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Introducción a la psicología del misticismo judío: marco teórico-metodológico

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«Nunca desesperarse, nunca caerse».

NAJMÁN DE BRATSLAV

Uno de los más importantes temas del misticismo judío es la explicación del funcionamiento del ser humano y su sentido cosmogónico. El judaísmo a lo largo de la historia ha intentado comprender la realidad divina de todo lo creado (el Maasé Bereshit), y profundizó sobre el misterio de la psique del ser humano. En ese sentido, podríamos decir que una parte de los grandes cabalistas judíos advirtieron de la importancia de comprender al ser humano, y de comprender el sentido de su existencia, no solamente dentro de un plano individual, sino en el plan general de la creación.

El trabajo que presento ante el Honorable Tribunal de la Universidad Ramón Llull es el diseño de las aplicaciones psicológicas de la cábala hebrea y, en particular, sobre el símbolo del Árbol de la Vida.

Lamentablemente, como el trabajo requiere de una traducción del lenguaje místico antiguo y medieval a los nuevos términos de la modernidad, he intentado buscar detenidamente las equivalencias conceptuales para que el análisis científico sea lo más riguroso posible. Tampoco tengo dudas de que mis propias experiencias personales, tanto de mi vida privada como de la relación con mis alumnos en los cursos sobre la cábala, son las que realmente me ayudaron a comprender mejor la psique humana y a establecer las conexiones adecuadas entre los antiguos conceptos del misticismo judío tradicional con las nuevas formas de comprensión de las escuelas psicológicas modernas. A pesar de la extensión del marco teórico de mi trabajo doctoral, quiero dejar constancia de que todos los conceptos vertidos son el fruto de la interacción entre el análisis teórico y la realidad práctica de un buen número de mis alumnos.

La búsqueda del sentido de la existencia en el ser humano no debe ser considerada como una patología, lo que sí se puede convertir en patológico es justamente el hecho de la aparente imposibilidad del ser humano de encontrar dicho sentido. Trabajar el sentido de la existencia del ser humano desde la infancia para extraer, como decimos dentro de la cábala la «raíz del alma» de la persona, es fundamental para realmente alcanzar la felicidad interior; una felicidad interior no dependiente de nuestro exterior, sino de nuestra autopercepción. Elevar los niveles de autopercepción a través de las estrategias que nos legaron los antiguos sabios del judaísmo es la clave para alcanzar los mayores niveles de felicidad y de intensidad existencial. Por ese motivo, hemos trabajado la unificación científica entre los elementos derivados del misticismo judío y los elementos de la Psicología clásica. Es más, podemos decir, sin equivocarnos, que muchos cabalistas fueron pre-psicólogos porque trabajaron su propia psique y estudiaron la psique para comprender mejor el diseño divino. Lo que estudiaremos representa la contribución psicológica que ha realizado durante siglos el misticismo judío.

Debemos ser conscientes de que dentro del judaísmo se trabajó exegéticamente para elevar poco a poco el nivel de conciencia del sujeto. Y dentro del trabajo de elevación de dicho nivel de conciencia, el estudio directo o indirecto de la psique fue esencial.

Ha quedado en suspenso la labor de comprender la Psicología desde la cábala hebrea, y este trabajo creemos que recién comienza. Un estudio serio y profundo del misticismo judío (la cábala) nos puede llevar a una comprensión psicológica transpersonal de la psique. El aporte del misticismo judío al campo de la Psicología es fundamental y debe ser expuesto, estudiado y analizado minuciosamente. Por lo tanto, debemos considerarlo como un aporte más al crecimiento general del ser humano.

Ya muchos autores, como Moshé Idel, advirtieron de que la relación entre la Psicología y la cábala aún no ha sido estudiada en profundidad. Idel dice sobre este asunto:1

«Pero no hay razón para prohibirse un uso prudente de otras ramas de las ciencias humanas, por ejemplo, la Psicología. Este campo ha proporcionado una gran variedad de teorías respecto de la psique humana y sus procedimientos. Como algunos cabalistas se refieren abierta o alusivamente a experiencias espirituales, no podemos descuidar la contribución de una u otra teoría psicológica para describir ciertos fenómenos cabalísticos. Una vez más, Scholem evitó utilizar conceptos o teorías psicológicas. Es cierto, por otra parte, que las citas de la literatura cabalística y su análisis por parte de uno de los grandes contemporáneos de Scholem, Carl Gustav Jung, son problemáticos».

