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La Ordenación Sacerdotal

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Para Dios tres cosas eran necesarias para la ordenación del oficio sacerdotal, y por tres ocasiones declaró Su propósito. En primer lugar, Dios mandó separar a Aarón como sumo sacerdote, y a sus hijos para que lo acompañasen. En segundo lugar mandó que se les hicieran vestiduras santas para honra y hermosura. Por último, Dios dio instrucciones de consagrar a Su escogido para diseñar las vestiduras para el oficio. Tres veces Dios declaró el propósito, “a fin de que me sirva como sacerdote” (Éxodo 28:1-4, LBLA).

David siguió el patrón de Dios de santificar el sacerdocio antes de traer el Arca del Pacto a casa (1 Crónicas 15:14). Él separó a Sadoc como sumo sacerdote para servir en el Tabernáculo Mosaico, en el Monte Gabaón, y cuidar de todas las cosas santas (1 Crónicas 16:39). Sin embargo, David tuvo el concepto nuevo de hacer una procesión de celebración y alegría para el regreso del Arca a Jerusalén. Para esto, David separó a tres oficiales principales, Hemán, Asaf y Etán, para la procesión del Arca y para ministrar de continuo a Dios en la tienda que le había preparado. A su vez, estos tres oficiales eran responsables de separar y preparar un sacerdocio de adoradores que ministrasen continuamente alrededor del Arca (1 Crónicas 16:4, 6, 37). Este nuevo sacerdocio estaba conformado de coros, cantantes, danzantes, músicos, trompetistas, y profetas. Una vez más, antes de entregar su reinado, David separó nuevamente a Asaf, Hemán y Jedutún para que sirvieran como oficiales durante el reino de Salomón (1 Crónicas 25:1-7). David comprendió que la consagración y la separación eran necesarias, pero él también concibió las vestiduras de santidad para honra y hermosura de una forma innovadora, y dijo, “Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad…Alégrense los cielos, y gócese la tierra…” (Salmos 96:9, 11), y luego conminó al pueblo a que adore a Dios con júbilo. Los conceptos nuevos de David cambiaron el patrón de las vestiduras, de ser algo físico a ser una cuestión del corazón. Podemos ver claramente cómo David cambió el patrón de la adoración de lo externo a lo interno.

En nuestro patrón hoy en día, nosotros somos el templo del Dios Viviente, y Él quiere morar en nosotros y caminar con nosotros para ser nuestro Dios y que seamos Su pueblo (2 Corintios 6:16-18). Dios quiere que salgamos del mundo y nos separemos para que Él pueda ser un Padre para nosotros. Él quiere que seamos Sus hijos e hijas. En Romanos 12:1, Pablo nos arroja más luz. Dice que Dios quiere que presentemos nuestros cuerpos como sacrificios vivos, santos y agradables, lo cual es nuestro culto racional. 1 Pedro 3:15 dice que debemos santificar al Señor en nuestros corazones. La realidad es que nuestra posición como adoradores de Dios es superior a la de Moisés o de David, porque nuestra adoración no es delegada u ordenada, sino que puede fluir libremente de nuestros corazones.

La Adoración Que Toca El Corazón De Dios

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