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14. Clases o niveles del «Yo» (Bruner, Wundt, Kantor, Watson, Skinner, Castila del Pino)

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«Ser feliz es percibirse a sí mismo sin miedo».

WALTER BENJAMÍN

Quiero hacer algunas aclaraciones, antes de continuar, para que el análisis conceptual sea riguroso. Voy a establecer las cinco clases de Yoes con los que trabajaremos:

1 El Yo mental interior representa el núcleo duro o interior de la Biná (es decir, Keter de Biná, Jojmá de Biná y Biná de Biná), esto habitualmente lo denominamos como la Merkabá. Pero siempre recordemos que este «Yo» se corresponde con nuestra Merkabá psicológica y que no tiene relación con la Merkabá real que se encuentra en el Universo de Briá. Cuando los cabalistas medievales hacían referencia a los niveles de las diferentes «almas» dentro de cada Palacio (como lo realizará Moshe de León) aquí se hacía alusión a los «palacios» más antiguos del Universo de Briá. Luego, con la psicoanalización de la cábala, los Palacios pasaron a formar parte de las siete estructuras básicas del Yo mental exterior.

2 El Yo mental exterior que se encuentra representado por las siete sub-dimensiones de la Biná, habitualmente denominadas dentro de la tradición mística del judaísmo como los «Palacios» en términos yetziráticos. Probablemente, en este nivel dimensional del Yo podamos hacer referencia a la escuela de Jerome Bruner (Nueva York, 1915) denominada como «cognitivismo puro». La categorización del proceso de información de Bruner52 se asocia dentro de la psicología del misticismo judío a la función de la Biná psicológica. La simplificación conceptual de Bruner53 es una herramienta de la Biná para obtener seguridad en el campo conductual, ya que la cognición inicial tiene que ordenar la complejidad de la realidad. Los conceptos de la Biná (Yo mental) simplifican la realidad para otorgar una seguridad imaginaria al Yo.

3 El Yo emocional interior que se corresponde con la dimensión de la Tiferet,54 y es aquí donde se encuentra el centro del ser humano en términos emocionales y donde se debe conectar de forma directa con la Merkabá. La Biná más profunda (El Yo mental interior) tiene que contactar directamente con la Tiferet. La «Tiferet» o el Yo emocional es la región del Yo donde algunos terapeutas le otorgan al sujeto la máxima autonomía posible.55 En este nivel podríamos situar a Wilhelm Wundt (1832-1920) con su escuela de psicología experimental y su trabajo de interiorización. Wundt reconoce el centro tiferético del que habla hace siglos la mística hebrea.

4 El Yo emocional exterior que se corresponde con la dimensión de la Yesod representa las vinculaciones del Yo con el entorno social. Las relaciones de presión o adaptación del Yo al entorno se encuentran en este nivel. En este nivel opera todo el conductismo de Watson56(1878-1958) y en cierto modo el interconductismo de Kantor57(1888-1984), sin embargo, este último es más moderado que Watson, al afirmar que existe un flujo del sujeto con el entorno de forma bidireccional, lo que implica que confirma la conexión que establece la psicología del misticismo judío, entre el Yo emocional interior de la Tiferet con el Yo emocional exterior de la Yesod. Kantor por lo menos reconoce que existe el sujeto en su interioridad (Tiferet), en cambio, Watson plantea un «condicionamiento total» del entorno sobre el sujeto. En realidad, Watson está percibiendo la realidad psíquica estrictamente desde la dimensión de Yesod. Ahora bien, como Watson no puede dejar de reconocer un cierto nivel de interioridad (un hablarse a sí mismo de la Tiferet) dice que el hablar es también una conducta y, por lo tanto, mezcla la dimensión de Tiferet dentro de la Yesod.58 Desde el punto de vista de la psicología del misticismo judío, Watson estaría operando exclusivamente dentro de la dimensión de Yesod (el condicionamiento social como superior a la autonomía del sujeto, negando, en cierto modo, el libre albedrío), y Kantor expresa (a través del interconductismo) que el sujeto trae su «centro emocional interior» (Tiferet) y que este interactúa con el entorno, salvando así cierto nivel de libre albedrío en el sujeto. Para Kantor, la conducta es siempre un producto de la interacción (acepta el canal de conexión de Tiferet con la Yesod).59 De todos modos, el que realmente representa el conductismo radical es Burrhus Skinner (1904-1990), quien directamente le niega a la Tiferet (Yo interior) su influencia sobre la conducta, porque para esta escuela toda la conducta está completamente determinada por el entorno. Nosotros no podemos validar esta posición porque niega las diferencias subjetivas, y, como sabemos, todo sujeto en el ejercicio de su libre albedrío y por su diferencia de percepción interna no reacciona del mismo modo.

