Читать книгу Reconciliación - Mario Pereyra - Страница 6
Introducción
ОглавлениеVivimos en un mundo cada vez más violento: guerras, terrorismo, homicidios, delincuencia urbana, violencia doméstica; todos los ámbitos del quehacer humano están corroídos por el virus de la violencia. La escuela no está exenta de este fenómeno universal. El aula, empresa destinada al “desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales” (White, 1978, p. 13) de los alumnos, que tiene como propósito enseñar saberes y desarrollar una convivencia pacífica, está siendo atacada por el bullying, el ciberbullying y otras formas de hostilidad que padecen alumnos, docentes y padres.
Es cierto que siempre existieron las “cargadas”, críticas, actitudes de subestimación y desprecio, pero ahora aparecen con mayor intensidad y desparpajo. Los alumnos suelen enfrentar a los docentes con insolencia y groserías. Asimismo, las direcciones de las escuelas generalmente tienen una actitud prescindente de los conflictos del aula, esperando que los maestros lo solucionen. Leyendo informes de los conflictos en el aula, encuentro que los maestros suelen ser rehenes de esas conductas disruptivas, sin saber cómo proceder.
La numerosa bibliografía sobre el tema, especialmente los reportes de los docentes que afrontan episodios de violencia, sorprende por la falta de recursos para tratar esos casos. Es cierto que en muchas situaciones se trata de maestros con poca experiencia, sin embargo, denuncian la pobre capacitación en cuestiones de relaciones humanas y tratamiento de situaciones conflictivas. Esas problemáticas, en algunos casos, llegan a ser de tal magnitud que muchos desisten de continuar la tarea docente, por lo menos, en el ejercicio dentro del aula.
La buena noticia es que el bullying y otros conflictos escolares pueden superarse. Muchas personas han alcanzado notoriedad, en diferentes ámbitos de la sociedad y la cultura, a pesar de haber atravesado el acoso en su etapa escolar. Por ejemplo, informaciones periodísticas recientes presentan una lista de personajes atractivos, exitosos y talentosos de Hollywood, que muestran que la vida no siempre fue color de rosa para ellos. Como muchos niños o adolescentes, los famosos también sufrieron bullying en el colegio. La crueldad y falta de escrúpulos dominan en todos lados y no siempre es fácil para la víctima librarse del maltrato. A veces, las huellas de esas experiencias desgraciadas resultan difíciles de sobrellevar, sin embargo, en el caso de algunas celebridades salieron adelante y triunfaron en el mundo del espectáculo. En la lista aparecen personajes como la bella actriz Megan Fox, la cantante Taylor Swift, el popular Justin Bieber, la célebre figura de Disney Selena Gómez, la cantante Lady Gaga, la actriz de Desperate Housewives, Eva Longoria y muchos otros más.
También otras personalidades relevantes en el deporte, la cultura o las artes, tuvieron que superar el bullying en sus años de estudio. Esas humillaciones que a algunos los pueden destruir, a otros los ayudan a crecer. Sin embargo, el colegio no puede ser espectador pasivo de las violencias evidentes como aquellas otras encubiertas, debe prevenir e intervenir cuando sea necesario. Especialmente debe educar una cultura de la paz, enseñando el ejercicio de una convivencia armoniosa y saludable.
Este libro está escrito por un psicólogo, aunque también educador. Tengo una actuación docente que está llegando a los cincuenta años, realizada en el secundario, la universidad y el posgrado. Al inicio de mi carrera como profesor del secundario tuve que afrontar fuertes conflictos en el aula. Fue en Montevideo, en 1968, un año de gran efervescencia social y escolar. Hubo movimientos juveniles en Francia, en el resto de Europa y en los Estados Unidos, que se trasladaron a los países de América Latina, entre ellos, Uruguay.
Allí, donde empezó a operar el grupo guerrillero de los tupamaros, los colegios hervían de inquietudes y continuos alborotos. Había asambleas donde los chicos salían soliviantados, en actitud belicosa, y manifestaban consignas revolucionarias a voz en cuello por las calles, apedreando negocios. El aula donde dictaba mis clases de Filosofía, en el cuarto año del secundario, apenas podía encapsular cuarenta alumnos, en bancos largos, sin separaciones, que tenía un estrecho corredor central. Como era imaginable, había codazos, pellizcos, golpes y vaya a saber qué otras cosas más, en ese clima beligerante y rebelde.
Quien no toleraba la situación era el director del colegio, un señor mayor de origen alemán, alto, serio, muy estructurado y amante del orden, que continuamente iba de un lugar al otro como un bombero, procurando apaciguar a los alumnos. Temo que no haya podido sobrevivir a la violencia juvenil, a diferencia de mí que, siendo joven, logré tolerar el estrés escolar.
A lo largo de los años, la sociedad ha ido cambiando y la experiencia del aula también. En lo personal, preferí la enseñanza universitaria y el posgrado a los desasosiegos y el bullicio del secundario. En las aulas apacibles de personas adultas y responsables que están interesadas en culminar una maestría o su doctorado me siento más cómodo y encuentro más receptividad que en aulas atiborradas de adolescentes hiperactivos y reactivos, que manifiestan escaso interés en bucear las profundidades del pensamiento filosófico o de las teorías psicológicas.
Por eso, a pesar de contar con alguna experiencia docente, escribo este libro como psicólogo y no como educador; ya que en mi experiencia clínica, a lo largo de casi cuarenta años de trabajo profesional, he podido tratar todo tipo de conflictos interrelacionales. Especialmente, me he especializado en superar las problemáticas humanas a través del perdón y la reconciliación. He escrito algunos libros sobre esos temas (Pereyra, 2009; 2010) y otro sobre relaciones humanas (2012), donde he presentado modelos, estrategias y técnicas de intervención para resolver las controversias interpersonales.
Creo que ha sido un acierto importante la decisión del área educativa de la Asociación Casa Editora Sudamericana de proponer la publicación de este libro, ya que puede ser de mucha ayuda para los docentes de primaria y secundaria a fin de afrontar exitosamente los conflictos del aula.
Hay que afirmar una vez más que el problema no es el conflicto en sí mismo, sino el no saber resolverlo. Lo importante es encontrar la llave que abra esas situaciones difíciles, que parecen muros de imposibilidades. Cuando se encuentra la solución, la desgracia se transforma en bendición.
¡Cuántas veces he visto a niños, jóvenes y adultos abrazarse después de haber superado una discordia! El perdón y la reconciliación son experiencias enriquecedoras y conmovedoras. Permiten superar los enojos y las confrontaciones para afianzar los vínculos y la amistad. Como decía William L. Ury en su libro Alcanzar la paz: “Uno de los mayores desafíos del siglo XXI es el desarrollo de la cooperación entre los individuos y las naciones; tenemos que aprender a convivir a través de consensos, algo en lo que los bosquimanos nos llevan miles de años de ventaja”.
Esperamos que este libro permita alcanzar ese desafío en los conflictos del aula, de la mejor manera posible.
Dr. Mario Pereyra Colina de la esperanza, Entre Ríos, Argentina, 13 de junio de 2017.