Читать книгу The Empire - Nathan Burckhard - Страница 11
CAPÍTULO 6
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LONDRES, INGLATERRA.
Era un buen momento para poder conversar, aprovechar el tiempo y por un instante, la mujer de cabellos castaños sonrió, jamás en toda su vida pensó tener tanta dicha, no tenía mucho dinero pero la tenía a ella, a su pequeña, estaban juntas, siempre juntas.
—Tres y dos —dijo Bianca Rog apretando el volante mientras volvió el rostro hacia su joven hija, la sonrisa decía todo, Carter era lo mejor que pudo haberle pasado en la vida, así que continuó con la melodía —Tres y dos —miró por la ventanilla fijándose en tres autos azules y dos rojos —Es lo más cerca —le dijo a su hija
—Tramposa, ni siquiera estuvieron muy juntos —señaló con el dedo índice hacia atrás —Ese sería tres y dos —repitió riendo ante las trampas de su madre, volvió el rostro y la admiró, su cabello corto y castaño, su piel blanca con la aparición de las tenues arrugas de la edad, sus ojos verdes estaban no tan fijos en la autopista de camino a la ciudad, pero era un grato viaje, podían verse los abetos verdes cubiertos por un ligero rocío, no era muy frecuente la congestión vehicular, pero ese día era la excepción.
—¿Cómo ha pasado el tiempo? Ya aun año de poder terminar tu carrera en Historia.
—Sí, pero este año será incluso más costoso que el anterior, mamá —dijo intentando no sentirse culpable —No crees que es momento ya de ponerme a trabajar.
—Eres joven y un título siempre es necesario, cariño. Los buenos empleos siempre buscan a personas profesionales.
—Es que no estoy segura de querer continuar —dijo entonces Carter de repente —Quiero ayudarte con los gastos, no sé si esa carrera sea lo mío, incluso la Universidad no creo que sea lo mío.
Bianca volvió el rostro hacia su hija, frunció el ceño sin creer lo que decía perdiéndose en un instante en aquellos ojos pardos tan parecidos a su padre —¡NO! No te dejaré, porque si es por el dinero podemos ver la forma, ya estas a terminar cariño. Carter no hagas esto, solo lo dices porque no hay dinero.
—¡Mamá! Ya tomé la decisión de dejar la universidad, además de todas formas no deseaba esa carrera.
—Carter esta ha sido tu segunda opción, dejaste Literatura por Historia y ahora sales con que no deseas ni una ni otra —mencionó Bianca molesta ante la infantil e inmadura indecisión de su hija —No eres una niña, Carter. Te graduarás sí o sí, no habrá un no, ni un tal vez, lo harás y me darás ese título universitario, se el porqué de esa decisión tan mal y créeme jovencita que no me engañaras, ni me verás la cara de tonta, tu todo lo haces por el maldito dinero que no hay.
Carter con un gesto hostil volvió el rostro hacia la autopista, no tenía ánimos para discutir y menos hablar de sus estudios —No entiendo tu afán de no pedirle ayuda, siempre dijiste que era un hombre de posibilidades, que tiene dinero y no entiendo por qué debemos pasar tanto nosotras, cuando él puede darnos una mano y terminar de una vez con todo esto —remilgó, molesta con la idea de su madre de no decirle quien era —Incluso puedes darme aunque sea el nombre.
—Ya te dije muchas veces no necesite su ayuda antes y no la necesitaré ahora, así que no intentes manipularme con esto Carter, él nunca estuvo en nuestras vidas y no lo estará ahora —espetó Bianca apretando firmemente el volante, sabía que muchas veces Carter podía sacarla de quicio con aquella pregunta, desde que tuvo la mayoría de edad ella siempre quiso saber, pero nunca deseo decirle una amarga verdad, que su padre era un hombre ocupado, con familia y su breve romance en eso quedo en algo breve que nunca tuvo visiones ni intenciones de un futuro y su embarazo fue una dicha para ella pero para él no, solo fue un estorbo a su carrera, siendo el sucio secreto de un hombre que mostraría su verdadero rostro con el paso de los días y el tiempo.
—Sabes, algún día tendrás que… —pero no le dio tiempo a terminar la frase, más solo un grito desgarrador que la obligo a encoger las piernas y sujetarse con fuerza de su asiento —¡CUIDADO! —pero era demasiado tarde.
