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11. El Tetragrama como símbolo de la concatenación de los universos

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«La meta no es ponerse ante ninguna forma finita aunque sea del máximo orden».

ABRAHAM ABULAFIA

Ahora bien, como la manifestación general de la realidad cosmológica se fundamenta en el sagrado nombre divino (el Tetragrama) Iod Hei Vav Hei, entonces, cada una de las dimensiones representa un grado o un nivel distinto de la misma manifestación sustancial, simplemente lo que cambia es el nivel en el que se encuentra dicha manifestación. En sustancia, cada dimensión es igual que la otra, simplemente las diferencias dimensionales pueden ser visualizadas de acuerdo con la magnitud (o límites) que tiene dicha dimensión. Por supuesto, Keter, siendo la dimensión más alta, desde nuestra finitud es la que posee la máxima magnitud, y Maljut, la última dimensión, la magnitud menor, pero siempre debemos tener presente que todas las dimensiones poseen la misma sustancia. Este es un punto clave porque si creemos erróneamente que las dimensiones tienen distintas sustancias, podemos idolatrar una dimensión en particular y, por lo tanto, percibirla más importante que las demás. Las dimensiones del Árbol de la Vida, tanto las más altas como las bajas, son igual de importantes para comprender la realidad general y la realidad de la estructuración del Yo en particular. Reitero que si cometemos el error de subordinar una dimensión a otra por el grado de importancia, no comprendemos que la sustancia divina de todas ellas es la misma. Nosotros captamos las dimensiones como diez dentro del mundo de la fragmentación, pero estas diez si las percibimos dentro del mundo de la unidad constituyen una sola energía raigal.

Entonces, el Árbol de la Vida original es el que corresponde al orden cosmogónico y es donde podemos situar los cinco universos (Adam Kadmón/Keter cosmogónico, Atzilut/Jojmá cosmogónica, Briá/Biná cosmogónica, Yetzirá/las seis dimensiones inferiores cosmogónicas menos la dimensión de la Maljut y, finalmente, el universo más denso de la materia Asiá/Maljut cosmogónica). El mundo superior se encuentra en los primeros tres universos, en la Briá (la Creación), donde nace el espacio y el tiempo, en el de Atzilut (la Emanación), donde nacen las Sefirot como las raíces arquetipales y energéticas de toda la realidad diferenciada, y en el Adam Kadmón (El hombre primordial), que representa el punto central que apareció dentro del Ein Sof donde se encuentra toda la información eterna. El mundo inferior se sitúa en los dos universos inferiores: Yetzirá (la Formación) y el universo de Asiá (Acción). Nuestro Árbol de la Vida psicológico se encuentra dentro del Universo de la Formación o Yetzirá, por lo cual, cuando hacemos referencia a nuestra Biná psicológica, siempre nos encontramos dentro del Universo de Yetzirá y, por lo tanto, dentro del mundo inferior cosmogónico. Una de las diferencias fundamentales es que a nosotros, al existir dentro del mundo inferior, nos es más difícil comprender el mundo superior dado que allí las energías tienen un nivel de energía tan elevado que nuestra mente no logra registrar estas magnitudes.

Debemos acostumbrar a nuestra «psique» a operar cada vez más alto en la comprensión de los grados energéticos más elevados; estas estrategias conforman dentro de la cábala los sistemas de unificación constantes. Al reducir toda la realidad a las diez grandes dimensiones básicas que operan dentro de todo el universo manifestado, los grandes místicos del judaísmo comprendieron la realidad en una forma más amplia, y, por lo tanto, al integrar dicha realidad cosmogónica dentro de la psique, hizo que inevitablemente nuestra psique se pudiese adaptar a una realidad de orden superior. Cuando la psique alcanza a comprender la realidad de orden superior, en cierto sentido se encuentra dentro de dicho nivel en términos de abstracción. Al alcanzar la mente niveles más elevados de comprensión fuera de su propias proyecciones interiores, se ajusta dentro de la realidad existencial, de modo que alcanza una comprensión de sí misma completamente diferente si realiza un reduccionismo a la estructura propia de la psique.

La relación 1/10 es la que marca la representación inicial con la cual trabaja la cábala para comprender cómo funcionan los dos mundos. La letra que representa al 1 es la Alef y al 10 es la Iod.

