Читать книгу ¿Te acuerdas de la revolución? - Maurizio Lazzarato - Страница 7
3. LAS CLASES Y EL TRABAJO LIBRE
ОглавлениеAsí definidas, las clases cuestionan en primer lugar al marxismo que produjo las armas teóricas de las revoluciones socialistas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. En efecto, a diferencia del trabajador, la mujer es explotada y dominada en tanto que mujer, es decir que su subordinación y su incorporación al trabajo están organizadas por el sexismo. De la misma manera, el individuo racializado es primero explotado y dominado en tanto que racializado: su subordinación y su incorporación al trabajo pasa por el racismo. El sexismo y el racismo son relaciones de poder que Marx consideraba como anacronismos; sin embargo, parecen ser tan indispensables para el funcionamiento del mercado mundial como el trabajo abstracto.
Los modos de producción y dominación ejercidos por y sobre las mujeres, los colonizados y los indígenas no pueden superponerse directamente a los que ejerce el capital. Ambas jerarquías, blancos/no blancos y hombres/mujeres, se caracterizan por relaciones de poder personales. No están mediadas por el mercado, ni por la técnica, ni por la organización científica del trabajo. Como en el sistema feudal, el poder se ejerce a través de la dominación directa del hombre sobre la mujer, del amo sobre el esclavo, de los blancos sobre los racializados.
Marx afirma en los Grundrisse que el capitalismo había borrado definitivamente las “relaciones de dependencia personal” para establecer una “independencia personal fundada en la dependencia material” impersonal. Pero esta última solo concierne a los asalariados, mientras que las tres cuartas partes de la humanidad han estado y siguen estando bajo el yugo de la dominación personal. La naturalización, es decir, la reducción de las mujeres, de los colonizados, de los nativos, de los inmigrantes a objetos, no se produce a través del fetichismo de la mercancía y sus caprichos metafísicos como piensa Marx, sino directamente a través del poder personal.
El trabajo de las mujeres, los esclavos, los colonizados y los nativos no es como el “trabajo abstracto” marxista, un trabajo formalmente libre, institucionalizado, contractualizado y remunerado. Por el contrario, es gratuito o escasamente remunerado, en todo caso desvalorizado, por ser considerado como no productivo. Si la fuerza de trabajo de los obreros se vende temporariamente a cambio de un salario, en cambio el trabajo de las mujeres y los esclavos (de los colonizados, de los indígenas) no constituye, estrictamente hablando, una fuerza de trabajo, porque es apropiado de una vez por todas y a su ejercicio no corresponde ningún ingreso. ¡Es un trabajo gratuito, en cualquier caso nunca pagado por su valor!
Sin la extorsión de este trabajo no libre y sin la depredación del trabajo de la naturaleza y sus recursos, el capital y el fabuloso desarrollo de su ciencia y sus técnicas no podrían sobrevivir ni un solo día.
La teoría del poder de Michel Foucault cae en la misma ceguera eurocéntrica y androcéntrica. El poder descrito como biopolítico requiere que el sujeto sobre el que se ejerce sea libre (“el poder se ejerce únicamente sobre ‘sujetos libres’”).
Foucault solo analiza un tipo de poder cuyas propiedades universaliza, para el cual la libertad es al mismo tiempo “su precondición, puesto que debe existir la libertad para que el poder se ejerza, y también su soporte permanente”.4 Entre el poder y la libertad se establece una relación de articulación y no de exclusión.
Este modo de ejercicio del poder no concierne a las mujeres, ni a los colonizados, ni a los esclavos, cuya libertad ni siquiera tiene la formalidad de derecho de los asalariados. En las relaciones de las clases raciales y sexuales, existe, efectivamente, una relación excluyente entre el poder y la libertad. Esta última queda del lado de las luchas de las mujeres y las personas racializadas.
Aparecen problemas radicalmente nuevos: el “enemigo principal” no es el mismo para los obreros, las mujeres, las personas racializadas; las diferentes luchas de clases tienen objetivos y prioridades que pueden entrar en conflicto.
Acabamos de esbozar rápidamente un nuevo marco para las luchas de clases. La mayor parte de este libro estará dedicada a profundizarlo. Nació con el capitalismo mismo, pero se volvió políticamente subjetivo en el siglo XIX y especialmente en el siglo XX. Se generalizó radicalmente en los años 60 y 70 con las revoluciones por la liberación de los colonizados, las mujeres y las luchas ecologistas.