Читать книгу Orígenes de la filosofía analítica - Michael Dummett - Страница 16
Prefacio
ОглавлениеEste libro es una versión revisada de una serie de conferencias que dicté en la Universidad de Bolonia durante la primavera de 1987; lamento admitir que las conferencias fueron ofrecidas en inglés y no en italiano. No tenía intención, cuando las escribí, de transformar esas conferencias en un libro, ni siquiera de publicarlas. Fui convencido de hacerlo por mi amiga y ex alumna, la Profesora Eva Picardi, de la Universidad de Bolonia; en consecuencia aparecieron, exactamente como fueron leídas, en dos números sucesivos en la revista Lingua e Stile.1 Luego, el Dr. Joachim Schulte, también un amigo que me ha acompañado durante muchos años, me propuso traducirlas con vistas a su publicación bajo la forma de un pequeño libro. Le di la bienvenida a esa idea: no había tenido la intención de escribir un libro, pero la idea de publicar un pequeño libro sobre filosofía, lo cual nunca hubiera podido lograr de haberme puesto a escribirlo, me atrajo gratamente. Schulte realizó una traducción impecable y le agregó la transcripción de una entrevista que mantuvimos en octubre de 1987; el libro fue publicado por la editorial Suhrkamp bajo el título Ursprünge der analytischen Philosophie en 1988. Posteriormente hubo una traducción italiana, realizada por Eva Picardi, publicada por la editorial Il Mulino en 1990, sin la entrevista, bajo el título Alle origine della filosofia analitica, y una traducción francesa de Marie-Anne Lescourret, publicada por Gallimard en 1991, con la entrevista, bajo el título Les origines de la philosophie analytique. Aprovecho esta oportunidad para dar las gracias a mis tres traductores por la preocupación con que asumieron ese trabajo siempre insuficientemente apreciado, y el éxito con que lo llevaron a cabo. Nunca he publicado una traducción, pero ocasionalmente he hecho traducciones, por mi propio interés o para usar en conferencias o seminarios, y soy muy consciente de la extrema dificultad de la tarea. Desde mi punto de vista, los traductores, que obviamente realizan una función esencial, rara vez reciben el crédito que les corresponde. Generalmente sus nombres aparecen solo en letra menuda, y a veces ni siquiera en la página principal; los críticos rara vez los mencionan, excepto para criticarlos. Con frecuencia, sin embargo, merecen aplausos, y ello ciertamente se aplica, no solo a los tres que han traducido el presente libro, sino también a otros que han traducido otros trabajos míos.
Así, aunque el texto en inglés de estas conferencias ha estado disponible, no había sido publicado en un país de habla inglesa, no en forma de libro. He deseado por algún tiempo sacarlo en inglés; pero quería hacer algunas revisiones en el texto antes de ello, convencido de que varias secciones requerían una mejora. No pude asumir semejante revisión durante el año académico 1988-9, cuando consagré un año sabático a la producción de The Logical Basis of Metaphysics y de Frege: Philosophy of Mathematics. Desde entonces, estuve, hasta octubre de ese año, comprometido con la enseñanza, entre otras cosas, y no pude encontrar el tiempo para realizar la tarea. Habiéndome retirado, ahora he logrado llevarla a cabo.
El libro no pretende ser una historia; la ausencia del artículo en el título intenta indicarlo. Ello es en parte debido a que, como explico en el Capítulo 1, he intentado prestar atención a aquellas influencias causales que parecen operar en el campo de las ideas independientemente de quién lee qué o escucha qué, pero también porque este libro no intenta ser totalmente comprehensivo: no he discutido el rol de los filósofos británicos Russell y Moore en la génesis de la filosofía analítica; del mismo modo, he dejado virtualmente sin mencionar tanto al Círculo de Viena como a los pragmatistas. El libro se pretende, más bien, como una serie de reflexiones sobre las raíces de la tradición analítica: observaciones que cualquier escritor de una genuina historia de esta tradición tendría, en la medida en que sean correctas, que tomar en consideración. Confío en que una historia tal se escribirá: sería fascinante. Pero mi objetivo ha sido bastante menos ambicioso, y mi libro mucho más breve de lo que una verdadera investigación histórica posiblemente sería.
El libro ha tomado la forma que tiene debido a una comprensión que ha ido creciendo en mí durante los últimos años de que la filosofía analítica tiene sus orígenes mucho antes de que hubiera una corriente tal. Lo que es más, tiene las mismas raíces que la tradición fenomenológica, que a muchos les parece la antítesis de la filosofía analítica, o de lo que ellos conciben como filosofía “angloamericana”. Entiendo que en la década de 1950 solían tener lugar conferencias estériles, compuestas por filósofos analíticos británicos y fenomenólogos franceses en números iguales, con la esperanza de establecer una comunicación; pero me parece que la comunicación es más probable que resulte como un esfuerzo de ambos lados por comprender cómo sus respectivos estilos de filosofía se originaron a partir del trabajo de aquellos que en el pasado se encontraban muy cerca el uno del otro, y ciertamente sin dar la impresión de encontrarse fundando escuelas divergentes. El término “angloamericana” es un nombre inapropiado que hace un gran daño. No solo tiene el efecto perjudicial de alentar a aquellos que aceptarían el rótulo para sus trabajos creyendo que no tienen necesidad de leerlos, por no hablar de escribirlos, en otra lengua excepto el inglés, sino que además da una impresión completamente falsa sobre cómo se originó la filosofía analítica. Si bien tanto Russell como Moore fueron muy importantes, ninguno fue la, o siquiera una, fuente de la filosofía analítica; y el pragmatismo fue meramente un tributario interesante que fluyó en la corriente principal de la tradición analítica. Las fuentes de la filosofía analítica fueron los escritos de filósofos que escribieron, principal o exclusivamente, en idioma alemán; y esto hubiera sido evidente para cualquiera de no haber sido por la plaga del nazismo que condujo a muchos filósofos de habla alemana a cruzar el Atlántico.
