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La Necesidad de la Unción

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Dios les advirtió a los sacerdotes que no se acercaran al Altar del Incienso en el Lugar Santo sin haber sido ungidos primeramente. Esta unción la recibían cuando un sacerdote vertía sobre ellos el aceite de la santa unción especificado por Dios. Y Dios les recordó su propósito, “…úngelos y ordénalos. Conságralos para que puedan servir como mis sacerdotes…cada vez que entren al tabernáculo o se acerquen al altar en el Lugar Santo para realizar sus tareas sacerdotales…” (Éxodo 28:41, 43, énfasis añadido). Esto es lo que Cristo ha hecho por nosotros: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.” (2 Corintios 1:21-22, énfasis añadido). Ahora nosotros hemos sido ungidos a través de Jesucristo, y esto nos da acceso a ministrar libremente a Dios en el Altar del Incienso en el Lugar Santo.

La Adoración Que Toca El Corazón De Dios

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