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El dosier de Campo del Moro de igual modo contempla la fase editorial inicial (primera edición: 1963) y las siguientes (sucesivas ediciones y reimpresiones):

Ediciones en vida del autor 95

México: Joaquín Mortiz, 1963.

Andorra la Vella: ed. Andorra, col. Andorra, vol. 7, 1969. Prólogo de Joaquim Marco. Edición censurada.

Ediciones póstumas 96

Madrid, Alfaguara, El laberinto mágico V, 1979; 1985; 1998. Ediciones censuradas.

Barcelona, Planeta, col. Nuestros Clásicos Contemporáneos, 1996. Edición censurada.

Valencia, Biblioteca Valenciana - Institució Alfons el Magnànim. Javier Lluch Prats (ed.). Obras completas de Max Aub, vol. III-A, Joan Oleza (dir.), 2002, primera edición crítica.

Madrid, Suma de Letras, col. Punto de Lectura, 2004. Edición censurada.

Granada, Cuadernos del Vigía, col. Ediciones a la Carta, 2019. Prólogo de Almudena Grandes.97

En el devenir editorial de Campo del Moro, como he anticipado en páginas previas, se documentan cambios y desviaciones significativos del texto de Mortiz en la edición de Andorra, de la cual derivan los textos de Alfaguara, Planeta y Suma de Letras. Estos últimos no ofrecen variantes significativas y se han considerado aquí en un mismo estadio de sucesivas reimpresiones. Desde 2002, cuando se publicó su primera edición crítica, aparte la citada de 2004, que mantuvo el texto censurado, la siguiente es de 2019, aunque no tiene carácter filológico.

No obstante, en el proceso de edición del texto, ciertas lecciones de Alfaguara y Planeta se han aceptado porque, a pesar de derivar de Andorra, no siempre la siguen a pie juntillas y algunas veces el texto se varió correctamente. En dichas ediciones, como en la de Cuadernos del Vigía, se observa la injerencia de un editor apócrifo (y tal vez de un lector, corrector de pruebas, no atento en ocasiones) que provoca variantes respecto del texto de origen. Así también, el texto crítico de 2002 cambia porque nuevos testimonios han sugerido su revisión. Desde su publicación, se han venido conociendo testimonios del autor y estudios críticos que cabe tener en cuenta, como aquellos sobre la censura editorial franquista comentados en el apartado previo, o su colección de epistolarios. De ellos procede este fragmento de una epístola de Max Aub a Ignacio Soldevila, del 14 de julio de 1964, donde el escritor comenta sobre Togliatti en Campo del Moro:

«Negrín y sus ministros salen por fin de España». Referente a este episodio quiero contarle una cosa curiosa. Como siempre procuré atenerme, para el background de los Campos, a la verdad de los hechos. Basado en diversos libros y en el testimonio de Álvarez del Vayo aseguré que en la última entrevista del todavía presidente del Consejo con los jefes comunistas, estaba presente Ercoli –es decir Togliatti–. Al publicarse el libro de Hugh Thomas acerca de la guerra civil, Togliatti publicó un artículo muy agrio, en contra, asegurando que él no había vuelto a ver a Negrín desde mucho antes. Coincidió la publicación del artículo con mi estancia en Nueva York y la revisión de las segundas pruebas del libro. Me apresuré a quitar el nombre de Ercoli. Pero, unos días después, vi a Vayo que me juró y perjuró que Togliatti estaba presente en esa última entrevista. Con lo que, al regresar a México, restablecí la versión primera. Pero meses más adelante, al hablar de ello con Juan Rejano, este me aseguró que en aquella fecha Togliatti estaba con él, creo que por Cuenca, y que desde luego no había asistido a la reunión. Así se escribe la historia y, por lo menos yo, mis novelas. En la segunda edición, si es que la hay, quitaré el nombre de Ercoli… (Lluch, 2007: 224).

