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ÉTICA Y DERECHOS HUMANOS

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El iusnaturalismo ha tenido como principal enemiga la acusación de cometer falacia naturalista, es decir, pasar del ser al deber ser, de la descripción a la valoración, del hecho a la norma. Sin embargo, la fundamentación filosófica de los derechos humanos toca a la filosofía del derecho y, también, tiene una conexión con la ética. En el ámbito de la filosofía del derecho, la fundamentación de los derechos humanos fue vista como la conexión con la ética y con la antropología filosófica o filosofía del hombre. En efecto, un fundamento próximo de los derechos humanos es la ética, y en ese sentido se les ha llegado a llamar “derechos morales” (Moral Rights), porque son una exigencia de la ética al derecho. No se pueden basar en la sola positivación, hay una demanda de la misma ética para que se positiven esos derechos. Y un fundamento remoto pero no menos decisivo es la antropología filosófica u ontológica, el estudio de la naturaleza o esencia del hombre. De hecho, la misma ética se basa en una idea de hombre, en una antropología filosófica. De otra manera haríamos una ética sin tomar en cuenta al hombre mismo, para el cual se construye. Ya ha pasado el tiempo en que la filosofía analítica llamaba a esto “falacia naturalista”; más bien se ve como falacia culturalista el no tomar en cuenta la naturaleza humana para fundar la ética y el derecho.22

En la propia filosofía analítica, que ya no es positivista, sino pospositivista y pragmática (p. ej., como se ve en Hilary Putnam), ésta ha dejado de ser falacia. Se ha derrumbado desde el aspecto semántico-pragmático del lenguaje, más allá del sintáctico. Se decía que no es válido, sino falaz, pasar del ser al deber ser, de lo descriptivo a lo valorativo o a lo normativo. Pero se puede ver la caída de esta falacia desde el nivel de la argumentación, desde el nivel de los enunciados. Desde el nivel del argumento (Kalinowski y Finnis) se trata de un silogismo práctico y no de uno teórico, por lo que no se está pasando de lo descriptivo a lo valorativo, sino de lo valorativo a lo valorativo, como es la condición del silogismo práctico. Incluso, basta con que tenga una premisa valorativa para que deba considerarse como conclusión valorativa (o prescriptiva), y no meramente descriptiva. Pero también se puede eliminar la pretendida falacia naturalista desde el nivel de los enunciados, como lo hace la escuela pragmatista del lenguaje. John Searle, quien aprovecha la distinción de John L. Austin entre los aspectos locucionario, ilocucionario y el perlocucionario de los enunciados, hace ver que en muchos casos hay un contenido ilocucionario valorativo en los enunciados descriptivos, el cual se puede explicitar y pasar del ser al deber ser sin falacia alguna. Y otra es la estrategia de Putnam, también pragmatista del lenguaje de la escuela filosófica analítica, que indica que la pretendida falacia naturalista se autorrefuta con una petición de principio y reducción al absurdo, pues el que niega que se pueda pasar de lo descriptivo a lo valorativo está valorando, y el que prohíbe pasar del ser al deber ser ya está dando ese paso.23 Por todo eso, se ha abandonado la falacia naturalista al ver que es un paso que damos continuamente en la práctica; en la vida cotidiana, muchos enunciados que parecen descriptivos son en realidad valorativos. Por ejemplo, cuando decimos “Hitler quemaba judíos” sólo con un sarcasmo muy grande, podemos pretender que sea un enunciado meramente descriptivo y no contenga una carga valorativa. Pues bien, esto ha movido a la filosofía analítica reciente a buscar la reincorporación de la ética en el derecho, como mencionan Dworkin y otros.

También los derechos humanos se relacionan con la filosofía política, ya que es precisamente el cumplimiento de los derechos humanos lo que da legitimidad a un estado, más allá de la sola legalidad, como lo sostiene Habermas. Es decir, la legalidad se salva con la positivación que hace el legislador, de parte del gobernante, pero la legitimación se da por la justicia del gobierno y de las leyes, exactamente como sostenía antes el iusnaturalismo. Habermas ha insistido mucho en que la legitimidad de un estado o de un gobierno viene del ejercicio ético del poder, esto es, la realización de los valores éticos en el derecho y la política.24

La experiencia ha mostrado que donde mejor se pueden ejercer los derechos humanos es en una sociedad democrática, esto es, un estado que permita la libertad, que dé la libertad para poder vivir en sociedad, donde los límites serán precisamente los derechos de los demás. Asimismo, en la democracia, en un ámbito de libertad, es donde mejor se puede buscar la igualdad, la equidad, y también la solidaridad entre los ciudadanos.

De la deconstrucción a la confección de lo humano

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