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31. El desgaste de las energías psíquicas en defensa de la identidad inferior del Yo

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«El extremismo en cualquiera de sus formas es totalmente innecesario».

NAJMÁN DE BRATSLAV

El Yo debe focalizar sus energías psíquicas con el objetivo de expandir el vacío interior dentro de su subjetividad, y así captar las energías cosmogónicas exteriores. Si el Yo exclusivamente trabaja en el sistema defensivo de su propia identidad, el desgaste que se produce es considerable. Hay existencias subjetivas que simplemente existen para defender y delimitar el Yo, y todas las energías psíquicas se ponen al servicio de un refuerzo constante de la identidad. Si bien esto es positivo en la estructuración de la Tiferet psicológica (y es donde trabajan la mayoría de las escuelas de Psicología tradicional), nosotros proponemos que para el «sano» (aquel que tiene solidez identitaria en su centro tiferético) el desafío máximo es el crecimiento constante por su expansión ilimitada de su propio Kli. Sin embargo, no podemos continuar durante toda nuestra existencia desgastando las energías psíquicas en el campo de la defensa del Yo (Tiferet), porque lo que demuestra esta obsesión, en la interioridad subjetiva, es un problema de autoafirmación identitaria. Una constante autoafirmación subjetiva nos puede llevar al narcisismo que paradójicamente posee la misma cara de la baja autoestima. Debemos tener cuidado con que la espiritualidad no sea considerada una excusa en aras de un aumento de una entropía del Yo con la creación de un tipo de egoísmo espiritual.

Como mi vacío existencial me conecta con el vacío general donde se desarrollan todas las manifestaciones del Ein Sof, en realidad, es a causa de mi vacío existencial donde mi Yo al sentir la Nada adquiere su mayor potencial, y es a partir de ahí, donde cada uno puede alcanzar la consciencia de la magnitud de su potencialidad.

Ahora sí estamos en condiciones de comprender la gran enseñanza del judaísmo cuando dice:103

«Haz su voluntad como si fuera la tuya, para que Él haga tu voluntad como si fuera la suya. Supedita tu voluntad a la de Él, para que Él supedite la voluntad de los demás a la tuya».

En primer lugar, ¿cuál es su voluntad? En realidad, toda la manifestación dentro del vacío manifiesta la voluntad del Ein Sof. Nuestra propia existencia existe como una manifestación fragmentaria del Ein Sof. Ahora bien, además de existir dentro de la existencia, existimos para saber que existimos, es decir, tenemos, pues, consciencia de existencia. En segundo lugar, ¿cuál es mi voluntad? Aquí, depende, ya que puedo desgastar mis energías psíquicas en el mundo inferior, o puedo vaciarme interiormente para comprender cuál es la voluntad superior. En tercer lugar, ¿cómo puedo conocer la voluntad de Él si no comprendo la realidad general donde se manifiestan todas las energías? Entonces opera la elevación constante de mi Daat (el Conocimiento) para acceder a mayores niveles de consciencia. Cualquier ser humano que trabaje en el Daat (el Conocimiento) está extrayendo las energías ocultas subyacentes detrás de la materialidad y, por lo tanto, está realizando un trabajo trascendente (más allá de sus creencias subjetivas, porque para el misticismo judío las creencias pueden llevar a la falta de Daat).104

Si mi «Daat» se ajusta exclusivamente a mis límites subjetivos fijos, entonces no puedo acercarme al Ein Sof, debo liberarme en primer lugar de mi propia subjetividad para trascender mi «Yo» y, en consecuencia, operar dentro del sistema general. Amplío, pues, mi «psique» (Neshamá) no por entropía, sino por el carácter relacional de mi Yo con el universo, siendo mi Yo un producto consciente de la misma naturaleza universal de la manifestación del Ein Sof.

La cábala

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