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2. Jojmá (la Sabiduría)

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La sabiduría es el nivel de conciencia más alto que podemos alcanzar, dado que ya hemos visto nuestra imposibilidad de llegar a Keter. Sin embargo, podemos decir que es posible acceder a la Jojmá y superarla. Hay un antiguo refrán de los grandes cabalistas que dice que quien llega a una dimensión llega a todas. Esto encierra un gran asunto. No se accede a la Jojmá como una escalera desde las más bajas dimensiones, sino que se puede acceder de forma directa. Por ejemplo, existen (y han existido personas sabias a lo largo de la historia) que no han pasado por la Biná (el Entendimiento). Vamos a intentar explicar la naturaleza de la sabiduría. La sabiduría puede captar el conocimiento sin pasar por la conceptualización rígida de nuestras estructuras mentales. En la Jojmá psicológica existe todo el campo de las simbolizaciones, es un área metafísica, pero que contacta con las estructuras simbólicas generales. Algunos cabalistas la asocian con el inconsciente colectivo junguiano, aunque entiendo que la Jojmá psicológica es un campo más extenso que dicho concepto. Dentro de la tradición judía aunque existe la palabra «Sabio» (Jajam) se utilizan dos palabras «Talmid jajam» (Aprendiz de Sabio). El verdadero sabio en el misticismo judío es quien nunca se considera a sí mismo como sabio. Si la Sabiduría absoluta se encuentra en el Ein Sof, ¿cómo un ser humano limitado puede pretender ser «Sabio»? La categoría del «Sabio» puede constituir un tipo de idolatría encubierta. Nadie es «Sabio», porque dentro de la finitud todos somos aprendices de Sabio. (Ni al Ein Sof lo podemos denominar como «Sabio» porque en realidad lo limitamos conceptualmente). ¿Quién alcanza la Sabiduría? Jojmá, para algunos cabalistas, designa el «Koaj Ma» (la fuerza de la pregunta). Es aprendiz de Sabio el que constantemente se interroga. Quien se interroga sobre su condición subjetiva no puede ser cerrado, no puede ser dogmático; justamente el Aprendiz de Sabio jamás puede ser dogmático. El dogmático no puede ingresar en la Jojmá, simplemente porque no ha resuelto el aspecto negativo de la Biná (Klipá de la Biná). El dogmático ha construido una zona de seguridad idolátrica. En cambio, el aprendiz de Sabio ha renunciado a toda soberbia subjetiva y a toda subjetividad para admitir sus propios límites. (¿Cómo es posible que un pequeño fragmento del Ein Sof pueda ser soberbio?, probablemente como compensación a su desesperación finita estructural derivada de su no-aceptación de tal estado).

La Jojmá es la dimensión donde «unificamos» constantemente la realidad y nuestra conciencia. En la «Sabiduría» podemos percibir las dos caras y los millones de caras de toda la realidad. Todo el trabajo existencial es destruir las contradicciones, pero no destruirlas a partir del enfrentamiento, sino a partir de la fusión esencial. En «Jojmá», el mal ha sido derrotado en la percepción porque sabemos que el «Bien y el mal», como decían los antiguos mekubalim, tienen un origen común. Si todo el «Mal» que recibimos lo podemos transformar en Bien y si podemos captar el Mal oculto detrás de todo Bien, entonces hemos ingresado en la Jojmá. No existe ni Bien ni Mal, sino una raíz común. «El Mal es el bien situado de forma incorrecta», decía Yosef de Gikatilla (alumno de Abraham Abulafia).

El arquetipo que se corresponde a la Jojmá es el del Padre (Adam). El Padre que tiene la energía de fecundar, pero que si no encuentra el sitio adecuado (la Madre-Biná), entonces puede perder energías que no se materializan. El problema del aprendiz de Sabio en Jojmá es que puede perder la organización conceptual, y llegar así a la locura sino es consciente de su ser finito, y debe siempre regresar a su finitud estructural. Quien no se autolimita en la expansión de la Sabiduría se puede autodestruir. La autodestrucción en la Jojmá se puede producir (como los dos hijos de Aarón) por la excesiva Luz divina. ¿Es necesario captar toda la Luz divina? Es un residuo de orgullo imaginar que podemos captar más energía de la que estamos capacitados. ¿Por qué motivo el aprendiz de Sabio se puede volver «Loco»? Porque el «Loco» pretende captar la realidad superior anticipadamente sin entrenamiento. Por lo tanto, el aprendiz de Sabio conoce sus límites y, a partir de este conocimiento de su finitud, trabaja para seguir adelante. El aprendiz de Sabio (el Talmid jajam) conoce la naturaleza de la luz divina, y así como es posible ser destruido por la «Oscuridad», así también la luz infinita puede destruirnos. Ahora bien, no es responsabilidad de la Luz infinita nuestra destrucción, sino la incapacidad de reconocer nuestros propios límites.

Cuando el «aprendiz de Sabio» reconoce sus limitaciones, automáticamente está reconociendo el carácter absoluto del Ein Sof, o, dicho en términos inversos, cuando reconocemos la supremacía del Ein Sof, entonces se adquiere la categoría de aprendiz de Sabio; y nuevamente se produce la paradoja de esta dimensión: cuando un aprendiz de Sabio se cree Sabio no es ni aprendiz de Sabio, y cuando un aprendiz de Sabio no se cree ni aprendiz de Sabio, entonces logra llegar a la Sabiduría. Por lo que cada vez que un sujeto cree que ha llegado a experimentar dicha dimensión, entonces no ha experimentado nada. Por ese motivo, el verdadero aprendiz de Sabio trabaja más para ocultar que para revelar. Ya que cada vez que revela avanza hacia una luz de la que debe ser consciente de que la podrá soportar. Y es justamente por el nivel de lo que oculta por lo que se le revela.

Quiera Dios que todos los que avanzan en el conocimiento no se pierdan en el camino hacia el Ein Sof. Para no perdernos en el camino del Padre (Jojmá) debemos siempre llamar a la Madre (Biná).

La cábala

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