Читать книгу Cómo leer y escribir en la universidad - Mauricio Aguirre - Страница 36
1. ¿Qué es leer? 1.1 Leer es comprender
ОглавлениеPartamos de una certeza: ha quedado atrás el tiempo en que se pensaba que leer era una operación mecánica que consistía simplemente en decodificar un conjunto de letras que ofrecen un mensaje. En el siglo XXI, la dinámica social ha redefinido las concepciones sobre la lectura y su valor para la sociedad.
Diversas disciplinas del conocimiento humano han intentado fijar una definición de la lectura desde perspectivas conceptuales distintas. Así, para la teoría semiótica, que fija el significado dentro del propio texto, leer consiste en una operación de recuperación semántica de signos por parte del lector, mientras que, para la psicología cognitiva, que posiciona el significado en la mente del lector, resulta un conjunto de operaciones mentales complejas que implican la recuperación, jerarquización y procesamiento de la información. Para la historia social, la lectura (y la asimilación de su significado) es una práctica condicionada por la historia, orientada por las ideas y finalidades que los grupos sociales se fijan respecto de ella. En todo caso, las tres perspectivas coinciden en afirmar el carácter procesual de la lectura: esta implica un conjunto de procesos y subprocesos donde el lector tiene un papel preponderante como decodificador y reorganizador de la información. Como Aliagas, Cassany y Castellà señalan: «existen formas de leer y ser lector que son socialmente estructurantes» y de las que cada individuo «se apropia en un proceso de enculturación que es particular, íntimo y creativo» (2009: 99).
Sin intentar negar la validez particular de las anteriores perspectivas y, más bien, englobándolas, y siguiendo la concepción sociocultural propuesta por Cassany (2006), diremos que, a nuestro entender, la lectura es un proceso cultural a través del cual el ser humano decodifica y reorganiza información lingüística y extralingüística con cierto grado de creatividad y libertad. Es una capacidad compleja forjada sobre la base de las creencias, valores y necesidades de cada individuo. En ella, están implicados factores subjetivos y sociales: a través del proceso de lectura, las emociones-voliciones del lector pueden ser orientadas, modificadas y contrastadas con los discursos y acciones de los demás.
Si la entendemos de esta manera, asumiremos que la lectura no es un simple acto de decodificación literal ni un proceso aislado en la mente de cada lector. La lectura exige, más bien, complementarse con factores extratextuales subjetivos y sociales, una interrelación entre el autor, el texto y los lectores. Es preciso reconocer que, al tener un origen social, el significado de las palabras refleja puntos de vista, visiones del mundo que se expresan en contextos definidos. Leer un discurso, por tanto, cualquiera que este sea, implica asimilar y comprender esos factores12.
Para ejemplificar lo dicho, observemos dos breves afirmaciones extraídas de internet. Dada su brevedad y simpleza, aparentemente no deberían ser difíciles de interpretar.
a. Me siento especialmente orgulloso, como serrano que soy, de presentar el patrimonio natural que nuestra sierra atesora13.
b. Orgulloso de ser serrano y hablar quechua, Hugo Carrillo difunde nuestro auténtico huayno14.
¿Qué significa el orgullo serrano en ambos discursos? A saber, es un orgullo natural por la procedencia natal y el origen geográfico-cultural de los emisores. Sin embargo, mejor leída, esta «clara» similitud entre esos discursos resultará aparente.
Como afirma Daniel Cassany (2006), todo discurso refleja un punto de vista, y ni el discurso ni el autor ni el lector son elementos aislados, sino que se interrelacionan para construir un significado. Entonces, es necesario contextualizar las citas, es decir, situar el discurso en un determinado entorno lingüístico, histórico y cultural, del cual dependerá su sentido y su valor15.
Sepamos que (a) es una declaración hecha por el ornitólogo español Rafael Romero a partir de la publicación de su libro-guía Rutas para ver aves y naturaleza en Sierra Morena, un texto que promueve el turismo ecológico y de aventura por la Sierra Morena española, zona de la que Romero es oriundo. Añadamos que (b), por otra parte, es el comentario de un usuario anónimo de un foro de internet que hace referencia explícita y directa a Hugo Carrillo, antropólogo y cantante peruano (apurimeño, para más señas) conocido por sus interpretaciones de huaynos en quechua de los Andes centrales. Así, la identificación concreta de los dos sujetos «orgullosos» de su procedencia nos brinda el conocimiento de que no se refieren a una misma «sierra» geográfica: la primera alude a la sierra española y la segunda, a la peruana. Esta sola constatación puede dar un giro distinto a la naturaleza del sentimiento aludido.
En efecto, en España, el término «serrano» suele referirse de manera directa a las dos primeras acepciones que la RAE consigna para esta palabra: «1. Que habita en una sierra o ha nacido en ella. 2. Perteneciente o relativo a las sierras o serranías, o a sus moradores» (2013). Podemos interpretar, por tanto, que en (a) el orgullo de Romero apela a una natural querencia por el lugar de nacimiento, puesto en relieve debido a la riqueza ornitológica y la belleza paisajística de su entorno natural, que, justamente, son el motivo de su libro publicado.
