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16. Las Sefirot como los diez «arquetipos» objetivos de toda la realidad

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«El Árbol de la Vida es un organigrama que armoniza nuestras tendencias y que busca equilibrar nuestras pulsiones y energías».

MARIO SATZ

Las fuerzas dimensionales arquetípicas de la Jojmá son las Sefirot. En realidad, las Sefirot (Dimensiones) son las raíces energéticas de todos los arquetipos. La Jojmá es la matriz arquetipal de todos los arquetipos del inconsciente colectivo. Por ese motivo, los cabalistas han establecido diversas figuras arquetípicas en cada una de las dimensiones (Sefirot), por ejemplo, en Maljut (La materialidad del Reino) establecieron como arquetipo al Rey David por su permanente vinculación con la guerra material y los instintos naturales; en la Yesod (la pulsión sexual y la relación con el entorno social) establecieron como arquetipo a Yosef (José) debido a que fue sexualmente tentado por una mujer egipcia y porque desarrolló su identidad dentro de la cultura egipcia y se mostraba exteriormente a los demás (en su nexo social) como un súbdito egipcio siendo en su interioridad de origen israelita. El arquetipo de la dimensión de Hod es Aron, el primer sacerdote, ya que Hod simboliza la «palabra», y Aron siendo hermano de Moisés era quien hablaba con el faraón y controlaba las palabras, mientras que el arquetipo de la dimensión de Netzaj (el lenguaje emocional) será Moisés porque será quien comunique sus sentimientos interiores, y exteriorice sus emociones (a pesar de ser muy malo para pronunciar las palabras, no como su hermano Aron). El arquetipo de la Tiferet es Jacob (o Israel) debido a que es el Yo en su autonomía. Jacob (el tercer patriarca) tenía una identidad heredada de su padre (Isaac) y de su abuelo (Abraham), sin embargo, aún no era él mismo, no había encontrado su propio Yo, y al encontrar su verdadera identidad interior independiente de su familia, es cuando logra su autonomía (estructura su identidad) y es de ese modo como Jacob se transforma en Israel. Por lo tanto, es interesante que el único arquetipo que se modifica es el de la Tiferet (el Yo emocional o el centro del Yo entre lo mental y lo instintivo); cuando Jacob se transforma en Israel, el mismo arquetipo que dependía de sus ancestros ahora pasa a tener una autonomía como sujeto, ahora Jacob no creerá en el Dios de sus padres, sino que su relación con el Ein Sof será directa, es decir, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob se transformará en el Dios de Israel. El arquetipo que se corresponde con Guevurá (la Fortaleza o la disciplina) es el segundo patriarca, Isaac. Fue Isaac quien siendo consciente de que iba a ser llevado al sacrificio aceptó el mandato de su padre; Isaac conocía la consciencia de los límites, la severidad de Dios. La orden de Dios indudablemente no era misericordiosa, llevar al hijo a la muerte física, y es entonces cuando se establece la severidad de esta realidad, cuando aparece la misericordia de Dios (Jesed); y el Jesed será de Abraham, del primer patriarca. El arquetipo de la misericordia (Abraham) será quien siempre reciba a los ángeles en su campamento. Si seguimos subiendo por el Árbol de la Vida encontramos, como arquetipo de la Biná, a Javá (a Eva), porque es la mujer quien trae las almas al mundo, y quien trae, además del nacimiento, la posibilidad de la muerte física. La Biná que pertenece al mundo de la restricción nos otorga una existencia limitada en el tiempo. A Eva le debemos toda nuestra existencia, porque nos ha traído al mundo. Todo ser humano ha nacido de una mujer, así que el Entendimiento de la Biná nace con lo femenino, y con lo femenino nace la organización y nuestros límites mentales, y nuestros límites reales. El arquetipo de la Jojmá será Adam, el primer hombre, en calidad del arquetipo masculino, y su aparición será consecuencia de la contracción de la Biná.

La Jojmá (la Sabiduría) poseía el arquetipo del Adam andrógino cuando aún no existía la polaridad de la Bet. La sabiduría tiene relación con el mundo de la conciencia Alef, donde todo se unifica. El Adam original se encuentra completamente unificado hasta que le seccionan su lado femenino para construir la Biná. Originalmente, el Adam real unificaba los aspectos femeninos y masculinos, en realidad pertenecía más a Keter que a la Jojmá, porque la Jojmá se puede diferenciar en su arquetipo masculino a partir de la existencia de lo «femenino» de la Biná.

A partir de la construcción de la Biná arquetípica, Adam (la Jojmá) debe manifestarse en la realidad de la existencia siempre abrazando a Eva (la Biná). Y como dice el Zohar deben abrazarse en un «abrazo eterno». Es, pues, «sabio» quien unifica todas las cosas y puede percibir la realidad como la percibió Adam en su perspectiva andrógina. Y finalmente el arquetipo de Keter; allí donde no existe ningún arquetipo definido, en Keter nos encontramos con la sorpresa de que allí no hay arquetipos, y si no existen los arquetipos, ¿cuál es el arquetipo de Keter? Entonces, es en nuestro Keter psicológico donde tenemos que construir nuestro propio arquetipo; a partir de un equilibrio de todos los arquetipos de todas las dimensiones debemos construir el que nos pertenece. Solamente podemos decir que, a pesar de que en Keter no existen arquetipos debido a nuestra propia construcción autónoma, sin unificar los elementos masculinos con los femeninos no podremos acceder a construir un arquetipo en Keter.

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