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Circuito cerrado

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«Ya quiero que esto se acabe». Unas llaves se abrieron cuando tú estabas recostado sin poder moverte; no sé si te diste cuenta o si sólo fue un reflejo, pero lo único que recuerdo es que dijiste eso. Ni siquiera tengo la certeza de saber qué era a lo que te referías exactamente, desconocía si eras consciente de lo que estábamos haciendo contigo y me gustaba pensar que no tenías ni idea de lo que sucedía; se me había aconsejado que de esa forma todo sería más sencillo. Lavé mis manos antes de comenzar con el procedimiento, me puse mis guantes de látex y comencé a auscultarte, lo de rutina, ver si no te habían causado moretones las inyecciones, revisar si no había manchas, irritaciones o cualquier otra reacción alérgica en tu piel, pasaba a tus genitales y a tu vientre, nada que reportar, todo estaba como de costumbre y, para cuando llegaba a tus pupilas, la anestesia ya había hecho efecto por completo, por lo que el resto de la operación se tornaba menos tediosa.

Una vez introducidas las agujas sólo era cuestión de esperar unos segundos para poder verificar la imagen en la pantalla; cuando recién comenzábamos con este método apenas podíamos distinguir las diferentes descargas eléctricas y, a partir de su ubicación, podíamos desviar un poco los circuitos internos haciendo de este proceso algo sumamente aleatorio, casi incalculable, de modo que los resultados siempre eran contraproducentes, pero dicen que echando a perder se aprende, y no sé si sea cuestión de conocimiento, lo que sí tengo por cierto es que la tecnología nos permite ahora manipular sin ninguna dificultad toda esa corriente eléctrica, conexión por conexión, línea por línea, sinapsis por sinapsis. Ya adentro de tu cabeza las nanomáquinas eran como hormigas obreras tratando de construir su laberinto y yo era como un pintor frente al lienzo en blanco, tratando de figurar una escena perfecta, un paisaje tan armónico como el de los fondos de pantalla.

Era una técnica sumamente compleja, casi incomprensible para cualquier otro, es por ello que me habían escogido a mí, era de los pocos lo suficientemente calificados tanto en fisiología (neurología, mejor dicho) como en programación para un trabajo de esta naturaleza. Para cuando terminaba, tú sólo podías descansar, todo tu cuerpo estaba exhausto, aunque tus músculos siguieran intactos, mas tanto esfuerzo mental no podía pasar en vano, es por ello que sólo podías dormir por horas, incluso días enteros.

Esta mañana el teléfono sonó muy temprano, antes de que me levantara; antes de que contestara ya sabía quién era y de qué se trataba, así que al principio no quise contestar. Cuando finalmente lo hice era lo que esperaba, aunque no fue exactamente como lo había imaginado:

—Buenos días, señor, espero no haberlo despertado, pero, como seguramente ya sabe, la situación en la organización no es para nada prometedora, por lo que le pido que me escuche con atención. Hace unas horas la mesa directiva sostuvo una reunión de emergencia luego de que se filtrara la noticia acerca de su experimento fallido. No puedo darle a conocer todos los detalles, puesto que desconozco qué fue lo que sucedió en esa junta, no obstante, se me ordenó que le informara que tiene que presentarse el día de hoy a más a tardar a las nueve de la mañana.

Traté de ser puntual; de inmediato reconocí la voz de mi secretario, con su tono artificial como de máquina contestadora, y supe en ese momento que mi hipótesis había acertado, dado que, como lo había mencionado mi asistente, en la organización, así como en el resto del país y tal vez del mundo entero, no se hablaba de otra cosa que no fuera ese enigmático suicidio por parte de una de las máquinas de la nueva generación con conciencia artificial limitada. Evidentemente, para ese momento yo ya estaba al tanto de la situación, aunque no sabía cuál sería la decisión que tomaría la organización y, a decir verdad, eso era lo único que me importaba.

—Ahí estaré sin falta —respondí—. Por favor, prepara la sala de juntas de mi oficina y asegúrate de que ninguno de los empleados del sector se presente el día de hoy a trabajar. No quiero lidiar con nadie que no pertenezca a la mesa directiva.

—No tiene que decírmelo, señor, el día de ayer se me dieron instrucciones bastante claras, además, conozco perfectamente el protocolo a seguir en este tipo de eventualidades.

El subordinado tenía razón, no sé por qué le estaba dando órdenes cuando sus órdenes ya habían sido dadas de modo que mi supuesta solemnidad de figura de autoridad no era sino una muestra involuntaria de mi nerviosismo por lo que se avecinaba.

