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La prueba para la camada de Anka

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Cincuenta días después del nacimiento, Debbie Collins, una amiga que no está familiarizada con la camada de Anka, viene al monasterio para someter a los cachorros al examen. Siempre hacemos que realice la prueba alguien completamente ajeno a la camada, y en un lugar que no les sea familiar. Así evitamos resultados distorsionados, ya que el objetivo del examen es obtener un retrato preciso del temperamento de cada cachorro. Los perritos se comportarán de diferente modo ante circunstancias distintas, pero podemos describir con precisión el verdadero temperamento de cada cachorro observando sus reacciones al someterlos a una amplia gama de nuevas experiencias y un estrés leve.

El mejor momento para someterlos a la prueba es lo más cerca posible del día cuarenta y nueve. Cuando cumplen las siete semanas, los resultados de los encefalogramas indican que el desarrollo neurológico ha llegado al nivel de los adultos y, por lo tanto, nos permite obtener una lectura fiable de sus tendencias de comportamiento. Si el examen se realiza antes, los resultados no serán concluyentes porque el desarrollo neurológico aún no es completo; si se hace después, entre las ocho y las diez semanas, los cachorros se encontrarán en el período del miedo y las pruebas de comportamiento estarán sujetas a serias desviaciones.

Realizamos el examen a última hora de la mañana, cuando ya hace rato que los cachorros han comido y se encuentran plenamente activos. Dura aproximadamente diez minutos y se evalúa a cada cachorro por separado, haciéndole pasar por todas las fases en la misma sesión. Para ayudar a la examinadora, uno de nuestros monjes observa desde un escondite y registra las respuestas de los animales.**

Yola es la primera en someterse a la prueba. La primera fase evalúa la atracción social y el grado de inclinación del cachorro a acercarse a un extraño. Cuando Yola entra en la sala, Debbie se agacha a varios metros de ella y empieza a dar palmaditas suaves. Aunque, al principio, Yola baja la cola, se acerca enseguida y, al llegar junto a Debbie, se pasea entre sus piernas restregándose cariñosamente, mientras Debbie la acaricia. He aquí una reacción sumisa que indica cierto grado de falta de confianza mezclada con una buena disposición hacia los humanos. Los demás cachorros son más decididos, se acercan a Debbie moviendo la cola y le lamen las manos. Sunny incluso salta y se agarra a la pierna de Debbie, demostrando una naturaleza más dominante y segura. Ninguno de los cachorros le muerde las manos.

Tras varios segundos, Debbie se levanta y empieza con el ejercicio de “seguimiento”, que mide la sociabilidad del cachorro y su disposición a aceptar el liderazgo. Cuando Debbie se aleja, Yola se queda quieta un momento y después sigue a Debbie moviendo ligeramente la cola. Sin embargo, no se le acerca a los pies, se mantiene detrás y la sigue por la habitación, sugiriendo una buena disposición a aceptar el liderazgo de Debbie. Kairos y Oka hacen casi lo mismo, mientras que Kipper y Sunny acaban metiéndose entre sus pies, signo de que podrían mostrarse dominantes con sus futuros dueños.

Las dos fases siguientes, las pruebas de contención y dominación social, se hacen a continuación y miden la tendencia de los cachorros a la dominancia o la sumisión, así como su disposición a perdonar. Debbie se agacha y tumba a Yola boca arriba, mirándola con calma. Yola se muestra pasiva, sin ofrecer resistencia, y lame la mano de Debbie varias veces. Tras treinta segundos, pone a Yola de cuatro patas y la acaricia con suavidad desde la cabeza hasta el cuarto trasero. Durante las caricias, Yola lame a Debbie en la cara y parece encantada. Estas reacciones muestran un enorme grado de sumisión y sensibilidad, y sugieren que Yola será una perra que perdonará con facilidad tras recibir una reprimenda. Su respuesta es distinta a la de los demás cachorros, que ofrecen una resistencia inicial mayor a la prueba de contención y forcejean para escapar durante al menos quince segundos antes de rendirse. Excepto Sunny, que forcejea y se retuerce para liberarse durante todo el tiempo y no para de sacudir la cabeza en señal de protesta por estar retenido en el suelo. Acabado el tiempo, Debbie suelta un suspiro de alivio y de inmediato Sunny se levanta solo y se marcha. Sin embargo, no tarda en volver al lado de Debbie, y mientras ella le acaricia, él se abalanza sobre ella y empieza a patearle el brazo. La respuesta de Sunny al examen de contención muestra una alta orientación a la dominancia, y aun habiendo perdonado a Debbie, también se mostró algo agresivo. Los demás perritos no mostraron esta característica; simplemente se dejaron acariciar, acercándose a Debbie para lamerle la cara.


Valoramos la respuesta del cachorro ante las palmadas.


¿Se muestra el cachorro reticente o contento de seguir a la examinadora?