«Jung alimentaba un gran interés por la cábala, incluso tuvo un sueño cabalístico. Pero este interés e incluso esa identificación con concepciones cabalísticas no pueden hacer olvidar su verdadera incomprensión de las fuentes y su enfoque reduccionista a los textos. Aunque se pueda hacer la misma crítica al análisis realizado por Jung a obras de otro tipo, como los escritos sobre alquimia, gnosticismo o textos hindúes, dudo, en lo que a la cábala se refiere, que se pueda sacar algo sustancial del examen que hizo de los pasajes particulares que menciona en sus libros».

El Árbol de la Vida entonces sirve (y debemos utilizarlo de este modo) para resolver algunos problemas psicológicos de difícil resolución, o que no pudieron ser satisfactoriamente analizados por falta de elementos simbólicos suficientes. También el símbolo del Árbol de la Vida es muy útil para comprender el funcionamiento del sistema universal y cómo las diversas escuelas de pensamiento se han acercado a la realidad del Yo.

Puedo afirmar sin temor a equivocarme que el Árbol de la Vida es una de las representaciones más profundas del ser humano y su dinámica existencial. Como dicho símbolo opera tanto en lo físico como en lo metafísico, y como el mismo símbolo opera tanto en lo macro como en lo micro, cuando estamos trabajando con el Árbol de la Vida, nos encontramos operando tanto dentro de términos psicológicos como de aspectos cosmogónicos de forma simultánea.

El transpersonalismo de la mística judía produce así elementos simbólicos claves para una nueva interpretación existencial del ser humano, y he trabajado con estos elementos, llevándolos hasta las máximas consecuencias subjetivas, teóricas y prácticas, de acuerdo con mi propia capacidad.

Mi objetivo es comparar algunas teorías modernas con las más antiguas tradiciones del misticismo judío, con la idea de obtener como resultado una comprensión más elevada del «Yo». Pero no un «Yo» reducido a la psique, sino un Yo que abarca la psique y la trasciende.2 Reitero que el concepto del «alma» en el campo del misticismo judío no se reduce al nivel intelectual (Neshamá) o psique.3 A dicho nivel intelectual o psique lo denominaré como el Yo mental. Dicho Yo mental se encuentra dentro de la dimensión de la Biná cosmológica como ya explicaremos más adelante.

Expondré no solamente en esta tesis doctoral el funcionamiento simbólico del Árbol de la Vida y la Merkabá a nivel psicológico, sino que plantearé desde esta simbología los problemas que se presentan dentro de las diversas escuelas de la Psicología tradicional del siglo XX y las de principios del siglo XXI. ¿Cuáles son las fortalezas de los diversos sistemas modernos y cuáles son las debilidades de estos sistemas a la luz de la sabiduría antigua y medieval del judaísmo?

Intentaré enfocar dentro de la simbología del Árbol de la Vida en qué dimensiones trabajaron las diferentes escuelas del Psicoanálisis tradicional, demostrando que las escuelas parcializaron el estudio sobre algunas dimensiones del Árbol de la Vida, haciendo que unas prevalezcan sobre las otras; por ese motivo realizaron formulaciones parciales de la misma problemática humana, y por lo tanto no pudieron ver más allá de sus fronteras conceptuales. Idolatraron los conceptos, de modo que no pudieron comprender la flexibilidad y la complejidad del sistema general. Entiendo que este factor de especialización científica del siglo XIX dio como resultado una escisión del ser humano y del conjunto de la sociedad que lamentablemente hizo mucho daño. Al retornar a la sabiduría judía antigua y medieval del misticismo hebreo, encontramos una conexión profunda con una visión holística del Yo. Este tipo de pensamiento plantea que el misticismo judío abarca todas las perspectivas dimensionales para una comprensión superior del Yo.