Al conocer ahora esta carta, sobre el texto de 2002 cabría atender la sugerencia del autor y eliminar el nombre. En concreto, la alusión a Ercoli aparece en el primer capítulo de la II parte (6 de marzo), en la reunión de la cúpula del Partido Comunista cerca de Elda: «Una habitación cualquiera. Dolores con dos personas; reconoce a una de ellas: Ercoli». En esa salida ficcionalizada del Gobierno, vuelve a ser mencionado en el siguiente capítulo: «Togliatti cruza unas palabras con Álvarez del Vayo», si bien previamente se elude: «Pasionaria, Stepanov y Álvarez del Vayo», al contrario de lo que ocurre en el ms. 1 (f. 62r): «Pasionaria, Togliatti, Stepanov y Álvarez del Vayo». Siguiendo a Aub, cabría «quitar el nombre de Ercoli» y tal vez dejarlo de este modo: «Dolores con dos personas; reconoce a una de ellas». Sin embargo, el problema se acentúa en la que sería, por mi parte, una intervención en terreno ajeno: «Togliatti cruza unas palabras con Álvarez del Vayo». El sentido del texto se alteraría imprecisamente, es más: ¿omitimos el sujeto?, ¿Aub lo hubiera hecho así o de otro modo? Así las cosas, señalo la propuesta incumplida del escritor y mantengo su opción de 1963, dado que Aub no llegó entonces a prescindir del apellido y solo él podría ofrecernos la disposición definitiva, el tipo de modificación, pues no se trata de un cambio textual menor, ni es propio del editor filológico intervenir en un texto de tal modo.

Pese a esa precaución y cuidado con el texto, atendiendo a la tendencia general con respecto a la reproducción de textos escritos en los siglos XVIII, XIX y XX, y de acuerdo con las vigentes normas académicas, se han enmendado errores autorales puramente mecánicos, signos de puntuación y acentuación, erratas tipográficas, incorrecciones gramaticales y sintácticas, siempre que se deriven de descuidos de Aub, de sus editores o secretarias, y que por inadvertencia del autor formaron parte de 1963. También se insertan lecciones que, por ejemplo, pueden informar del código lingüístico del autor, como los valencianismos, normalizados ahora, la confusión de grafías (g-j) o la disposición de signos suprasegmentales (cuando escribe rápidamente, por el francés, Aub olvida en muchos casos la doble aparición de signos de interrogación en español). Un texto suyo no presenta particulares problemas ortotipográficos, y variantes de este tipo, sin mayor trascendencia crítica, no se recogen en el aparato crítico.

Sin embargo, no se modifican los desvíos deliberados de la norma por parte del escritor. Se mantienen queísmos y laísmos que a veces caracterizan su escritura, partiendo incluso de sus fuentes: «En su virtud, el Gobierno se dirige a la Junta constituida en Madrid y la propone designe» [II/8]. Además, aunque el texto se adecua a la normativa de la RAE, permanecen en cursiva cuantas expresiones Aub marcó así en su primera edición, bien para resaltar el idiolecto de un personaje («–De tantas charranás, me ha dao por el insornio», II/3), bien para destacar términos del texto («las castañas calientes de sus años niños», I/10), seudónimos (Espiritista, Pasionaria…) o espacios (posición Yuste). Aub explicita su uso, por ejemplo, en el ms. 2 (f. 37r), donde señala que la letra sea cursiva en el recuerdo de Asunción allí aludido (I/6):

–¿Y ahora solo, qué vas a hacer?

–¿Solo? ¿Te parece poco con lo que me dejas?

Se refería –ella lo entendió– a Madrid, al frente, a la guerra.

También se han corregido nombres y apellidos como Boné, Buigues, Cowan, Liberino, Maestre, Saravia o Forbes (Boneto, Buiges, Cowen, Librerino, Mestre, Sarabia o Forges en el texto del 63): Aub crea una novela histórica con sumo rigor y estos debieron de ser errores autorales. Con tantos personajes laberínticos, no es de extrañar que Aub errara en algunos casos, quizás al transcribir el manuscrito o al tomar notas para la novela.

Por último, esta edición se completa con una amplia galería de personajes históricos, un glosario de voces escogidas y la bibliografía, por apartados, que recopila las fuentes utilizadas en esta edición. También se insertan en el texto notas aclaratorias de lectura, en especial referencias históricas, biográficas, geográficas, culturales, o específicamente literarias e intertextuales, aubianas o no, que aportan la red de referentes de la enciclopedia cultural y vivencial de Max Aub. Entre ellas igualmente constan numerosas notas de carácter genético, que dan cuenta del proceso creativo del texto. Cuando aquí o en las notas se indica II/5, entiéndase parte II / capítulo 5 de la novela. Así también, en el texto (I/10 y III/2) se mantienen estas dos notas del autor:

V. La calle de Valverde. En julio de 1936, a don Joaquín Dabella, el padre, se le ocurrió ocultarse en la casa trasera de Ulpiano Miranda. Marga y Joaquín vivían en La Coruña, donde les había llevado el gobernador republicano, muy amigo de ambos. Nadie sabe de ellos. Cáncer que roe a Fidel Muñoz. [Nota del autor]

No se habían de volver a reunir. Silvio Úbeda se acabó en la cárcel, Bibiano Posadas murió de consunción. [Nota del autor]

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