En la fase final de la sección de temperamento de la prueba (dominio de la elevación), se evalúa al cachorro en una situación que no controla. Debbie pasa ambas manos por debajo de las costillas de Yola, la eleva y la deja suspendida en el aire durante treinta segundos. Yola no presenta signos de lucha; se muestra pasiva y acepta totalmente la manipulación. Los demás cachorros reaccionan exactamente igual que ella. Incluso Sunny. Ninguno manifiesta signos de lucha, lo que sugiere que serán fáciles de manejar cuando se encuentren en una situación como, por ejemplo, la consulta del veterinario o el salón de un peluquero canino profesional.

Llegados a este punto, el acento del examen se sitúa en las aptitudes de obediencia. La primera prueba es un ejercicio de recuperación y pone de manifiesto la inclinación del perro a trabajar con un humano. Debbie toma una bola de papel arrugado y la mueve con aire juguetón ante Yola. Entonces lanza la bola a poco más de un metro. Yola va a investigar, la olfatea unos segundos y vuelve con Debbie sin haberla recogido. Esto indica una aptitud modesta a la obediencia, porque ha ido a investigar y ha mostrado interés pero no le ha traído el papel. Los demás cachorrillos sí lo hacen, aunque no de igual manera. Kipper y Kairos trotan de inmediato hacia el papel, lo recogen y se lo devuelven a Debbie, que les agasaja con entusiasmo. En cambio, Oka lo recoge y deambula por la sala, mostrando cierta independencia, pero, al cabo de treinta segundos, se lo devuelve a Debbie, que está dando palmadas y llamándola. La respuesta de Sunny es la más precoz. Corre tras el papel, lo recoge con la boca y sacude vigorosamente la cabeza. Se pasea unos segundos, lo vuelve a sacudir y, al final, se lo devuelve a Debbie, que le agasaja. Las reacciones de los cachorros revelan diversos grados de obediencia potencial, siendo la de Oka la más baja. El tiempo que tarda en devolver la bola de papel sugiere una independencia que no se observa en los otros cachorros.


Ejercicio de dominio de la elevación: se sostiene al cachorro treinta segundos en el aire.

Tras el ejercicio de recuperación, ponemos a prueba la sensibilidad al tacto de los cachorros. El objetivo es determinar el umbral del dolor de un cachorro, lo que nos dará una idea de lo difícil que puede resultar controlarlo y entrenarlo. Los cachorrillos que se muestran muy sensibles al tacto responderán a la mínima presión del collar. Los que se muestran insensibles, es probable que requieran más fuerza y un equipo de adiestramiento distinto. Debbie se agacha al lado de Yola y le levanta una pata delantera. Con la pata en la mano, le aprieta la membrana interdigital y empieza a contar mientras va incrementando la presión. Cuando Debbie cuenta dos, Yola suelta un ladridito y trata de retirar la pata. Su umbral del dolor es bajo, lo que indica que no será necesario utilizar demasiada fuerza en su adiestramiento. El cachorro con un umbral más alto es Sunny, que ladra en el seis. Sin embargo, sigue tratándose de una respuesta media y no indica potenciales problemas para los entrenamientos de obediencia.


Devolver un trozo de papel o un hueso al examinador es un ejercicio de recuperación que puede resultar muy fácil, incluso a las siete semanas.

La siguiente prueba se centra en la sensibilidad al sonido y va dirigida a medir la respuesta de los cachorros a los ruidos intensos. Esto es en especial relevante en los casos de cachorros que tendrán que vivir en la ciudad. Debbie aleja a Yola de la fuente del ruido. Entonces, toma una bandeja de aluminio y la deja caer al suelo. Yola se desconcierta un poco y avanza unos pasos con cautela hacia la bandeja. Entonces se para, mira a Debbie y se aleja. No le interesa investigar más. Los otros cachorros se muestran más seguros, se acercan a la bandeja y la olisquean. La reacción más interesante es la de Kairos, que después de oír el ruido se acerca a la bandeja, la recoge con la boca, se la lleva a un rincón de la habitación y se tumba. Esta manifestación de valentía y la reacción inteligente que demuestra ante el ruido súbito pone de relieve su capacidad para adaptarse a cualquier tipo de situación de la vida.

El siguiente ejercicio es el de sensibilidad visual, que nos aporta un buen indicador sobre la reacción del cachorro ante un objeto desconocido. Hemos atado un trapo a un cordel y hacemos que Debbie vaya moviéndolo a burlonas sacudidas por el suelo para que Yola lo vea. La perrita vacila un momento y baja la cabeza y la cola indicando cautela. Cuando Debbie da unos pasos con el trapo, Yola empieza a seguirlo, aunque no se abalanza sobre él. Su respuesta es muy cauta en contraste con la de Sunny, que salta de inmediato sobre el trapo y se lo lleva a la boca, sacudiéndolo con fuerza. Debbie tira del cordel y Sunny tira en la dirección contraria, encantado, lo que revela que es un cachorro enérgico y luchador que podría resultar agresivo si se le somete a experiencias inadecuadas. Los demás cachorros simplemente se acercan al trapo y tratan de olfatearlo, con lo que muestran confianza en sí mismos pero una menor inclinación a la agresividad.


