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2. LUCHAS DE CLASES
ОглавлениеNo vamos a construir una teoría de las nuevas formas que asumirá la revolución. Dicha teoría solo puede ser elaborada por aquellos que la realizarán y pensarán al hacerla. Pretendemos, más modestamente, reconstruir las condiciones objetivas y subjetivas de una ruptura con el capitalismo y las demás modalidades de dominación y explotación.
La primera condición consiste en captar el pasaje de la “lucha de clases” (entre capital y trabajo), que fue el motor de la revolución hasta la primera mitad del siglo XX, a las “luchas de clases” en plural. Podemos confiar en el capital en este punto. Siempre supo explotar y mandar sobre diferentes clases (trabajadores, mujeres, esclavos y colonizados), aunque no siempre estuvo en el origen de su formación. Las divisiones de clase, sexo y raza son cartas de triunfo en manos del capital al menos desde el “largo siglo XVI”. La visión de las luchas de clases centrada únicamente en la relación capital-trabajo es parcial, peligrosa y, en última instancia, falsa. Finalmente, el paso de la lucha de clases a las luchas de clases es solo una interpretación tardía de una política del capital que siempre ha construido y utilizado estos dualismos, tanto económica como políticamente.
El pensamiento del 68, y especialmente el pensamiento crítico desarrollado a partir de los años 80, parece haber confundido la crítica de la dialéctica con el fin de los dualismos de clases. Por el contrario, estos últimos persisten, insisten y se consolidan.
Vamos a tomar libremente prestado del “feminismo materialista” de Christine Delphy una primera configuración de las relaciones de poder en las sociedades contemporáneas, para obtener una idea más precisa de la naturaleza y heterogeneidad de estos dualismos, focos de las revueltas que han inflamado el planeta desde 2011.
Las diferencias de ingresos, de patrimonio, de vivienda, de educación, de acceso a la salud, etc., se profundizan: pero no se refieren genéricamente a las desigualdades, sino a la apropiación y al saqueo del capitalismo financiero, que siguen siendo los signos de la lucha de clases entre capitalistas y proletarios.
El racismo, lejos de identificarse con el rechazo del otro, de reducirse a un rasgo cultural, psicológico o de carácter (o al “prejuicio”, considerado en la época de la Ilustración como la causa de la injusticia), afirma la dominación de la clase de los blancos sobre la clase de los no blancos (racializada). En la colonia, dice Fanon, invirtiendo al economismo marxista, lo que divide es ante todo el hecho de “pertenecer o no a tal especie, a tal raza”, de modo que “se es rico porque se es blanco, se es blanco porque se es rico”.
La creación política de diferencias sexuales entre hombres y mujeres codificadas por la heterosexualidad “obligatoria” es, por un lado, un modo de producción no capitalista del que se beneficiará el capitalismo (no exclusivamente porque es el conjunto de la clase de los “hombres” el que se beneficia en primer lugar) y, por otro lado, un régimen político que hace de la exclusión de las mujeres como ciudadanas y la inclusión como sirvientas, un reflejo de la esclavitud en las colonias. El patriarcado y la heterosexualidad, lejos de ser instituciones para la regulación de la reproducción, son instituciones productoras de trabajo gratuito, de jerarquías, lugares, roles y sujeciones que intervienen en la constitución de la raza y la clase (entendido en el sentido marxista del término).
A estos tres dualismos hay que añadir otro: la división cultura/naturaleza que funda y legitima una jerarquía entre el hombre (varón, blanco, adulto, propietario, europeo) y una naturaleza constituida a la vez por no humanos (la tierra y sus recursos) y humanos (esclavos, colonizados, mujeres e incluso obreros, a quienes la burguesía consideraba hasta fines del siglo XIX como inferiores).
Vaciada de todas sus divinidades, de todo espíritu, de toda alma, la “naturaleza” se reduce a una pura cantidad, ordenada por la ley de causas y efectos, objeto de la ciencia y disponible para ser saqueada. La reducción de los no humanos y los humanos a objetos naturales es la condición para autorizarse a dominarlos y luego explotarlos.