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27. La función de la Biná psicológica

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«Si estuvieras siempre alegre, nunca verías el infierno».

RABÍ NOSON

Ahora, si mi Yo desea elevarse de su Tiferet a la Biná y lograr disminuir (y si es posible con el tiempo anular) los condicionamientos inferiores de la Maljut y del Yesod en el sistema de percepción de los palacios, debe mirar de forma ascendente.

En realidad, el centro de la Biná (yo mental) debe regular todo el sistema inferior, y su trabajo principal es coordinar el nivel energético de cada Palacio con el nivel de soporte de recepción (Kli) de cada dimensión inferior. Es el nivel de receptividad del Kli inferior el que marca el tipo de energía que la Biná psicológica debe desarrollar; un aumento de la energía dentro de un Palacio que no se corresponda con el nivel de soporte del Kli genera automáticamente una ruptura de la vasija a nivel subjetivo.

Cada dimensión debe soportar la energía que su Kli le permita recibir. Por ese motivo, toda regulación de la frecuencia energética de un Palacio celestial en la Biná psicológica depende del conocimiento real del Kli de recepción dimensional que va a recibir esta energía. Nos podríamos preguntar entonces: ¿Cómo conocemos nuestro Kli de recepción en cada dimensión? Nosotros debemos aprender los límites de cada Kli. Porque si un Kli existe en realidad, es porque posee «límites bien definidos». Esto es justamente lo que diferencia una vasija de recepción de otra. La capacidad de recepción energética es la que define a dicho Kli. ¿Cómo ser conscientes de los límites de cada Kli en cada situación existencial determinada? Y el asunto es más complejo debido a que todas las dimensiones se encuentran simultáneamente operativas en todo momento. Esto nos lleva a un profundo trabajo dentro de nuestra Biná. La variedad de dimensiones se puede percibir desde la Biná, ya que desde la Jojmá lo que se percibe es la conexión íntima de todas las dimensiones de forma simultánea.

Ahora bien, esto funciona exclusivamente en el marco del mundo inferior, porque como los Kelim de la Biná y la Jojmá son tan amplios allí podemos operar casi sin consciencia de límites, y, a pesar de que sabemos que Keter posee un Kli frente a la magnitud del Ein Sof, desde nuestra percepción subjetiva finita, y por lo tanto limitada, podemos decir que nuestro avance hacia Keter es ilimitado, y no debemos preocuparnos de los límites del Kli de recepción. Este es el problema real que presentan los niveles superiores de ascenso, y es que nuestros límites mentales pueden no llegar a comprender estados de abstracción de tal magnitud porque estamos acostumbrados a fijar conceptualizaciones en nuestra Biná psicológica.

Al utilizar la Biná psicológica como sistema de seguridad, creamos límites anticipatorios que se convierten en dogmas estáticos que anulan nuestra creatividad en la Jojmá psicológica y detienen nuestro ascenso. Pero, a su vez, un ascenso apresurado sin límites claramente definidos nos puede conducir a la locura. El trabajo de los cabalistas es elevarse a medida que se puedan ir estableciendo de forma paulatina ciertos límites conceptuales dinámicos que pueden ser destruidos (deben ser destruidos) para continuar el ascenso de nuestros niveles de consciencia. Sin embargo, no podemos ascender a niveles de consciencia superiores perdiendo la cordura (el equilibrio de la Biná psicológica).

Tanto un iniciado, como un alumno o un maestro, jamás deben recorrer el camino sin restablecer el campo conceptual de la Biná. Así, podemos utilizar la Biná psicológica de forma dinámica para acceder a la Jojmá psicológica y para canalizar las energías excedentes de los niveles superiores.

Establecer los límites dimensionales a partir de nuestra Biná es fundamental para operar en las dimensiones inferiores, sin embargo, es un trabajo interminable porque en todo momento debemos ser conscientes de que todas las energías dimensionales se encuentran en permanente interrelación y que esto obstruye una comprensión en las definiciones dimensionales inferiores. Entonces sucede que existimos dentro de una nueva paradoja (aparente, porque si la percibimos desde el mundo superior, en realidad sabemos que no existe), y es que, por una parte, debemos ser conscientes de los límites de nuestro Kli en cada una de las dimensiones para actuar correctamente en cada momento determinado desplegando las energías psíquicas correspondientes a dicho nivel dimensional, y al mismo tiempo, al operar dentro de la Jojmá, debemos ser conscientes de que todas las dimensiones se encuentran unidas en un punto superior común.

La única dimensión que ordena y limita el mundo superior es la Biná. Por lo tanto, es el Entendimiento conceptual (Biná) el organizador de nuestra realidad mental, sin embargo, existe una organización simbólica en el campo de la Jojmá, aunque sea menos definible en términos conceptuales. La conceptualización (de la Biná) sobre los niveles simbólicos (de la Jojmá) no debe anular nuestra percepción superior intuitiva que se desarrolla en la Jojmá. Conceptualizamos lo simbólico simplemente para comunicarlo a través de las palabras (con sus serias limitaciones estructurales). No obstante, debemos saber un gran secreto del misticismo judío y es que lo «simbólico» puede representar todo lo conceptualizable; porque así como «descendemos» a lo conceptualizable desde lo simbólico, así podemos «ascender» a lo simbólico desde lo conceptualizable.

La cábala

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