Las escuelas de Psicología tradicional crearon «modelos racionales de comprensión», o «modelos simbólicos de comprensión», cerrando estos modelos dentro de ciertos límites dimensionales. Sin embargo, dentro de cada nivel dimensional existen verdades propias. Es decir, que si trabajamos dentro de un nivel determinado no podemos invalidar a quienes se encuentran trabajando desde otra dimensión. Debemos percibir la validez de cada visión de acuerdo con la dimensión energética del Árbol de la Vida que dicha escuela esté trabajando.

Toda crítica a cada escuela de pensamiento se fundamenta en que no se puede percibir la realidad desde dicha perspectiva. Al comprender mejor el sistema general de conexión (Daat, la comprensión, el conocimiento) podemos percibir que existe «conocimiento» dentro de cada nivel dimensional.

El misticismo judío puso en duda estos límites conceptuales que reducen el Yo dentro de unos límites anticipatorios a los límites estructurales, porque en realidad la «persona» no está limitada por sus propios límites, sino que existe una conexión de la persona con el universo. Esta conexión perdida por la modernidad redujo por la vía de la supuesta justificación racional toda la comprensión general.

Al detectar dentro del Árbol de la Vida estos límites, podremos ver con mayor claridad el problema real de estas escuelas, que fue el de parcializar o seccionar al ser humano encerrándolo dentro de ciertas dimensiones del Árbol de la Vida, no pudiendo admitir que el ser humano es un sistema complejo integrado de estas diez dimensiones básicas. Esta falta de integración entre deseos subjetivos y trascendencia, entre el «Yo» y los «otros», entre la materialidad y las energías que operan subyacentes dentro de la materia, hace que los análisis tradicionales sean insuficientes para una comprensión general del sujeto dentro del contexto general del universo.

El contexto universal se puede comprender a través del Maasé Bereshit, y el contexto subjetivo a través del análisis del Árbol de la Vida en el Universo de Yetzirá,4 y este será el modo de comprender la conexión entre el sujeto y el universo, porque debemos percibir la unicidad subyacente del mundo de la Alef (eterno) y el de la Bet (espacio-temporal).

La desesperada aspiración de la Psicología por ser considerada una «ciencia» produjo que se perdiera en muchos casos la flexibilidad del objeto de estudio, y que, por lo tanto, en ese intento científico de conceptualizar, en esa búsqueda del afán de rigurosidad, se terminaran de destruir potenciales campos de estudio. ¿Cómo comprender el Yo fuera del sistema? Ciertos grupos de la Psicología tradicional han ingresado dentro de la psique como si fuera un objeto de estudio completamente aislado de la realidad general, y lo que la psicología del misticismo judío propone es comprender la psique como una estructura completamente unida al sistema general. De modo que el sentido de la existencia no se puede encontrar dentro de la psique, aunque tiene que ser la psique la que debe modificar sus estados de consciencia para captar mejor la realidad general, porque el sentido de la existencia de cada psique tiene una relación directa con la comprensión cosmogónica general.

Si la consciencia del Yo es lo que determina la realidad exterior, esa misma consciencia del Yo escindida de la realidad determina también la realidad del mismo Yo. Si el Yo se percibe «escindido» de la realidad general, entonces no existe ningún tipo de conocimiento real de la psique, ya que el supuesto conocimiento de la psique en su forma subjetiva no alcanza para percibir el estado de trascendencia que se oculta detrás de todo Yo. Por lo tanto, antes de avanzar, mi pretensión será la de conceptualizar el Yo tal como lo comprendemos dentro del misticismo judío para que no existan confusiones posteriores en el análisis que vamos a emprender. El Yo se encuentra definido por las diez dimensiones del Árbol de la Vida psicológico, y aunque la psique corresponde a una dimensión especial del Yo general (la dimensión del Entendimiento o la Biná), el Yo se define dentro de la psicología del misticismo judío como un sistema que posee diez dimensiones básicas denominadas con el nombre hebreo de «Sefirot».5

Debemos explicar cada una de las dimensiones (Sefirot) para que se pueda comprender de modo organizado el sistema general de la realidad según la cábala, y luego comprender la psicoanalización de las diferentes dimensiones.

