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Teoría de la semicriollización

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Esta teoría, de reciente aparición,{14} propugna el influjo de las lenguas africanas en la conformación de ciertos rasgos fonéticos, morfosintácticos y léxicos del español americano, principalmente en la región del Caribe, tanto insular (Cuba, Puerto Rico, República Dominicana) como continental (costas atlánticas de Panamá -sección oriental-, Colombia y Venezuela). De acuerdo con Perl (1998: 21):

En el español popular caribeño hay algunos fenómenos lingüísticos que, según nuestra opinión, no pueden explicarse, de no tomarse en cuenta las lenguas relevantes del sustrato africano o una variedad pidginizada o criolla del español.

La teoría se fundamenta en dos factores, uno extralingüístico y otro lingüístico. El primero sostiene que, en el Caribe, el elemento étnico indígena fue aniquilado casi en su totalidad a principios de la Colonia. Este hecho es el responsable de la importación de esclavos africanos en gran cantidad en los siglos XVII y XVIII; de modo que, durante el siglo XIX, tal como afirma Perl (1998: 20-21), «hubo una presencia significativa de personas de color, y que en ciertos países éstas predominaban numéricamente sobre el resto de la población». Consecuentemente, según Lorenzino (1998: 30), el elemento cultural africano no se hizo esperar a través de agrupaciones que fomentaban la conservación de tradiciones africanas entre los inmigrantes y sus descendientes, incluyendo sus idiomas vernáculos. El segundo factor atañe a una supuesta simplificación de rasgos lingüísticos en el español caribeño, característica de los procesos de semicriollización.

De acuerdo con Holm (cit. por Lorenzino 1998: 33), en la formación de un semicriollo entra en juego la reestructuración parcial del superestrato (en nuestro caso, el castellano) debido al influjo de una lengua criolla sobre este; no obstante, a falta de cambios radicales en las variedades lingüísticas del superestrato, el proceso de criollización no se lleva a cabo en su totalidad, y el producto lingüístico no da una lengua criolla, sino que mantiene mucha similitud con el superestrato; de ahí la denominación de semicriollo. Por otra parte, y a diferencia de la descriollización, donde el superestrato influye sobre el criollo, en la semicriollización el superestrato es modificado por el criollo.

Los rasgos lingüísticos que entran en el examen de la teoría de la semicriollización son, siguiendo a Álvarez & Obediente (1998: 46-53), en el plano de la fonética,

a) el seseo,

b) el yeísmo,

c) la aspiración o pérdida de /s/ implosiva,

d) la frecuente pérdida de /d/ intervocálica,

e) la elisión de /s/ y /r/,

f) la neutralización de líquidas,

g) la reducción fonética de los verbos ser (eh, e) y estar (ta, tamo, taba, etc.), y

h) la reducción silábica de la estructura CVC a CV.

En el plano de la sintaxis están

a) la elisión de ser y estar en otros contextos que no son oraciones interrogativas ni exclamativas,

b) el uso categórico de los pronombres personales (yo como, tú comes, etc.),

c) la no transposición del sujeto pronominal en oraciones interrogativas (¿qué tú quieres?), y

d) la ausencia de la preposición a cuando marca complemento directo referente a persona o complemento indirecto.

En el plano de la pragmática se señalan

a) la doble negación (yo no lo quiero hacer no),

b) el uso de partículas léxicas que parecen ser enfatizadoras del elemento que acompañan (dame un lápiz ahí), y

c) el empleo de ser como focalizador (yo vivo es en San José).

Tres grandes problemas atentan contra la teoría de la semicriollización. En primer lugar, casi todos los rasgos lingüísticos caribeños que supuestamente son parte del producto semicriollo se encuentran, en mayor o menor medida, en otras zonas del dominio hispanohablante, incluidas las Islas Canarias, Andalucía y Extremadura, tal como lo hace ver el mismo Lorenzino (1998: 35). En segundo lugar, muchos de esos rasgos se deben a procesos de simplificación o elisión que no necesariamente tienen que ver con rasgos criollos. Tal como lo expresan Álvarez & Obediente (1998: 60), se trata de procesos de «causación múltiple» o «convergencia», es decir, de préstamos que han entrado en la lengua por varios caminos. En tercer lugar, no se ha probado la existencia de un sustrato criollo en el Caribe.{15} Por consiguiente, y en opinión de Álvarez & Obediente (1998: 61),

dado que no hay evidencias contundentes documentadas para el Caribe de la existencia de una lengua criolla en el sustrato, y que todavía no hay estudios sociolingüísticos sistemáticos sobre estos rasgos sintácticos, los indicios de los que se dispone sólo permiten referirse a tendencias en el sentido sapireano, es decir como normas que dirigen tácitamente el uso de la lengua.

Además, según aducen Álvarez & Obediente (ubi supra), al igual que en procesos de descriollización, en vez de desaparecer los rasgos susodichos, en el Caribe han perdido su carácter sociolectal para adquirir un carácter estilístico, y su uso no está delimitado a las clases populares, sino que también se da en las clases altas y a veces hasta en situaciones formales.

A pesar de lo anterior, tal como lo hace ver Lorenzino (1998: 38), el valor de la teoría de la semicriollización radica en que, sea que se demuestren rasgos criollos o no, al menos contribuirá a darle mayor importancia al elemento africano en la conformación de las variedades dialectales del español caribeño.

El Español de América

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