Bianca intentó girar, frenar incluso pero en el intento los frenos chirriaron ante la humedad de la pista en esa mañana, sin poder evitarlo el auto fue embestido por una camioneta que venía en exceso de velocidad y había osado a tomar el carril contrario para pasar a un camión.
Cómo dejar de lado los vidrios volando, los gritos y ver como ambos cuerpos eran catapultados por la fuerza hacia atrás y adelante, el parabrisas deshecho, las puertas abolladas con cada vuelta que daba hacia fuera de la carretera.
—¡Mamá! —logró gritar y buscar a tientas su mano, logrando sostenerla supo que su madre estaba bien cuando sintió como ésta apretó su mano con fuerza —Mamá.
Bianca pudo ver a su hija, cómo sus cabellos largos y rizados color castaños volaban mezclándose entre los vidrios, sus propias cosas, su rostro pálido en contraste con los hilos de sangre, pero sus ojos, sus ojos pardos seguían cerrados con fuerza, era tan pequeña y joven que no aparentaba tener veintiséis años, sin dejar de sostener su mano confortándola en un momento terrible mientras el eco de su voz gritaba ¡MAMÁ! para luego perderse en la oscuridad.
¡Mamá!
En algún momento de esa pesadilla, podía sentir su nombre entre la profundidad de sus sueños, mientras que solo intentaba olvidar los gritos y sollozos de su joven hija, para luego no recordar absolutamente nada después.
—Señora Rog…. —volvió a escuchar su nombre —Señora Rog —Bianca abrió los ojos, entumecida, pudo sentir el collarín ajustando su cuello, su mano derecha con un peso y adormecimiento incomodo, intentó levantar la cabeza, pero no pudo. —Carter —la llamó, aún confundida.
—Bianca —mencionó una vez más el doctor —Está usted en el hospital central.
La mujer pudo entonces recordar que esa pesadilla no solo se quedaba en su subconsciente, sino que era igual de real que el dolor agudo que cubría su cuerpo —Mi hija…. ¿Dónde está mi hija? —mencionó al reconocer al doctor en turno, la cabellera negra, los ojos con prominentes ojera, y vestido con una bata blanca.
Bianca tenía la boca seca, estaba agotada y adolorida, pero podía sentir la movilidad de todo su cuerpo, pudo sentir los dedos de la mano y de los pies, aunque el leve dolor de cabeza y del abdomen le decía que ese accidente había dejado secuelas importantes.
—Siento mucho lo sucedido —mencionó el doctor, intentando mantenerla tranquila, pero al ver ese rostro compungido temió recibir la más violenta y tétrica noticia, que su hija no sobrevivió.
—Por favor… Mi bebé… ¿Dónde está mi bebé? ¿Ella? ¿Ella está bien? —lo interrumpió, tratando de pasar el nudo de su garganta —¡Dígame! —chilló ante el rostro contrito del doctor y su negativa por seguir hablando —Por favor —rogó.
—Señora Rog… Lamento decirle esto, pero Carter ha perdido mucha sangre, y se ha requerido una transfusión de emergencia, dos vidrios del parabrisas han hecho el daño, uno de ellos corto la arteria femoral de su pierna derecha, mientras que otra ha hecho un daño irreversible en su útero, por lo visto el vidrio penetró la piel y…
—¿Irreversible? —repitió.
—Se pondrá bien, pero —hizo una pausa intentando decirlo de la mejor manera posible, aunque la noticia jamás sería tomada como buena —Ella no podrá tener hijos… Ha quedado imposibilitada. Pero quizás en un futuro, las cosas de den por si solas, posiblemente puede que con la evolución de la ciencia le sea posible concebir en un futuro.
Bianca negó efusivamente con la cabeza—¡NO! —gritó tratando de levantarse e ir a verla, pero el Doctor se lo negó —¡NO!¡NO!
—Señora, por favor, usted está también delicada, se le tuvo que extraer el vaso debido a una hemorragia… Una lesión menor en el hombro por el cinturón de seguridad por ellos el uso de cabestrillo será necesario por unas semanas, hasta que el dolor desaparezca y la inflamación baje. Pero su hija está bien, fuera de peligro… Estos siete días fueron cruciales.
—¿Siete días?
—Estuvieron inconscientes siete días y fue un milagro que ambas siguieran vivas con ese choque. Por lo visto el auto derrapo y un auto que deseaba ganar el carril contrario fue el causante de todo este accidente.
—Puedo verla.
—Aun no… Todavía no.