5 El Yo animal (del nivel de Maljut), el cuerpo y sus instintos animales. El Ello freudiano, en términos de la cábala, el nivel del alma que se corresponde con «Nefesh» (lo que habitualmente denominamos como cuerpo físico). Dentro del judaísmo no existe el cuerpo físico, sino que el cuerpo físico es el nivel más bajo60 del alma, pero sigue siendo parte del alma, por ese motivo lo denominamos como el alma animal.

Una escuela de psicología moderna que se ha acercado61 a la idea de los diferentes yoes en el sujeto es la del doctor Carlos Castilla del Pino (1922-2009). Transcribimos a continuación un fragmento de la obra del doctor Joan Prat i Carós (1947) que lo cita, y luego estudiaremos las relaciones conceptuales entre esta postura y el misticismo judío:62

«Castilla del Pino inicia su reflexión considerando que la habitual identificación entre sujeto y yo siembra la confusión en psicología y psicopatología. Para superarla propone una tesis en la que: “… una misma persona puede manifestarse bajo diferentes yoes, a veces incluso contradictorios […] todos del mismo sujeto”» [1998, pág. 48].

«Un sujeto, por consiguiente posee un conjunto de yoes que utiliza en su vida social y cada uno de nosotros usa un yo distinto… para cada situación. Nadie duda de que estos yoes pertenecen al sujeto, ni el propio sujeto los cuestiona en situaciones normales. Pues bien, ese alguien al que pertenecen el conjunto de yoes es el sujeto». «Cada sujeto construye, vigila y controla sus yoes, y si alguien deja de tener esta capacidad de instrumentalizar y coordinar, “mandar” −dice Castilla del Pino−, deja de ser sujeto. Este es el caso del recién nacido, con yoes aún confusos, o, en el otro extremo, cuando alguien por demencia senil, por ejemplo, pierde la capacidad de control sobre su persona».

«El yo, o mejor dicho, los yoes son el instrumento que utiliza el sujeto para presentarse o representarse a sí mismo en sociedad».

Aquí sostenemos una diferencia fundamental con el doctor Castilla del Pino, porque si los yoes son máscaras que utiliza el sujeto para presentarse a sí mismo dentro de la sociedad, entonces no estamos haciendo referencia a las dimensiones (Sefirot) psicológicas, sino a una sola dimensión del Árbol de la Vida, y esta es indudablemente la que denominamos como «Yesod».

La Yesod es la dimensión cuya energía establece una relación de mi Yo con la sociedad, pero siguiendo al doctor Castilla del Pino, si la construcción de mis yoes está metabolizada por el entorno, y la clave del desarrollo de mis yoes se encuentra condicionada exclusivamente por mi relación con el entorno, entonces no podemos hablar de «dimensiones psicológicas», porque las dimensiones psicológicas del sujeto son yoes esenciales a la estructura (es decir, son «objetivos») y no son yoes metabolizables por el entorno social.

