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LA METÁFORA DEL BIDÓN

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El ser humano viene a este mundo con una gran cantidad de necesidades que han de ser cubiertas por las figuras de apego. No podemos ni sabemos autocubrirnos esas necesidades. Es por ello que la labor de nuestros cuidadores principales se antoja no importante, sino esencial para la supervivencia del niño.

Uno de mis maestros, el Dr. José Luis Marín, presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia, suele explicar la importancia de cubrir las necesidades de nuestros hijos con la metáfora del bidón. Imagínense que, en el momento del nacimiento, el bebé nace con un bidón metafórico. Dicho bidón tiene una capacidad de 100 litros, pero en el momento del nacimiento está completamente vacío. Por lo tanto, nuestra función como figuras de apego de ese chiquitín consiste en ir rellenando su bidón. Sí, pero ¿de qué? Lo iremos rellenando de un líquido que vamos a llamar responsina. ¿Y eso qué es? Es un líquido que se parece a la gasolina y que se produce cada vez que somos responsivos con nuestros hijos. Es por ello que, cuanto más responsivos seamos, mayor cantidad de responsina tendrá el bidón de nuestros hijos.

¿Imagina cómo sería el bidón de un niño o un adolescente con los 100 litros de responsina? Los padres han sido capaces de satisfacer todas y cada una de sus necesidades. ¿Lo ve factible? Esto solo sería posible en caso de que los padres fueran superhéroes, pero no humanos. No hay nadie sobre la faz de la tierra que sea capaz de satisfacer todas las necesidades de sus hijos. Por eso decimos que cuanta más responsina mejor, pero seamos conscientes de que nunca llegaremos a rellenar el bidón entero. Mi admirado Donald Winnicott, psicoanalista inglés, solía utilizar un concepto que nos encanta: padres suficientemente buenos. No es necesario ejercer de Superman, sino que con tal de ser suficientemente buenos en la función de ejercer de padres es suficiente.

Ahora bien, ¿qué pasa con aquellos niños o adultos que tienen un bidón prácticamente vacío? Pongamos, por ejemplo, 20 o 30 litros de responsina. Son personas que no han tenido padres responsivos y, por lo tanto, no tienen mucha «gasolina» para moverse de manera autónoma por la vida. A menor cantidad de responsina, mayor probabilidad de dependencia, hasta incluso en el caso de los adultos.

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