Sin dejar de mantener el mismo significado señalado por la RAE, en el Perú, en cambio, el término «serrano» comporta una carga semántica adicional: no solo es el gentilicio usado para alguien natural de la sierra o relacionado con ella, sino que, además, arrastra un componente sociocultural de origen histórico: es un epíteto de connotaciones peyorativas. El ser serrano en el Perú implica una identidad relacionada con lo aborigen, que, en el constructo social dominante, se vincula con rasgos negativos: ignorancia, atraso, pobreza, falta de higiene, etc. En el orgullo adjudicado a Carrillo, por tanto, se puede leer implícito un trasfondo reivindicativo no solo geográfico sino cultural y hasta étnico de implicancias mucho más hondas: reclama la valoración de un grupo humano que ha sido oprimido y subvalorado a lo largo de la historia peruana.
Sin embargo, esta posible lectura interpretativa solo será viable si se tienen en cuenta las diferentes herramientas de información necesarias para su reconstrucción. Para un lector hispano (o incluso peruano) que desconozca (o quiera desconocer) las contradicciones socioculturales de nuestro país y la tensión que este término suscita, el orgullo referido puede, simplemente, adjudicarse a la procedencia geográfica. La construcción del significado, no lo olvidemos, abarca discurso, autor y lector.
Pongamos otro ejemplo, este sí, más elaborado. Leamos los siguientes fragmentos:
c. En esta Iglesia Parroquial de S. de Chuco, a los diez y nueve días del mes de mayo de mil ochocientos noventidós. Yo el Cura Compañero, bautizé, esorcisé, puse óleo y crisma según el orden de nuestra Santa Madre Iglesia a un niño del sexo masculino de dos meses; a quien nombré César Abraham.
d. En la santa iglesia parroquial de Santiago de Chuco,
a los diez y nueve días del mes de Mayo de mil ochocientos noventidós.
Yo el cura compañero bauticé, exorcicé,
puse óleo y crisma según el orden de Nuestra Santa Madre Iglesia
a un niño de sexo masculino, de dos meses
a quien nombré César Abraham.
Lo primero que el lector detectará al leer ambos textos es que parecen ser —salvo detalles de algunas letras, signos de puntuación y la disposición gráfica de las líneas—, prácticamente, iguales. Si se tratara únicamente de alcanzar un sentido literal, en efecto, su lectura sería idéntica. Pero no es el caso.
El fragmento (c) es una transcripción del acta de bautizo del poeta peruano César Vallejo, consignada en una parroquia de Huamachuco en 1892 y redescubierta en 1949 por el investigador francés André Coyné. La data del texto original explica la particularidad de las grafías usadas y el género documental certificatorio sustenta el correspondiente estilo de la redacción eclesial de la época.
El fragmento (d), en cambio, es más reciente. Son los versos iniciales del poema «En defensa de César Vallejo y los poetas jóvenes» de Antonio Cisneros (Lima, 1942-2012), que forma parte del libro Agua que no has de beber, publicado en 1971. Se trata de un poema que utiliza como recurso creativo predominante la estructura de collage poético, que le permite al autor recrear todos sus versos a partir de fragmentos extraídos de textos ya existentes. Como el propio Cisneros manifiesta en el epígrafe explicativo, «no hay frase o palabras de este poema que me pertenezcan. Simplemente he ordenado, según mis sospechas, algunas cosas sacadas de Coyné, Monguió, Clemente Palma, el acta de bautismo, Espejo Asturizaga, lo que va entre comillas son fragmentos de cartas de Vallejo» (Cisneros 2000: 13-14).
El reconocimiento de la estrategia intertextual usada por Cisneros permitirá que el lector se explique la aparente copia literal del fragmento y enmarcará su lectura dentro del género literario poético al que pertenece. Pero, además, resemantizará su significado. Recordemos, una vez más, que leer no solo es un proceso psicobiológico realizado con unidades lingüísticas y capacidades mentales16. Es, primordialmente, una práctica social para cuyo ejercicio no es suficiente la decodificación de las palabras o el hacer las inferencias necesarias. Se requiere conocer la estructura de cada género y cómo este es planteado por el autor.
Si el lector asume la diferencia de géneros discursivos entre (c) y (d), deberá entonces leer el fragmento (c) en atención a su carga básicamente informativa, lo entenderá como un documento histórico cuyos datos explícitos y directos certifican la realización del bautizo católico de un niño llamado César Abraham, y asumirá que las peculiaridades de su redacción obedecen al estilo de la época. De manera distinta, en el fragmento (d), reconocerá connotaciones más complejas, posibles de ser interpretadas en función al género literario al que pertenece y a la intención estética del poeta.
Así, en (d), un lector especializado podrá encontrar significados diversos enriquecidos por el análisis de la producción global de Cisneros como poeta e, incluso, por la trascendencia del legado literario de César Vallejo y su relación con los poetas jóvenes (no olvidemos el título direccionador del poema). Para Miguel Ángel Zapata, crítico literario y también poeta, por ejemplo, en este fragmento es posible ver que
«[l]a poesía de Cisneros, utilizando como recurso la intertextualidad, pone de manifiesto la manipulación oficialista en el proceso de consagración de un poeta […] [y que] a través de un hablante, no representado para mayor objetividad, desde un punto de vista y tiempos posteriores a los acontecimientos desarrollados, el lector encuentra las absurdas instituciones que tienen control sobre la vida de los seres humanos y lo poco que significa la objetivación de la biografía de un individuo a través de documentos como el certificado de nacimiento» (Zapata 1998: 312-313).
La lectura de Zapata, más informada, confirma que leer no es solo un acto de decodificación literal, sino de comprensión a partir de las diferentes dimensiones que comporta el acto comunicativo.