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9. Hod (la Gloria)

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Hod representa el lenguaje estructurado. Es la dimensión de la conceptualización en acción. Decimos «conceptualización en acción» para diferenciarla de la Biná, que es la conceptualización mental. En Hod buscamos «la verdad» dentro del discurso racional, cuando en realidad nos debemos preguntar ¿Qué verdad? ¿Hay verdad en las palabras limitadas dentro de la finitud humana? Sabemos que la única verdad real y eterna se encuentra en el Ein Sof, entonces nos preguntamos: ¿Qué verdad se puede percibir dentro del mundo de la fragmentación? El concepto puro que va descendiendo desde la Biná cada vez posee menos luz, las miles de interpretaciones subjetivas de cada Tiferet borran la pureza esencial del mensaje que lleva la palabra. Y entonces el concepto que venía para ayudarnos a comprender la realidad, justamente nos distancia de la realidad. Y entre nosotros y la realidad se interpone el mundo conceptual que, siendo un intermediario, minimiza la luz. Como dice Madirolas (2005): «La ilusión de Hod es elevar este orden lógico a la categoría de absoluto, es decir, la ilusión de que todo sigue un orden que puede ser explicado. La luz de la razón proyecta la ilusión de la razón». Hod es el mundo de seguridad que cree en los conceptos en su calidad de formas axiomáticas. La única posibilidad real que tenemos en Hod es la honestidad; aunque no pueda acceder a lo esencial del concepto, sí puedo coordinar sobre un mismo eje, el pensamiento (Biná), el sentimiento interior (Tiferet) y la acción material (Maljut). La confianza en la palabra dada es la clave ética de Hod, por más que sabemos que existen miles de interpretaciones subjetivas de los conceptos, lo que sí sabemos es si un concepto refleja del modo más cercano posible la realidad. Porque un grave problema de Hod es la intencionalidad de la mentira. Este es el mayor desequilibrio de esta dimensión. Por supuesto, sabemos que toda esta realidad inferior condicionada por el tiempo y el espacio es una mentira absoluta frente al Ein Sof, pero dentro del sistema del vacío esta realidad es verdadera. Por lo tanto, aunque el concepto pueda ser millones de veces interpretado a la luz de nuestra subjetividad, lo «honesto» es situar el concepto en el mismo eje que la realidad material. Es verdad que nuestra ignorancia (como en la totalidad de las dimensiones) puede ser un obstáculo fundamental a la hora de comprender el concepto que estamos utilizando. Pero también sabemos si la intencionalidad interior que tenemos al utilizar el concepto se encuentra en una posición coherente en relación con la realidad material. Si la intención es destruir al «Otro», entonces se pueden utilizar negativamente las energías de Hod. Por ejemplo, la difamación, el rumor, incluso si se propaga una información verdadera cuyo objetivo es destruir al «otro» entonces estamos utilizando de forma inadecuada este tipo de energía. Ahora bien, si logramos la «honestidad» de Hod, obtenemos una clave importante para nuestro autoconocimiento en la Tiferet. ¿Cómo puede el Yo interior de la Tiferet trabajar su interiorización si no es honesto? No se puede ser deshonesto con los demás y honesto con uno. La honestidad es integral a la estructura subjetiva. Si logramos la honestidad conceptual de Hod (lo más cercano a la verdad subjetiva que tenemos), entonces el trabajo de autoconocimiento se puede llevar hasta las máximas consecuencias, que es perder el miedo a reconocer el lado oscuro (en hebreo, Yetzer Ha Ra, la tendencia al mal). Así lo explica el sabio cabalista Eduardo Madirolas (2005):

«La honestidad es, por último, una virtud imprescindible para tener acceso al propio Tiferet. No hay verdadera introspección sin honestidad con uno mismo, y esto es algo que hay que aprender: a analizarnos con verdad, a no mentirnos ni autoengañarnos sobre nuestras verdaderas motivaciones y sentimientos, a reconocer nuestra verdadera forma de ser, con virtudes y defectos, desmontando los mecanismos de defensa que hemos construido para evadirnos del dolor de ver claramente cómo somos y cómo hemos actuado en el pasado. El Ego siempre está buscando excusas y echar la culpa a otros o las circunstancias de lo que no le gusta de sí mismo. O bien busca apoyarse en teorías y razones que justifiquen ante sí y ante los demás su conducta. Esto no es compatible con Tiferet, que empieza por aceptar sin lamentaciones ni victimismo la verdad sobre el propio ser».50

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