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¡Es momento de hacer un alto!

El agua se purifica fluyendo; el hombre, avanzando. Sí, el mundo está lleno de sufrimiento… la raíz del sufrimiento es el apego… la supresión del sufrimiento significa la eliminación… el abandono de los apegos. Liberarse de los apegos es avanzar. Así de simple.

PROVERBIO HINDÚ

¡Yo me bajo!

“A mi amiga le pasó, pero a mí no me va a pasar, yo no voy a rogar por un poco de cariño”… Todas hemos escuchado decir esto a una amiga o conocida, o lo hemos dicho nosotras mismas ¡hasta que nos vimos en medio de una situación así! Mujeres que rogamos por un poco de amor, de afecto, de compañía, de contención. Pasamos de ser reinas a mendigas, a pedir gritando a los cuatro vientos, llorando por todos los rincones: “Por favor te pido que me ames, que me des tu amor, lo necesito”. Esta demanda excesiva de afecto, esta dependencia emocional y física, este apego al otro, este miedo a estar sola, a pensar que “sin él, no existo” (él es la razón de mi vida) es lo que los psicólogos y expertos en el tema llaman “apego emocional”. El otro pasa a ser nuestra energía, nuestra fuerza motora, nuestro respirar. Irracionalmente queremos estar con ese hombre y nada más.

Ahora bien, frente a este hecho deberíamos preguntarnos, como mujeres, qué nos pasó en el transcurso de la vida para experimentar esta falta de amor:

• ¿Un papá o una mamá que no nos validó, que no nos expresó su afecto y, por el contrario, sus palabras de desaprobación estaban a flor de piel cada vez que se comunicaban con nosotras?

• ¿Una estima que aún no sabe de todo lo que somos capaces las mujeres cuando confiamos en nosotras mismas?

• ¿La ausencia de un mentor, de una persona que haya visto nuestro potencial y nos haya ayudado a madurar y a crecer en la vida?

Ese fenómeno se llama “apego extremo” y viene del miedo a estar solo, de la percepción de la soledad como si fuera la muerte o el fin del mundo, y de ver el emparejamiento como la única solución a todos los problemas de la vida. Este nos lleva a escoger mal, a aceptar a cualquier persona a un costo demasiado alto; cuando en verdad la relación de pareja no debería ocupar el 100% de la autorrealización humana sino basarse en la decisión de amar al otro para que nos acompañe a vivir sueños y metas propios y ajenos.

Entonces, ¿cómo saber si sufres de apego extremo? Vemos algunas pistas:

1. Siempre estás disponible: la verdad es que él te encantó, la primera cita fue increíble, pero no te ha llamado en varios días, así que te preocupas y comienzas a cuestionarte. Hasta que de repente te chatea, ni siquiera te llama, te manda un texto preguntándote a las ocho de la noche de un viernes: “¿Qué vas a hacer más tarde?”, a lo que tú respondes: “¡Nada! ¿Quieres hacer algo?” (¡por favor rescátame de mi vida insignificante y aburrida, aquí estoy 100% disponible para ti cuando te pique la gana!).

2. No sabes poner límites: ante el punto uno, muchas pensarán: “Soy adulta y no estoy para andar en juegos, si me provoca salir con la persona en ese momento, lo hago y listo, sin complejos, no hay por qué pretender estar ocupado”. Si bien hay algo de cierto en eso, no se trata de jugar, se trata de saber poner los puntos sobres las íes. Simplemente, estás enseñándole a la nueva persona cómo te gustan las cosas, cómo esperas que te traten y qué tipo de prioridad quieres ser en su vida.

3. Eres una ‘crazyglue’1: es básico en la conducta humana percibir que lo que abunda no requiere de tanta atención y esfuerzo, mientras que lo que escasea se aprecia por lo alto. Esto también aplica en las relaciones, la persona desesperada siente que va a ser abandonada en cualquier momento y que no tendrá mucha oferta en el mercado del amor; por lo tanto, apegarse o ser un chicle con su objeto afectivo es una estrategia fallida. Digo fallida porque se vuelve una sobredosis, una sobreexposición pesada y asfixiante.

4. Te olvidas de tus seres queridos: ¡definitivo! La persona hambrienta por ser amada piensa: “Necesito una relación, nada ni nadie se interpondrá en mi camino… ni siquiera mi familia, ni amigos”. Así funciona la lógica de una mente desesperada, pone toda su vida a un lado para fusionarse lo más posible con la vida de esa persona (objeto de deseo) para hacerse uno solo.