Por lo tanto, inferimos de este análisis que el doctor Castilla del Pino ha estudiado la psicología desde la dimensión psíquica de Yesod (la relación del Yo con el entorno), sin embargo, para la psicología del misticismo judío la estructura objetiva psíquica se corresponde a diez dimensiones básicas (Sefirot). En cierto modo, todas las dimensiones psíquicas de la estructura subjetiva se tienen que enfrentar/adaptar a las condiciones del Árbol de la Vida social. Entonces, ya no estamos haciendo referencia a las dimensiones del Árbol de la Vida subjetivo, sino a las subdimensiones de la dimensión de Yesod (donde cada uno de nosotros adapta la energía de una dimensión determinada a los condicionamientos sociales de las energías exteriores).

Todo el Universo de Yetzirá (la Formación) representa el universo psíquico, y allí existen diez «yoes». Por lo tanto, cuando nosotros hacemos referencia a los diferentes «yoes» del sujeto, no debemos relacionar estos yoes como formas de relación entre el sujeto y su entorno, porque todas las relaciones del sujeto con el entorno se encuentran dentro de lo que podemos denominar como el «Yo social» (también denominado como «Yo egoico»).

Dicho «Yo social» es un yo más de los diez tipos de yoes existentes. Así que lo que se denominan como «yoes» en la teoría del doctor Castilla del Pino no son los mismos yoes desde la psicología del misticismo judío.

Castilla del Pino hace siempre referencia a los yoes de un Yo subjetivo en su interacción social y que es único. Ahora bien, el doctor Castilla del Pino puede percibir dentro de su teoría los que los antiguos cabalistas del judaísmo pudieron explicar como la «Tiferet» cuando dice:63

«… el sentimiento de identidad es también del sujeto, que se sabe el mismo a pesar de la multiplicidad fenoménica que se representa al actuar (para los demás o para sí)» [Op.cit., 1998, pág. 49].

La «multiplicidad fenoménica» del doctor Castilla del Pino hace referencia (como ya hemos visto) a la dimensión de Yesod, pero ahora se expresa la noción de la existencia de «un sentimiento de identidad» que se encuentra más allá de esta multiplicidad, y esto es justamente lo que denominamos dentro de la cábala hebrea como la Tiferet. El gran cabalista Najmán de Bratslav decía que cada uno muere con su propia verdad interior que es incomunicable, y este es justamente el «sentido de identidad del sujeto» que propone Castilla del Pino.





Como se puede ver, el Yo mental (tanto el interior como el exterior) se denomina dentro de la cábala como la «Neshamá» o el alma intelectual. La Merkabá es, pues, el centro de la Neshamá que nos contacta con la Jaiá en el nivel de la voluntad, y por lo tanto hace de puente con la Jojmá psicológica.

El Yo emocional (tanto el interior como el exterior) se corresponde con lo que en la cábala denominamos como el Ruaj (el alma emocional), y por ese motivo el Ruaj abarca las seis dimensiones inferiores del Árbol de la Vida.

Ahora bien, podríamos decir que realmente el Yo emocional exterior de la Yesod no es exclusivo de la Yesod, sino de las cinco dimensiones inferiores que dependen de la Tiferet. Por ese motivo, todas estas dimensiones pertenecen al Universo de Yetzirá (la Formación). Todo el Ruaj (el alma emocional) depende (o debería depender) para su canalización de la Neshamá, y más específicamente del núcleo duro de la Neshamá (la Merkabá).

En términos freudianos podríamos decir que Maljut64 correspondería al «Ello» de los instintos básicos de la animalidad (el alma animal o Nefesh), el «Super-Yo» freudiano pertenece a la Yesod del árbol (la influencia externa o social sobre el yo real), y finalmente la «Tiferet» representaría al «Yo» freudiano, ya que el «Yo» (Tiferet) debe ser mediador entre las pulsiones animales (biológicas) del Ello (Maljut) y la influencia social (moral social) internalizada por el Super-Yo que representa dentro del misticismo judío las fuerzas de Yesod. El «Yo mental» de la Biná (Conciencia e Inconsciente: Biná de la Biná y Jojmá de la Biná) es el que debe resolver los equilibrios en las tres dimensiones inferiores del Yo (Tiferet), del Super-Yo (Yesod) y del Ello (Maljut).

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