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Cuento 1. Frío en el alma ¿Por qué este cuento?

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Como han leído en este primer capítulo, las crías humanas nacen profundamente inmaduras, por lo que son totalmente dependientes de otra persona o personas que puedan cuidarlas. Esta persona o personas serán las responsables, no solo de que el bebé siga con vida, sino, también, de que desarrolle y adquiera todas las capacidades que lo conviertan en un adulto. Habitualmente estas personas son nuestra madre y nuestro padre.

Esta inmensa dependencia hace que el bebé necesite intensamente a su figura de apego. El bebé, por supuesto, necesita ser alimentado, hidratado, ser protegido del calor y del frío, de las enfermedades, de los peligros, etc. Pero, es tal su inmadurez, son tantas sus necesidades particulares que, aunque necesite que se le dé de comer, que se lo hidrate o que se lo proteja del frío, lo que verdaderamente necesita es que haya, al menos, una persona pendiente de él, preocupada sensiblemente por él y dispuesta a satisfacer eficientemente las necesidades particulares que le aparezcan en cada momento.

Por tanto, como ya estableció Bowlby, la necesidad principal, constitutiva, de un bebé es sentir que hay otra persona disponible de manera permanente para él. Que existe alguien para quien es importante, tanto que no puede dejar de cuidarlo. Alguien a quien está unido emocionalmente con mucha fuerza y que, del mismo modo, está unido con mucha fuerza a él. Esto no es sino el vínculo de apego. Es decir, la necesidad básica de los bebés es sentir que tienen un vínculo de apego, una unión afectiva fuerte, con sus figuras de cuidado (figuras protectoras, más sabias y capaces que él); por tanto, parte de esta necesidad básica será construir este vínculo.

Por este motivo, los bebés que estudió René Spitz estaban profundamente insanos, porque, aunque los alimentaban, los hidrataban, los protegían del frío y del calor, de las enfermedades, etc., no habían podido construir una unión afectiva con nadie, ni nadie con ellos, puesto que eran atendidos por multitud de profesionales cambiantes sin que contaran con uno permanente y consistente especial para ellos. Estos bebés no habían podido apegarse a nadie y no se había satisfecho, por tanto, su necesidad principal, hecho que los dejaba profundamente enfermos física y emocionalmente.

Hemos creado este cuento para mostrar que construir este vínculo de apego es la necesidad fundamental de nuestros bebés (bebés unicornios en el cuento) y cómo, si esta necesidad no es adecuadamente cubierta, los bebés, los niños no se desarrollarán sanamente y, con una alta probabilidad, tendrán problemas emocionales, psicológicos en la edad adulta. Con él hemos querido explicar cómo esa relación entre el bebé y sus figuras de apego es su contexto de desarrollo, fundamentalmente en el primer año de vida, pero extensible hasta casi los 3.

Y hemos querido explicar que esta necesidad constitutiva de las crías humanas está determinada por la inmensa inmadurez con la que nacen y, por tanto, por la enorme necesidad que tienen de la estimulación y cuidado adecuados de un otro para que su cerebro se desarrolle y se desarrolle bien.

Cuentos para el desarrollo emocional desde la teoría del apego

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