La letra Iod representa la parte superior de la letra Alef, como letra (la Iod) constituye una sola unidad y representa una sola energía unificada. Por ese motivo podemos decir que en el nivel del Adam Kadmón (del plan general de la creación) todo era una unidad de luz fundida (el Or Ein Sof). Nosotros, cuyas estructuras espirituales (las almas) nacemos dentro del Universo de Briá, no podemos captar la realidad en su unidad y, por ese motivo, nosotros captamos la energía de la Iod de forma múltiple, y por esta razón visualizamos las diez Sefirot (Dimensiones). Es más, Abraham Abulafia dice que existe lo que se conoce como el misterio del número 111, porque nosotros en el Keter Cosmogónico del Adam Kadmón operamos con el 1 de la Alef, en la Jojmá cosmogónica de la Iod operamos con el 10 (Atzilut) y en la Biná cosmogónica con la Kuf donde operamos con el 100 (Briá). Nosotros, que somos fragmentos del Ein Sof (y como almas, Neshamot), operamos visualizando la realidad en el orden fragmentario del 100, lo cual obedece a que no solo ya visualizamos las Sefirot, sino las sub-Sefirot, es decir, las 10 subdimensiones que se encuentran dentro de cada una de las 10 Sefirot. El Misterio del 111 de Abraham Abulafia hace referencia a la capacidad de la mente de unificar desde 100 a 10 y desde 10 al 1, donde el 1 se mantiene en todos los niveles a pesar de la fragmentación. Imaginemos que si ya comprendemos la realidad fragmentada, a partir del nacimiento de nuestra alma en el nivel de 100, lo que sucede dentro del Universo de Yetzirá donde operamos por debajo del nivel de fragmentación 100, algunos autores dicen que ya operamos sobre el nivel de fragmentación 1000. Cada nivel de fragmentación provoca mayor confusión con el fin de lograr las unificaciones necesarias que nos permitan elevarnos hacia el mundo superior.

Entonces podemos decir que la letra Iod es, al mismo tiempo, una y diez (porque en realidad todo es 1 y algo mas), es una como luz unificada dentro del nivel proveniente desde el Or Ein Sof, y es diez desde nuestra percepción inferior. Pero, pese a nuestra percepción inferior (la Iod es diez), somos conscientes de que la Iod es una sola letra que en términos superiores (del Universo de Atzilut) es una luz unificada. Porque sabemos que los colores pueden ser diferenciados desde el Universo de Briá, pero que dentro del Universo de Atzilut no existen los colores porque todos se unifican dentro de una luz unificada. Esta luz unificada no posee tiempo ni espacio, y reduce toda la realidad dentro de sí misma. Por ese motivo, Atzilut no posee tiempo ni espacio, porque los niveles son tan altos que tiempo y espacio desaparecen al operar en magnitudes tan elevadas.

Por eso, cuando el Tetragrama como modelo de manifestación de toda la realidad cosmogónica ya opera en un nivel más bajo de la realidad se manifiesta en diferentes magnitudes.

Primera manifestación del Adam Kadmón (plan general de la manifestación). La primera manifestación interior dentro del Ein Sof es el punto; este punto representa el propio plan general del Adam Kadmón todavía no desplegado y que corresponde a la sefirá de la Keter cosmológica.

La segunda manifestación interior dentro del Ein Sof es la extensión del punto original, donde el 1 pasa a ser 10, y las 10 dimensiones de la letra Iod se encuentran completamente unidas dentro de una unidad, a esto lo denominamos como el Universo de Atzilut (la Emanación). Allí no existe el tiempo ni el espacio y corresponde a la sefirá de la Jojmá cosmológica.

La tercera manifestación ya se encuentra dentro del vacío, es decir, la Iod interior del Ein Sof ahora se va a desplegar dentro del mundo del vacío y entonces las diez Sefirot se van a duplicar dentro del mundo de la dualidad; en un primer nivel, la primer Hei quedará como el futuro y se formará el tiempo, y en otro segundo nivel, la segunda Hei establecerá el punto material del espacio. Así, cuando se produce la tercera manifestación del Universo de Briá (la Creación), correspondiente a la sefirá de la Biná cosmológica, este tercer universo se expande seis veces (los seis días de la creación) provocando la aparición de la cuarta manifestación universal (o como se denomina en el misticismo judío, el Universo de Yetzirá-la Formación), y, finalmente, la última manifestación de la segunda Hei o quinta manifestación universal, denominada como el Universo de Asiá (la Acción), correspondiente a la Maljut cosmológica.

Así tenemos la extensión cosmológica del Tetragrama que corresponde a la expansión de los universos desde las primeras dos manifestaciones dentro del mismo Ein Sof, y las tres grandes manifestaciones dentro del vacío. Los cinco universos que tienen dentro de sí mismos la luz del infinito (Or Ein Sof).