El advertir esto ha sido resultado de mi doloroso y aun sumamente incompleto rastreo de los pasos dados por el joven Gilbert Ryle, quien empezó su carrera como el exponente de Husserl para audiencias inglesas y solía dar conferencias sobre Bolzano, Brentano, Frege, Meinong y Husserl. Es una verdadera lástima que muy poco de su conocimiento de esos autores se haya conservado impreso, e igualmente que, por lo que puedo observar, muy poco de lo que aprendió de ellos sobrevivió en su trabajo tardío; el tema tratado menos exitosamente, verdaderamente el menos tratado en absoluto, en The Concept of Mind, es el de la intencionalidad.2 Mi interés en Bolzano fue una consecuencia de mi trabajo sobre Frege, a quien en muchos aspectos se le anticipó señaladamente; en los primeros borradores de Frege: Philosophy of Mathematics, había extendidas comparaciones entre Bolzano y Frege, de las cuales poco sobrevivió en la versión muy resumida que eventualmente publiqué. Pero es a otros que debo mi interés por Husserl: a David Bell, quien ha escrito un libro sobre él que merece despertar interés por su obra entre el público filosófico inglés,3 y sobre todo a Herman Philipse. Philipse visitó Oxford en 1982 u 83, y brindó conferencias sobre Husserl; yo tuve la audacia de cooperar con él dando un seminario sobre Logische Untersuchungen de Husserl también en Oxford, en el verano de 1984.4 También me he beneficiado enormemente de la nota crítica de Ursprünge der analytischen Philosophie de Barry Smith,5 del mismo modo que de los escritos de Dagfinn Føllesdal, J. N. Mohanty y muchos otros.
Hay ciertas coincidencias entre secciones del presente libro y mi ensayo “Thought and Perception: the Views of two Philosophical Innovators”.6 La explicación es como sigue: antes de ser invitado a dar las conferencias en Bolonia, yo había escrito un ensayo dos veces más largo que un artículo de revista; cuando recibí la invitación, usé ese texto como base para las conferencias, triplicándolo en extensión y agregándole mucho material nuevo. Durante ese proceso, David Bell me solicitó que contribuyera a un volumen que él y Neil Cooper estaban editando. Explicando las circunstancias, pedí permiso para presentar una versión reducida del ensayo original; Bell estuvo de acuerdo, y yo volví a aquel ensayo, esta vez reduciéndolo a la mitad de su extensión. Antes que el resultado fuera publicado, Bell me convenció de que yo no había hecho justicia a Brentano; por lo que expandí dicha sección, convirtiéndola en una discusión más sutil. Para esta edición del libro, he incorporado mucho de lo que escribí sobre Brentano en el ensayo, siendo incapaz de hacerlo ahora mejor de lo que lo hice entonces.
David Bell, John Skorupsky y otros han estado por un breve tiempo cooperando en un proyecto de investigación a largo plazo sobre los orígenes de la filosofía analítica; espero que ello eventualmente resultará en un libro que delinee las etapas de este intrincado episodio de la historia intelectual, cuya comprensión creo que será capaz de arrojar bastantes frutos. Debe en cualquier caso contribuir a cerrar la absurda brecha que anteriormente se abriera entre “filosofía angloamericana” y “filosofía continental”, y que muchos en el pasado reciente se han ocupado de subsanar. La filosofía, sin haber acordado una metodología y contando apenas con algunos triunfos incontrovertibles, está sometida particularmente a cismas y sectarismos; pero ellos solo producen daño. Espero, también, que el presente libro pueda servir en alguna medida para estimular el interés en el pasado filosófico que considero una pre-condición para la comprensión mutua.
En el conflicto entre las tradiciones analítica y fenomenológica, uno podría ser neutral solo considerándolas a ambas como igualmente erróneas; un libro como este, por lo tanto, difícilmente podría ser escrito desde un punto de vista neutral. Este en particular, ha sido escrito por un practicante de la filosofía analítica. Aun cuando he estado interesado en mostrar cuán cerca estaban los fundadores de las dos tradiciones a principios de siglo, no he podido hacer otra cosa que argumentar a favor de la perspectiva analítica en puntos en los cuales ellos divergían. Un libro que cubra el mismo campo, escrito desde una perspectiva fenomenológica, sería un contrapeso del más alto interés: tengo la esperanza de que alguien lo escriba.
M. D.
Oxford, diciembre de 1992
1 Lingua e Stile, Año XXIII, 1988, pp. 3-49, 171-210.
2 Gilbert Ryle, The Concept of Mind, Londres, 1949. [N. del T.: traducción castellana de Eduardo Rabossi, El concepto de lo mental, Buenos Aires, Paidós, 1967.]
3 D. Bell, Husserl, Londres y Nueva York, 1990.
4 Ver H. Philipse, “The Concept of Intentionality: Husserl’s Development from the Brentano Period to the Logical Investigations”, Philosophical Research Archives, Vol. XII, 1986-7, pp. 293-328, para una excelente muestra de sus contribuciones al seminario.
5 “On the Origins of Analytic Philosophy”, Grazer philosophische Studien, Vol. 35, 1989, pp. 153-73.
6 En D. Bell y N. Cooper (eds)., The Analytic Tradition: Meaning, Thought and Knowledge, Oxford, 1990; reimpreso en M. Dummett, Frege and Other Philosophers, Oxford, 1991.