Los cachorros tienen sensibilidades diferentes a los sonidos y ruidos. Pueden aprender a ignorar las distracciones.

La fase final consiste en un ejercicio de estabilidad que mide el nivel de sobresalto ante un objeto extraño. Con un paraguas en la mano, Debbie se planta alrededor de un metro medio delante de Yola. Abre el paraguas y con suavidad lo deja en el suelo. Yola lo mira, quieta en su sitio durante unos veinte segundos, sin retirarse ni acercarse. No parece asustada, simplemente no se muestra dispuesta a investigar el objeto nuevo. Kairos, por otra parte, se acerca al paraguas y empieza a olisquearlo. Se acerca sin mover la cola y parece cómodo mientras investiga. Sunny, en cambio, ladra al ver que el paraguas se abre y, después, se acerca con aire confiado. No lo muerde, sólo lo olfatea.

Al final de la prueba, Debbie agasaja levemente a cada cachorro antes de que se retire al recito de los cachorros. Entonces confirma la puntuación anotada con el monje presente. Cuando se han completado todos los exámenes, varios monjes y trabajadores del criadero implicados en la asignación de los cachorros discuten los resultados y empiezan a planificar el destino de cada uno.


Prueba de sensibilidad visual. Movemos un objeto extraño cerca del cachorro y observamos su reacción.

Como es obvio, el objetivo de la prueba de los cachorros no es juzgar si tienen buen o mal temperamento, sino indicar dónde deberían estar para desarrollar todo su potencial. Para una persona que pasa mucho tiempo al aire libre, un cachorro con buen temperamento puede resultar inadecuado para trabajar como perro de terapia en una residencia. Todo depende de las necesidades y deseos de cada dueño.

Tras analizar los resultados de la camada de Anka (véase apéndice para el formulario de puntuaciones), no nos encontramos con ninguna sorpresa: la puntuación de cada perro nos confirma nuestras impresiones generales de las semanas anteriores. Puesto que la camada desciende de dos progenitores de un sólido linaje trabajador, los cachorros necesitarán estar con personas a quienes les resulte fácil tratar con perros activos e inteligentes. Ahora es el momento de revisar con atención las solicitudes de las personas que están esperando obtener un cachorro para intentar emparejarlas con los ejemplares disponibles de la camada.

Sunny, que sacó doses en casi todas las pruebas, es el cachorro dominante de la camada. Posee todas las cualidades de un buen perro trabajador: ánimo, confianza, inteligencia y aplomo. Lo asignamos a una persona con experiencia en perros que está muy implicada en el trabajo Schutzhund.

Kairos, el segundo macho, sacó sobre todo treses, lo que indica que es un perro activo y extrovertido. Puesto que no muestra dificultades ni con las personas ni con los ruidos, le escogemos para una ubicación suburbana, con una familia en la que hay tres adolescentes. Ya han tenido pastores alemanes en el pasado y se comprometen a adiestrarlo bien.

Oka, que sobre todo sacó treses y cuatros, es también enérgica, aunque con cierta tendencia a mostrarse independiente. Creemos que se ajustará bien a una situación en la que el dueño está ausente la mayor parte del día, así que la asignamos a una mujer soltera que dedica unas horas del día a dar asesoramiento psicológico en su casa.

Kipper, que también sacó principalmente treses, es un cachorro que creemos que puede encajar con una familia porque tiene una fuerte predilección por las personas. Lo destinamos a una familia que tiene dos niños y otro perro, un labrador retriever muy activo.

Yola, que sacó principalmente cuatros, es la perra perfecta para una pareja de ancianos. Es amable y sumisa, pero no miedosa, de modo que la asignamos a una pareja recién jubilada que tiene mucho tiempo y amor para dedicar a la perrita.

Al final de la novena semana ya se han marchado todos los cachorros. Lo normal es que enviemos a los perros a sus nuevos hogares entre la octava y la décima semana, dependiendo de las circunstancias particulares de cada caso. Aunque algunos libros señalan la séptima semana como la ideal para situarlos en su nueva ubicación, nosotros hemos constatado que la fecha de partida puede ser mucho más flexible, siempre que siga produciéndose una socialización regular en el criadero. Cuando los tenemos después de la séptima semana, seguimos sometiéndoles a un programa diario de socialización y nos aseguramos de que se expongan con frecuencia a personas, perros y entornos diversos. No hemos observado que se produjera ningún efecto adverso por ello. Cuando los cachorros se marchan, están preparados para encarar la transición de ir a vivir con unos nuevos dueños.

El arte de criar un cachorro

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