Ahora bien, manifestados todos los grandes universos generales, nos encontramos ya en el segundo nivel de manifestación; en este momento el Árbol de la Vida se encuentra operativo dentro de todo el sistema de manifestaciones del universo de la fragmentación. Ahora, cada dimensión (Sefirá) posee una resonancia energética diferente una de otra y entonces el Tetragrama (que representa el despliegue de toda la información existente dentro de la manifestación) operará de una forma diferente. Dice el sabio cabalista Iejiel Bar Lev en una de sus obras:45

«Cada sefirá posee también numerosos nombres y apelativos los cuales se dividen en dos: Toda sefirá corresponde a una variante del nombre de las cuatro letras pero con diferente puntuación. Por ejemplo, la sefirá de Keter, es Iud, Hei, Vav, Hei, mas con la puntuación denominada kamatz, Jojmá con la puntuación denominada pataj; Biná con trire; Jesed con segol, Guevurá con shva; Tiferet con jolam; Netzaj con jirik; Hod con shuruk; Yesod con kubutz, y Maljut sin puntuación. La puntuación recalca una característica especial del nombre de las cuatro letras, y por eso, la falta de puntuación en Maljut se debe a que ésta no posee nada por sí misma. En el libro de rezos basado en la sabiduría de la Cábala encontramos una puntuación diferente cada vez que aparece el nombre de las cuatro letras en las distintas bendiciones. Por ejemplo, en la bendición “Tu otorgas conocimiento al hombre”, el nombre de las cuatro letras está puntuado con pataj, ya que estamos apuntando a la Luz infinita que se revela en la sefirá de Jojmá. En la bendición “Quien bendice los años”, el nombre está puntuado con jirik, porque apelamos al Creador, al Ein Sof revelado en la sefirá de Netzaj».

Debemos realizar aquí una importante aclaración conceptual antes de continuar avanzando en el análisis del Árbol de la Vida. Tenemos hasta ahora el despliegue de los diferentes universos que representan a cada una de las letras del Tetragrama. Entonces, ¿qué simboliza el Tetragrama? Es la manifestación del Ein Sof. El Ein Sof no manifestado no puede ser simbolizado ni conceptualizado de ningún modo. Deberíamos decir de manera más precisa que el Tetragrama representa la simbolización de la divinidad dentro de la manifestación. En parte, dentro de la manifestación y, en parte, en su interioridad. Si estudiamos la letra Iod del Tetragrama, nos damos cuenta de que simboliza el conjunto de los dos universos no manifestados dentro del vacío, sino manifestados en la interioridad del propio Ein Sof. Así que, si realizamos un análisis minucioso del Tetragrama, encontramos que la primera letra de este (la Iod) representa el conjunto de los dos universos manifestados dentro del mismo Ein Sof (cuando aún no se encontraba creado el vacío donde se manifestará la existencia).

Recordemos que los dos primeros universos eternos dentro de la Eternidad del Ein Sof son el mismo plan general, o Adam Kadmón, y el Universo de Atzilut (la Emanación). Queda como problema conceptual resolver el asunto de cómo se produjo la existencia de una luz unificada del Ein Sof que se pudiera captar dentro del mismo Ein Sof, porque esto representaría una dualidad imposible para la esencia del Ein Sof. Entonces debemos llegar a la conclusión de que todo el Ein Sof es Or Ein Sof y no pueden existir diferencias entre ambos. Solamente que nosotros no podemos percibir todo el Ein Sof, y lo que denominamos como «Or Ein Sof» son los diversos grados de restricción de la esencia. Entonces, para nuestra mente finita se conceptualiza como una dualidad. En realidad, si el Or Ein Sof es todo el Ein Sof en sí mismo, lo que nosotros llamamos Or Ein Sof es lo que podemos percibir en la manifestación, pero hay un nivel de Or al infinito que no podemos percibir justamente por ser infinito. Ahora bien, regresando al tema central de esta explicación, si la primera manifestación del Tetragrama determinó la estructura general de todo lo que se ha manifestado y manifestará en el futuro, ahora en un segundo nivel el Árbol de la Vida en funcionamiento opera con la misma sustancia divina (que se encuentra simbolizada por el Tetragrama); por ese motivo podemos decir, que, dentro del plan general del Ein Sof (Adam Kadmón), el Keter representa un punto del Tetragrama, pero dentro del funcionamiento operativo ahora el Keter funciona como el Tetragrama vocalizado con la Kamatz. Si dentro del plan general del Ein Sof la Jojmá representa la Iod del Tetragrama (Universo de Atzilut), ahora la Jojmá en su funcionamiento se encuentra simbolizada por el Tetragrama vocalizado con la letra pataj; si dentro del plan general del Ein Sof, la Biná representa la primera letra Hei del Tetragrama (Universo de Briá), ahora en su funcionamiento la Biná se encuentra representada por el Tetragrama con la vocalización de trire. Por otra parte, si dentro del plan general de la manifestación divina las seis Sefirot inferiores se encuentran representadas por la letra Vav del Tetragrama (Universo de Yetzirá),46 ahora cada una tendrá una vocalización diferente, y, finalmente, si la última letra Hei del Tetragrama representa la dimensión de la Maljut cosmológica (Universo de Asiá), en realidad tendrá un Tetragrama sin vocales en su funcionamiento. Como se puede percibir, cuando aplicamos las diferentes vocalizaciones del Tetragrama a cada dimensión ya nos encontramos realizando una descripción de la magnitud de energía que opera dentro del funcionamiento de dicha dimensión, pero no hacemos referencia a la dimensión cuando apareció por primera vez dentro del despliegue general del plan general divino.

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