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El tratamiento del conflicto
Оглавление“Para que la civilización sobreviva, debemos cultivar la ciencia de las relaciones humanas: la capacidad de todas las personas de todo tipo, de convivir en un mismo mundo de paz”.
Franklin D. Roosevelt
El término “conflicto”, según su etimología latina, significa “enfrentamiento con...” Los conflictos son parte de la vida. Son normales en el colegio. Los alumnos discuten acerca de quién se sentará a su lado, a qué jugar, cómo hacer los deberes, cuándo hablar, cuándo escuchar, etc. Del mismo modo discrepan los padres, los maestros y los directivos. Los conflictos son parte constitutiva del funcionamiento de las instituciones.
Los conflictos pueden ser previsibles o imprevisibles. Los previsibles son los recurrentes, aquellos en los que podemos anticipar su aparición y tener preparadas intervenciones para tratarlos. Los impredecibles son los que irrumpen en cualquier momento, son novedosos. Pueden ser regresivos cuando constituyen un retorno a etapas pasadas de la institución, o progresivos cuando proponen un proyecto innovador para la institución (Frigerio, Poggi y Tiramonti, 1992). Con estos conflictos no hay una metodología preparada con anticipación, sino que el preparado debe ser el docente, tener calma, inteligencia, resiliencia y estrategias de afrontamientos.
Los conflictos también se clasifican en destructivos o negativos y constructivos o positivos (Johnson y Johnson, 1995). Los primeros ocurren cuando se suprimen, se evitan o se niegan. “Los conflictos son fuentes de problemas, producen miedos, ansiedad, inseguridad y llevan a una actitud defensiva” (ídem, p. 14). Al minimizarlos da la sensación de que se les quita su capacidad destructiva, sin embargo, suelen reaparecer con mayor fuerza produciendo peores efectos. Además, los conflictos negados no enseñan nada, no hay aprendizaje de cómo manejarlos. Los alumnos que no aprenden a manejar los conflictos, pueden reaccionar inadecuadamente, mostrándose enojados o maltratando a otros. Los conflictos destructivos pueden terminar con las buenas relaciones, sabotear el trabajo, posponer y reducir los esfuerzos de enseñanza-aprendizaje y devastar el compromiso individual con las metas de la organización.
Por otra parte, cuando los conflictos son manejados constructivamente tienen resultados positivos, se puede mejorar el desempeño y las relaciones de todos los miembros entre sí. Ayudan a madurar al niño, a volverse menos egocéntrico y a adquirir conocimientos sobre sí mismo, saber qué lo enoja y lo asusta y qué es importante para él. La confianza en sus habilidades alienta al alumno a ser cooperativo y participar más. El punto de partida es reconocer el problema, ver quiénes son los involucrados y cómo puede resolverse. La interacción de las personas frente a los conflictos es diversa, tanto en su estructura como sus distintas dimensiones. “Los estudios en Occidente y Oriente indican que, mediante el desarrollo de relaciones cooperativas y las habilidades para discutir diversas opiniones de manera abierta, las organizaciones pueden empoderar a los gerentes y empleados [podríamos aplicar a docentes y alumnos] para usar los conflictos para detectar problemas, crear soluciones innovadoras, aprender de su experiencia y animar sus relaciones” (Tjosvold, 2008, p. 19).
Aunque todavía se considera ampliamente que el conflicto es perjudicial, lo importante es aprender a manejarlo constructivamente para educar en el camino de la paz social; aprender el trabajo en equipo dentro y fuera del colegio, buscando que los estudiantes y docentes asuman relaciones solidarias, no competitivas que son las responsables de la evitación y su respectiva escalada. “El mundo se ha vuelto más interdependiente con una mayor necesidad de manejar los conflictos, pero apreciar y desarrollar las capacidades es demasiado a menudo lamentablemente inadecuado. El conflicto tiene un gran potencial, pero estamos lejos de lograr obtener todos sus beneficios” (ibíd.). Procuraremos en este libro extraer ese potencial para el bien de alumnos y docentes.
Asegura el profesor Juan José Leiva (2010, p. 251): “Los conflictos escolares son complejos y obedecen a una multicausalidad difícil de precisar, aunque siempre existen factores emocionales, familiares y sociales que suelen estar detrás de muchos problemas conductuales de agresividad que conducen a situaciones de dificultad en la convivencia y a la violencia escolar”. Hay conflictos producidos por problemas emocionales, de personalidad o de temperamentos de los alumnos que los hacen reaccionar de distinta manera.
Por ejemplo, en la célebre novela de Dostoyevski, Los hermanos Karamazov, se describe el carácter de Fiódor Pávolovich como alguien rabioso, insolente, desfachatado, de temperamento exaltado y de fácil reacción, ya que bastaba “el más pequeño empujón” para llegar al “último límite de alguna infamia”. Muy diferente de su hijo Aliosha, que “no conservaba nunca el recuerdo de una ofensa. Si alguna vez le injuriaba un compañero, o un desconocido, una hora después volvía a hablarle como si no hubiese ocurrido nada entre ellos”. Están los apacibles y obedientes que responden bien y rápido al docente y están los irascibles de temperamento encendido que fácilmente reaccionan a la menor provocación. La primera conclusión es que no se los puede tratar a todos por igual, sino en forma personalizada.