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Un entorno de crecimiento

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Una completa socialización va mucho más allá de encuentros ordinarios con personas. Nosotros contribuimos de forma activa al desarrollo emocional de cada cachorro al aportarle la mayor variedad posible de experiencias seguras. La variedad debería ser máxima, poniendo el énfasis en ofrecer diferentes escenarios, sonidos y texturas. El mundo del cachorro tiene que abrirse con la exposición a entornos distintos al recinto de cría que les es familiar. Este importante elemento en el crecimiento y desarrollo del animal se llama “enriquecimiento”, y no se limita a un período específico, sino que se extiende a toda la infancia del perro e incluso más allá. Los perritos necesitan múltiples experiencias. En esta fase, por ejemplo, no beneficia en absoluto al animal dejarle todo el día confinado al monótono espacio del criadero con unos pocos juguetes, limitando así sus oportunidades de jugar e investigar. La vida en el recinto de los cachorros tiene que equilibrarse con otras experiencias y entornos que pongan a prueba su curiosidad y su inteligencia. Por este motivo, cuando busque un cachorro, debe asegurarse de preguntar a los criadores en qué instalaciones crían a los perritos.

Nosotros empezamos acostumbrando a los cachorrillos a diversas superficies: grava, hierba, virutas de madera, teja, cemento, linóleo y tierra. Anka nos ayuda en esto porque sus crías están dispuestas a seguirla. Los conduce a la grava, la tierra y la hierba que rodea el edificio de crianza, y retoza con ellos en esas superficies. De vez en cuando, tumba a alguno de ellos pellizcándole el pescuezo juguetonamente con la boca o va a buscar algún descarriado que se ha alejado demasiado de la manada. Tras varios días de sesiones parecidas, los cachorros ya recorren estas superficies, confiados y sin miedo.

Podemos llevar con facilidad a los cachorrillos a dar paseos cortos hasta los límites del bosque para que exploren un nuevo mundo de imágenes y olores. Hasta donde pueden, los animalitos exploran con evidente entusiasmo e investigan los olores de las plantas, las ramas, los insectos y los animales. Son cosas con las que no han tenido contacto en el criadero. Sunny toma una hoja y provoca maliciosamente a Yola, que no acaba de decidirse a morder el otro extremo. Unos cuantos metros más allá, cerca de Kairos aterriza un petirrojo en una rama desnuda. El pequeño le mira intrigado, y enseguida retrocede y gruñe amenazadoramente por lo bajo. El petirrojo levanta el vuelo y deja a Kairos desconcertado ante su repentina desaparición. Los demás cachorros, metidos en sus propias exploraciones, no se percatan de la aventura de Kairos.

Puesto que todavía son jóvenes y se cansan pronto, al cabo de diez minutos empezaremos a agitar un juego de llaves (técnica que ya utilizamos para llamarles a comer) y nos seguirán ladrando con excitación hasta el criadero. Antes de meterles en el redil, terminamos la sesión con un montón de fiestas y caricias en la cabeza.

Esta técnica para condicionar a los cachorros a reaccionar ante los sonidos les enseña a asociar un ruido específico con una experiencia positiva concreta. Nos gustan las llaves porque los perros responden bien al tintineo agudo. Durante el destete, cuando los cachorros empiezan a tomar las comidas con regularidad, hacemos sonar las llaves justo antes de ponerles la comida delante. Los perritos aprenden con rapidez a reconocer las llaves y las asocian a la comida. Pronto resulta fácil asociar las llaves a cualquier experiencia positiva. Sólo tenemos que hacerlas sonar y, acto seguido, darles algo que les resulte agradable, como caricias o agasajos. El condicionamiento también sienta unas bases útiles para cuando les enseñemos a responder a nuestra llamada, proceso que describiremos más adelante.


Cuando salen, los cachorros muestran una insaciable necesidad de explorar todo un mundo nuevo de imágenes, sonidos, olores y objetos con los que jugar.


Durante un paseo por el campo, logramos que se acerquen haciendo sonar un juego de llaves, técnica que ya utilizamos para llamarles a comer y que utilizaremos en futuros entrenamientos.

Es importante cambiar de entorno. Durante el día, dejamos que los perros jueguen al aire libre. En unas zonas valladas de detrás del criadero, creamos espacios de juego al aire libre que les resulten interesantes y mentalmente estimulantes. Viejas ruedas y tuberías grandes de arcilla pueden convertirse en excelentes obstáculos y túneles en los que explorar sin peligro. Jugarán durante horas con cajas grandes de cartón, garrafas de plástico limpias, pelotas viejas de tenis y juguetes que chirrían.

Incluso la propia sala de los cachorros puede convertirse en un lugar estimulante. Además de proveerles de un montón de juguetes, también podemos colgar una pelota de tenis o una anilla de nailon de una cadena para que quede suspendida a la vista de los cachorros. Así, cuando tocan el objeto, suena una campanilla en lo alto de la cadena. Esto, además de ayudarles a desarrollar la coordinación ocular, les acostumbra a ruidos inesperados que, de otro modo, podrían asustarlos.

Durante el día, en los recintos de los cachorros sintonizamos emisoras de radio de música clásica y, periódicamente, hacemos sonar silbatos, golpeamos madera, tocamos campanas o ponemos en marcha el aspirador. En sesiones privadas con cada uno de los cachorros, les animamos a olfatear, lamer y examinar, antes y después de que suenen, los objetos que provocan el ruido, pero nunca acariciamos o consolamos al cachorro que muestra miedo. Sólo elogiamos al animal que reacciona de forma positiva con curiosidad y atención al estímulo. La exposición a diversos sonidos es vital para la socialización. En nuestro mundo cada vez más ruidoso, los perros deben acostumbrarse al estrés constante de los ruidos fuertes y experimentar con una amplia gama de sonidos inusuales les ayuda a acostumbrarse y no reaccionar con miedo o agitación más adelante.


A los cachorros les encanta investigar túneles en el terreno de juego.


Sofia, una voluntaria, anima al cachorro a bajar por el tobogán en una sala de juegos interior.


Los cachorros se acostumbran con rapidez a situaciones nuevas.


Las salas de cachorros y los patios pueden resultar estimulantes tanto física como mentalmente si se llenan de juguetes y objetos seguros que ayuden a los cachorros a desarrollarse.

El arte de criar un cachorro

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