Volviendo al término «Sefirá» (dimensión), este se compone de dos elementos básicos para su comprensión. Toda dimensión tiene que tener necesariamente un recipiente de contención (a este concepto lo llamamos en hebreo Kli). El Kli es una vasija o recipiente de contención de energías. El Kli es también un tipo de energía más densa que la energía sutil que debe recibir. Cuando una persona recibe, decimos que es un receptor (es un Kli de recepción). Toda Sefirá o dimensión (de estas diez dimensiones que explicaremos) tiene un sistema de recepción o Kli. Cada dimensión de estas diez tiene en consecuencia diez recipientes. A su vez, cada Kli recibe un nivel de Or (de Luz). Por lo tanto, ya podemos comprender en líneas generales lo que denominamos como «Sefirá», y es un tipo de energía que es recibida por un tipo de vasija o receptor. Cuando existe un receptor (Kli) que recibe un nivel de luz (Or) de acuerdo con la capacidad de dicho receptor, decimos que existe una «dimensión» (Sefirá). Toda la realidad creada ha recibido un tipo de energía que se ha transformado en un gran Kli de recepción de energías más sutiles. Todo el vacío donde se ha creado esta realidad6 es un gran recipiente de las energías provenientes del Infinito.

En definitiva, si el Yo puede percibirse vinculado al entorno y ser parte de la realidad, su consciencia se transforma en un nivel de consciencia superior para comprender el estado del Yo en su aspecto trascendente. El Yo, si se separa de la realidad, provoca un nivel de comprensión inferior entre el Yo mental (Biná) y el Yo interior (Tiferet). Pero si el Yo puede integrar dentro de sí la percepción de su subjetividad interior (Tiferet) y de su no-subjetividad (Jojmá), alcanza una comprensión del Yo en un grado superior. Este es uno de los puntos que estudiaremos en este trabajo.

Las escuelas de pensamiento impusieron límites formales a los modelos de trabajo creando un problema grave, y fue (y es) el de conceptualizar como «anomalías» todo aquello que no se ajustaba (ajusta) al campo limitado de análisis. Esto provocó un control excesivo de cada sistema, y la aparición de una ortodoxia interior que produjo una parcialización de la visión integral del ser humano. Por ese motivo podemos decir que la cábala hebrea fue un intento anticipado, desde la época antigua y medieval, para lograr una comprensión integral y transpersonal del ser humano. Frente a esta posición se alzan dentro de la Psicología algunos autores que sostienen que la «autonomía de la Psicología» como ciencia se ve afectada por las relaciones interdisciplinarias, y establecen dentro de sus análisis (con la excusa de la rigurosidad conceptual) importantes confusiones epistemológicas, como, por ejemplo, pretender que toda conexión de la Psicología con otras disciplinas distorsiona el conocimiento de la psique (como si la psique fuera un ente desconectado de la realidad). Es más, el mismo Freud advertía la fuerte conexión entre la Psicología y la Biología. No estamos diciendo que la Psicología no posea autonomía, sino que no se pierde la autonomía científica por sus interrelaciones dinámicas con otras disciplinas. (¿Y si eventualmente se pierden todas las autonomías científicas para comprender el Todo en su Totalidad? ¿Por qué no comprender la psique en función del Todo?).

Sin embargo, aquellos que entienden que las conexiones interdisciplinarias afectan a la autonomía de la Psicología, en realidad, lo que demuestran es su temor interior a una serie de interrogantes que no se pueden responder dentro de un sistema cerrado (dogmático). Es interesante que estos autores no tengan conciencia de que, en su búsqueda de autonomía científica para la Psicología, lo que han terminado de construir es una dogmática propia de la misma naturaleza que las antiguas teologías. Confundir el misticismo espiritual con la dogmática teológica es un grave problema de muchos de estos autores.7

En realidad, estos autores se encuentran situados en el paradigma racionalista de la Ilustración y no comprenden el cambio de paradigma actual. Nos encontramos en un periodo donde las herramientas de una ciencia se ven afectadas por los avances de otras disciplinas. Simplemente podemos observar el efecto de la evolución informática en todas las disciplinas científicas.