Sin embargo, lo que me dejó realmente sin palabras fue lo que dijo enseguida el secretario:

—No hace falta que me reitere cuál es mi papel a desempeñar en esta compañía, ni tampoco que me diga los motivos detrás de sus demandas, dado que todo ello no tiene sentido ni relevancia dentro del desempeño de mis funciones diarias. No olvide que para las consciencias como la que me instalaron no existen metas extrínsecas, únicamente intrínsecas, de manera que no tiene que darme motivos ulteriores sobre sus órdenes. Lo que se tiene que hacer se tiene que hacer porque se tiene que hacer.

Para ese punto yo había dejado de escuchar al ayudante programado porque sólo repetía uno de sus enunciados predeterminados en su disco duro, pero lo que había dicho previamente a la frase hecha me dejó pensando por unos minutos más largos de lo habitual. Esto último se debía tal vez a la complejidad de las ideas; la forma de abordar los acontecimientos de cualquier máquina, por insignificantes que estos puedan parecer, es ciertamente muy diferente, aunque no por ello menos compleja. Como bien señaló el subordinado, ellas no toman en consideración lo que cualquiera de la especie humana reconoce como porvenir o meta a largo plazo («futuridad» que le llaman). Por el contrario, lo único que toman en cuenta, que es, en realidad, lo único que existe para esta forma de consciencia, es lo inmediatamente cercano o presente; ello implica que, dentro de su perspectiva, no existe sino aquello que es, hasta cierto punto, palpable o comprobable como hecho. Su modo de elaborar reflexiones acerca de los fenómenos a su alrededor es, por lo tanto, originario, en el sentido en que sólo son capaces de comprender y analizar un suceso como una consecuencia de una serie de acciones previamente determinadas, haciendo de su percepción un esbozo continuo de una red causal que vincula los eventos; es así como, dentro de su particular punto de vista, todo tiene una razón de ser en sí mismo, ya sea como causa o como efecto, o ambos al mismo tiempo.

No obstante, este mecanismo de análisis es sólo una parte de lo que se podría denominar como su pensamiento, dado que hasta ahora he abordado solamente la manera en que ellas plantean cualquier problemática o eventualidad que pueda llegar a presentarse, mas aún queda por determinar el modo en que proponen y llevan a cabo sus «soluciones» sobre las circunstancias que se manifiestan a su alrededor. En su «mente» no hay posibilidad para el azar, lo indeterminado ni lo arbitrario, de modo que, cuando se les asigna una tarea, son incapaces de concebir una idea como infundada, es decir, su capacidad crítica se desempeña únicamente en el terreno de lo práctico. Las máquinas no tienen imaginación entendida como la capacidad de visualizar lo que no tiene razón de ser, esto es, la mera fantasía y, en consecuencia, en un estrato más profundo de su cognición, no necesitan de ningún tipo de reflexión ontológica.

La verdadera dificultad llegaría entonces al momento de hacer una indagación sobre un problema más singular y complicado como podría ser el de su autopercepción y su introspección. Eso era precisamente lo que se trataba de investigar con el programa de inteligencia artificial limitada, pues si antes, cuando la capacidad cognitiva de las máquinas era prácticamente infinita, su pensamiento constituía una suerte de idea de Dios (en el sentido de la totalidad de la red causal de los fenómenos), en cambio, ahora tendrían la posibilidad de conocerlo como una parte de esos mismos fenómenos y no como su más grande observador. Esto era sumamente conveniente, puesto que, como ya todo el mundo sabe, cualquier idea totalizante es potencialmente totalitaria como quedó demostrado por los regímenes del pasado liderados por las máquinas más inteligentes de la historia. Aunado a lo anterior estaba la ventaja de tener así un mayor control sobre su acción en cualquier ámbito social, aunque, en realidad, esto solo se aplicó la mayoría de las veces en la eficacia represivo-armamentista que fue el único campo en que, después de lo ocurrido, estaba permitido que las máquinas se desempeñaran.

Si estoy reflexionando sobre todo esto es porque, seguramente, en cuanto llegue a la junta con la mesa directiva, tendré que justificar todo este desastre que, acorde con la opinión pública, ha sido completamente mi culpa. Tengo que recordarles a esos burócratas imbéciles que en la sociedad no siempre se le puede dar una solución simple a un problema complejo. A veces me parece que ya no se distingue quién es máquina y quién persona, o tal vez lo que no se distingue sea precisamente lo que supuestamente hace de unos una cosa y de los otros, otra.