5. Necesitas constante reafirmación: la persona que se siente insegura y desesperada, necesitará que su objeto de deseo le notifique constantemente en qué etapa o momento de la relación se encuentran, qué tan formales son, qué posibilidades tienen en el futuro, o si es amada. Las demostraciones de afecto y de cumplidos no son suficientes, se necesita más. Lo cual es lógico, ya que la persona desesperada ha sido la que ha presionado la relación todo el tiempo. Por lo tanto, la inseguridad siempre la carcomerá.

Y como dice el autor Walter Riso, conocedor por excelencia de estos temas, “retírate a tiempo”. Nuestra cultura no nos enseñó a perder. En el colegio nunca se premia al que pierde, no se nos enseña a tirar la toalla, a retirarnos antes de ser golpeados o abusados, de ser sometidos emocionalmente. Las personas que saben renunciar a tiempo logran para su futuro tres cosas importantes:

• En primer lugar, descargan el sistema de expectativas innecesarias.

• En segundo lugar, aprenden a perder, es decir, atacan los hechos y dejan de ilusionarse inútilmente.

• En tercer lugar, descubren que las consecuencias nunca son tan horribles como las imaginaban, lo cual disminuye la catastrofización. En resumen, aprenden a enfrentar el miedo al futuro y a detener un poco el péndulo mental. La renuncia implica salir del combate, pero no por la cobardía del desertor que traiciona, sino porque no vale la pena.2

“¿Cómo funciona el apego?… pues bien, el apego es una actitud que sobrestima las cualidades de un objeto o persona y después se aferra a ello. En otras palabras, proyectamos sobre las personas y los objetos cualidades que no poseen o exageramos las que poseen. El apego es una visión poco realista y por eso nos causa confusión. Si no se consigue el objeto del apego, origina infelicidad… y si se lo consigue, solo produce un instante de placer seguido de la preocupación y el temor a perderlo. ¿Podemos ganar la batalla contra los apegos? Desde luego que sí, renunciando a ellos. Cambiando nuestra programación”.3

¿Hasta cuándo depender del amor que el otro quiera o esté dispuesto a darnos y no el que nos merecemos?

El límite lo define tu integridad, tu dignidad, tu felicidad. El límite de lo aceptable se traspasa cuando tu vocación y tus anhelos pasan a un segundo plano, cuando la vida comienza a convertirse en algo tan predecible como inseguro, cuando el “ser para el otro” te impide el “ser para ti”. Si te pasaste de la raya y estás en el lado oscuro del amor, es probable que quieras regresar a lo que eras antes, a la tranquilidad de aquella soledad bien llevada. En una relación de pareja constructiva, lo que en verdad interesa es la conveniencia/congruencia interpersonal, es decir, qué tanto la persona que amas le viene bien a tu vida y qué tanto concuerda con tus metas, intereses y necesidades, e igual para el otro lado. A partir de ciertos límites, tal y como afirma Walter Riso: cuando no te aman, cuando se ve afectada tu autorrealización o cuando vulneran tus principios. El amor propio y el autorespeto comienzan a trastabillar y la dignidad personal pierde su potencia, así el amor insista y persista.

Si en verdad, tal como dicen algunos filósofos, el “amor verdadero” no tiene límites intrínsecos, pues, en las relaciones de carne y hueso habrá que ponérselos. Esto no implica “amar menos”, sino amar de una manera realista y decorosa. Es cierto que a veces no tenemos el poder de desenamorarnos a voluntad, pero sí podemos dejar de magnificar el amor y alejarnos de una relación afectiva destructiva, así sea con esfuerzo y dolor.4

¿Para qué gastar energía, fuerzas, lágrimas, tristeza en aquellas personas o situaciones que no lo merecen, que no valen la pena? El apego emocional nos limita, nos coarta, nos enferma, nos convierte en personas codependientes, nos desgasta, nos hace seres incapaces de demostrar que podemos crecer sin límites siendo amados y amando libremente. El amor no es compatible con el dolor continuo, el renunciamiento y la frustración. El amor es libertad, expresión, encuentro, unión de proyectos y sueños en común para ir detrás de ellos. Todo lo que amas te hace libre y no al revés. Por todo esto, frente al apego emocional, decide por ti y dite a ti misma: “¡Basta para mí, hasta acá llegué!”.¡Yo me bajo!

Una cita contigo misma

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