Читать книгу Manual de psicoterapia emocional sistémica - Mercedes Bermejo Boixareu - Страница 36
2. Tipos de crisis
Оглавление«Una crisis es la situación en un periodo de cambio inminente»5 (Pittman, 1991). Hay dos tipos de crisis principales: las crisis de desarrollo y las crisis estructurales.
Las crisis de desarrollo son aquellas que «ocurren en respuesta a las etapas normales de desarrollo. Estos tipos de estrés son universales»6 (Pittman, 1991).
En cada fase del ciclo vital se presentan crisis evolutivas, a las que la familia debe dar respuesta y ajustarse, para poder pasar a la fase siguiente de una manera sana y adaptada.
Son una serie de crisis evolutivas esperables y hay una serie de tareas evolutivas que, de no conseguirlas, obstaculizan o dificultan el adecuado desarrollo de los miembros de la familia. Cuando una familia va atascándose en ciertas tareas, estas influyen y dificultan las etapas posteriores7 (Carter y McGoldrick, 1989).
Además, como explica Lyman C. Wynne, «a menudo las salidas y entradas en el ciclo vital no acontecen hallándose los participantes relacional o psicológicamente preparados»8 (Wynne, 1984). Es en estas circunstancias cuando los psicoterapeutas familiares podemos ayudar a las familias a resolver las crisis de una forma sana.
Un ejemplo sería el de una madre que recurre al alcohol para afrontar la salida de su hijo del domicilio familiar, puesto que no está psicológicamente preparada para afrontar esta nueva etapa.
«Las crisis estructurales son aquellas en que el estrés surge de la misma estructura familiar, no de estresores externos o etapas del desarrollo»9 (Pittman, 1991).
Desde el enfoque sistémico, se entienden como un intento inconsciente de la familia por evitar un cambio. De ahí la paradoja —«una contradicción que resulta de una deducción correcta a partir de premisas congruentes»10 (Watzlawick, Helmick y Jackson, 1983, p. 173)— en que, en muchas ocasiones, nos vemos inmersos los psicoterapeutas familiares: la de que la familia pida un cambio sin cambiar. Es importante entender que esta demanda paradójica por parte de la familia es inconsciente e involuntaria. El psicoterapeuta debe comprender esta resistencia al cambio (¿por qué nos cuesta tanto el cambio a pesar de saber que es lo mejor para nosotros?), sin cuestionarla directamente, pero manejándola para que no se convierta en un obstáculo para la psicoterapia.
Siguiendo con el ejemplo anterior, si esta madre recurre al alcohol para evitar la independencia de su hijo y tapar así su problema de pareja, estamos ante una crisis estructural (el problema de pareja). Es posible que esta madre se resistiera además a la salida del domicilio de su hijo boicoteando el tratamiento, ya que este trataría de ayudarla a asumir la independencia de su hijo. Insistimos en que estas resistencias actúan a un nivel inconsciente, sin intencionalidad alguna.
Por eso, como señala Jorge Maldonado, «si estas crisis se tratan como episodios separados, nunca se resolverá el problema estructural»11 (Maldonado, 2002). De ahí la importancia de saber detectar estas crisis y de no confundirlas con crisis evolutivas.
Siguiendo con el mismo ejemplo, si entendemos el alcoholismo de la madre exclusivamente como una crisis evolutiva (nido vacío), y no como una crisis estructural (problema de pareja), el diagnóstico sería insuficiente y, por tanto, el enfoque de la intervención quedaría limitado.