En el momento en que la noticia se hizo viral, contrariamente a lo que creería el grueso de la población, la organización no hizo nada al respecto, ni tampoco el ministerio. Pasó todo un día para que pudiera tomar cartas en el asunto, por lo que no sabía que cuando llegó a la entrada de la organización lo llevaron directamente a la parte más profunda en donde tienen un conjunto de celdas para tipos peligrosos; ni siquiera se tomaron la molestia de llevarlo a un hospital para que le revisaran las heridas que tenía en la cara y en las manos. Lo que tampoco entiendo es cómo se perdió el archivo original… ¿Por qué demonios no me lo entregaron a mí de inmediato? ¿No se supone que el encargado de este proyecto soy yo? Otro ejemplo de la forma en la que funciona este dispositivo de poder, a saber, sólo soy un peón más.

Sin embargo, ahora no sólo fue recuperado el testimonio, sino que se ha esparcido por todos los medios, siendo tan sencillo conseguirlo como descargar cualquier otro contenido. De esta manera, la información se ha vuelto inútil, al menos en lo que respecta al proyecto y a la organización… Así funciona el conocimiento, de nada sirve cuando todo el mundo lo tiene, puesto que así no se puede convertir en mercancía. Por ello, la junta directiva ha decidido continuar las investigaciones, a pesar de todo el riesgo que ello implica, sobre todo en lo que concierne al enemigo. Temprano me hicieron saber que el sujeto estaba a disposición para que pudiera seguir analizándolo, que las heridas no eran de gravedad, pero que no interactuara con él, pues al parecer se había vuelto más violento. De igual forma, mis superiores fueron muy enfáticos en que no mencionara nada acerca del intento de suicidio por el que había pasado el sujeto; era de vital importancia que nadie se enterara. Al parecer, ellos se encargarían de hacer desaparecer cualquier indicio que pudiera dar a conocer esto al resto de los habitantes, sin importar cuantos muertos o desaparecidos se llevaran en el camino. Creo que eso nunca ha importado.

Cuando volví a mi oficina ya estaba el monitor desde el que podía verlo, así como revisar todo lo que hizo desde que lo encerraron. Había pasado tan sólo una hora desde que se lo habían llevado, y si no lo vi antes, fue porque había salido de la oficina para hablar un poco con mi subalterno. Estuvimos discutiendo sobre el archivo número 524 y los fragmentos faltantes, creo que él es el único tanto o más apasionado por la historia que yo. Me fascina revisar los inmensos cajones que hay en las bóvedas de la organización, aunque no sé por qué, tal vez sea porque me gusta tener algo de certeza acerca de mis orígenes. Cuando regresé a mi puesto, de inmediato recibí una llamada que más bien era una nota de voz, porque quien había marcado era una máquina que a su vez reproducía el mensaje de una grabación, esto lo hacen seguido los directivos para aislar la red y no permitir que encuentren la fuente o el punto en específico desde donde se están comunicando. El único inconveniente es que la máquina no puede responder mis preguntas, sólo repetir el mensaje.

Me explicaron que, dado lo acontecido con el sujeto y el hecho de que yo era el encargado de la investigación (aunque no pudiera tomar ninguna decisión) iba a tener que convertirme en la imagen pública de la organización para poder «aclarar» las dudas que habían surgido en ciertos sectores de la sociedad, así como aminorar el nivel de incertidumbre que había creado todo este asunto. Lo más importante era reflejar un carácter sólido con el que pudieran sentirse identificados los ciudadanos y que, al mismo tiempo, no diera lugar a malos entendidos. Prácticamente me estaban pidiendo que les dijera todas las respuestas de tal forma que «entendieran», pero sin la posibilidad de plantear otras preguntas, no sólo querían que les diera las respuestas, querían que les dijera la Verdad, obviamente sin mencionar que el sujeto había muerto, que su suicidio evidenciaba la voluntad de las máquinas y que, naturalmente, esto sólo podría despertar la ira del enemigo.

Como sabían que lo que me estaban pidiendo era algo sumamente difícil y que, a pesar de mi posición jerárquica dentro de la organización y la sociedad en general, no tenía los recursos suficientes para acceder al lenguaje de poder (o power language), ellos me permitirían volver a usar la unidad con la que contaba la organización. No sé si esto es una buena idea, pues sólo lo he hecho una vez, y cuando sucedió, lo único que pude «crear» fue este proyecto que tantos problemas ha traído hasta ahora.

Gris

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