio se preparaba para vestirse, desayunar e ir a la escuela. El turno tarde era primario y el turno mañana secundario. Dentro de las actividades de la mañana también teníamos gimnasia. Luego de almorzar las horas transcurrían entre el taller y en hacer tarea. Los fines de semana, algunas se iban a su casa. Los tres dormitorios estaban separados por edad; las más chicas entre 6 y 10 años, las del medio entre 11 y 14 años y las mayores entre 15 y 18 años, en cada uno había más o menos 70 u 80 chicas. Una vez que aprendí cómo era la rutina, me concentré en conocer a las 70 compañeras con las que compartiría cuarto, comedor, escuela y taller. Había de todo; algunas eran simpáticas, otras eran gruñonas, otras alegres, pesimistas u optimistas, pero no sé por qué no lograba hacer amigas enseguida. De hecho, las amigas que hice fueron de a poco, casi por casualidad.