Читать книгу Un rayito de luz para cada día - Ninayette Galleguillos Triviño - Страница 82
Оглавление16 de marzo
Difícil, pero sorprendente
“Su señor le respondió: ¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” (Mateo 25:23, NVI).
Tenía 17 años y a su corta edad le tocó vivir una de las experiencias más difíciles y sorprendentes de su vida. Su padre lo amaba mucho, y los regalos que le hacía despertaron envidia en sus hermanos, quienes lo vendieron. En un abrir y cerrar de ojos pasó de ser el hijo mimado a un esclavo cualquiera.
Mientras viajaba al país de su destierro, José se acordó de las enseñanzas de sus padres y, en vez de amargarse la vida, tomó la decisión de ser fiel a Dios. Al llegar a Egipto fue vendido al jefe de la guardia real, quien, al ver cuán responsable era, lo puso a cargo de todas las cosas de su casa.
Un día apareció una mujer que quiso tentarlo, pero José había asumido la responsabilidad de no traicionar la confianza de su amo y mucho menos la de su Dios. Su tentadora, al no lograr su objetivo, se vengó acusándolo de un crimen que no había cometido, y lo hizo encerrar en la cárcel. A pesar de eso, José se mantuvo fiel, y en la oscura celda se ganó la confianza del carcelero, quien le dio la responsabilidad del cuidado de todos los presos.
José siempre hacía más de lo que le pedían. Un día vio tristes a dos de los presos y se acercó para ayudarlos. El copero y el panadero del rey le contaron los sueños que los perturbaban, y José les hizo saber que Dios podía interpretarlos. Todo sucedió tal como él predijo y el copero volvió a servir al rey.
Dos años después, el rey tuvo un sueño extraño que nadie podía interpretar. ¿Quién crees que se acordó de José? ¡Así es! Por fin el copero se acordó de José y le contó su historia al rey, quien mandó que lo trajeran enseguida. Cuando el rey escuchó la interpretación del sueño y lo que debía hacer, no le quedó la menor duda de que José era el único que podría encargarse de cumplir esa gran responsabilidad. Entonces, ¡ocurrió lo sorprendente! En un abrir y cerrar de ojos pasó de ser un esclavo cualquiera a ser el gobernador del país más poderoso de ese tiempo.
¿Te das cuenta? Ser responsable en las pequeñas cosas hace que Dios puede usarte como lo hizo con José. Pero la prosperidad no es resultado de un milagro; debes esforzarte y ser responsable, porque no existe éxito sin responsabilidad. Magaly