Ya no podemos seguir construyendo «autonomías científicas» al servicio de la construcción de nuevas dogmáticas conceptuales, donde en el interior de dichos sistemas cerrados perdemos toda conexión con la «Totalidad». El misticismo judío propone percibir la psique desde la «Totalidad», como un producto más del sistema general cosmogónico (sin la pretensión de destruir ninguna autonomía científica), pero con la pretensión de comprender mejor la naturaleza de la psique. (¿Acaso la Neurología no afecta la Psicología? Y, ¿acaso la Psicología no afecta y se conecta con la Antropología?). La propuesta del misticismo judío, a través de uno de sus símbolos más potentes (El Árbol de la Vida), conecta las diferentes disciplinas autónomas con un «Todo integrado». La nueva visión de la psique a partir del campo cosmogónico (no confundir con las fantasías teológicas que también son dogmáticas) nos otorga una visión de «trascendencia» que propone un paradigma de interconexión completa de los fragmentos existentes dentro de nuestra realidad conceptual.

La modernidad con todos sus avances ha creado una super-especialización negativa, porque ha perdido la visión global cosmogónica. El nuevo paradigma que está surgiendo regresará indudablemente a la sabiduría antigua y medieval donde la psique operaba dentro de un marco conceptual cosmogónico. Si la «Modernidad» producto de la Ilustración nos hizo avanzar conceptualmente hacia la especialización en cada una de nuestras disciplinas, ha llegado el momento de aplicar un marco conceptual integrador de todas las fragmentaciones científicas. La psicología transpersonal se enmarca en la necesidad de conexión general de la Psicología con el resto de las disciplinas científicas. No existe, por lo tanto, una pérdida de autonomía científica, sino una muestra de madurez conceptual, donde ya ha quedado desterrado el temor de muchos a la pérdida de la independencia científica. Si desde el siglo XIX hasta ahora (XXI) hemos operado dentro de la psique, es hora de relacionar la psique con el sistema general para una mayor comprensión de ella.

El Árbol de la Vida fue utilizado por los místicos hebreos antiguos y medievales para proponer un análisis transpersonal del ser humano con las herramientas simbólicas de la cultura judía.

Las características de la mentalidad judía están ancladas en un cierto tipo de psicología específica desarrollada a partir de las premisas de comprensión del simbolismo del Árbol de la Vida. La flexibilidad de dicho sistema simbólico ha permitido crear uno de los sistemas más potentes de comprensión del ser humano.

Ahora, lo que he desarrollado en esta tesis doctoral que presento en el campo de la Psicología es una revisión general de los conceptos tradicionales a través del misticismo judío, especialmente tomando como clave simbólica central el Etz Ha Jaim (El Árbol de la Vida).

Quiero establecer claramente la intención anticipada de mi trabajo doctoral. Es mi deseo encontrar los «puntos débiles» de los sistemas de análisis de la Psicología moderna, no con un objetivo nihilista, sino, por el contrario, con el objetivo de «armonizar» las diferentes dimensiones de la estructura del ser humano, y comprender mejor la dinámica del «Yo». También es mi deseo que tras la exposición del marco teórico pueda presentar pruebas empíricas de la transformación personal que han tenido muchos de mis alumnos a lo largo de los últimos años de trabajo en Barcelona.

Es mi intención intentar percibir la eficacia del estudio de la cábala en términos psicológicos, la aplicación del misticismo judío y sus símbolos para determinar con la más alta precisión las energías operativas dentro del ser humano. Por ese motivo, al final de este trabajo expondré los resultados empíricos de los cambios cognitivos y conductuales que se produjeron entre mis alumnos al reflexionar sobre sí mismos dentro de una simbología tan potente como es la del Árbol de la Vida.

Es mi deseo exponer desde el misticismo judío el sentido existencial y las diversas fórmulas que se han elaborado para la construcción del sujeto.

El judaísmo ha elaborado a través de los siglos un sistema abierto que permite encontrar el sentido de la vida a cada ser humano y lograr el objetivo de comprender la felicidad a pesar de la existencia del mal.

Esta es la potencia psicológica de la cábala.

En la Ciudad Condal de Barcelona, diciembre de 2014

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MEIR BEN DAVID BEN MEIR SABAN

La cábala

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