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Agradecimientos

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Este libro no sería el mismo si no fuera por dos de los profesionales que, no solo considero como mis maestros, sino que cambiaron, ya hace unos cuantos años, la manera de entender a los niños, los pacientes y la vida. Gracias a Begoña Aznárez y a José Luis Marín por todos sus conocimientos, aportados a lo largo de estos años, y por su cariño y confianza infinita.

También me gustaría agradecer a mi compañera Olga Barroso por su cercanía, humildad y todo lo que me ha permitido aprender sobre apego desde que la conozco. Ha sido un verdadero placer haber compartido este proyecto junto a ella.

Gracias a mi mujer, Patricia, y a mis hijos, Arantxa y Nacho, por su mirada incondicional.

Rafael Guerrero

Este libro ha sido posible gracias a la ilusión por la psicología y a la inmensa capacidad de mi compañero Rafael Guerrero para extender los buenos tratos a la infancia. Él me ofreció crear un cuento para cada uno de los capítulos de este libro. Para acercar los conceptos teóricos más importantes sobre educación emocional a padres, madres, profesionales de la educación y personas interesadas en cuidar mejor a niños y niñas. Sin esta petición nunca hubieran existido los neuroduendes, MurbeM, el desván de los recuerdos, la emocicleta, la tripulación cerebral compuesta por un camaleón, una musaraña y un delfín y el resto de personajes de los doce cuentos de este libro. Gracias Rafa por permitirme crear fantasías para explicar realidades con las que curar heridas emocionales y mejorar el funcionamiento afectivo de las personas.

Gracias a mi pareja, Antonio, por cuidar de toda mi realidad para que yo pudiera pasar días y días creando el mundo fantástico de todos estos cuentos. Por leerse y releerse los cuentos y darme increíbles ideas para mejorarlos. Gracias porque sobran los motivos.

A mi hija Vega, porque, a sus 4 años, ha sido de mis primeras lectoras y desde luego la crítica literaria más eficaz para saber si la fantasía que iba creando tenía sentido.

A mi compañera y amiga Silvia Antón, cocreadora de nuestro centro de psicología Ikigai, por leerse con cariño, paciencia y sin tiempo mis cuentos. Por animarme siempre a seguir escribiendo cuentos psicoterapéuticos.

A mi amiga Bea Arizmendi, a mi hermano Gus y a mis padres por ser apoyos incondicionales.

Y a Jorge Barudy y a Maryorie Dantagnan por regalar su sabiduría.

Olga Barroso

Cuentos para el desarrollo emocional desde la teoría del apego

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