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ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA Y DERECHOS HUMANOS

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Lo que toca al filósofo, delante de los derechos humanos, es su fundamentación filosófica. Pero ésta no es otra cosa que rastrear (y develar) su conexión con la ética y sus raíces en la ontología, en el ser. Esto se hace a través de la antropología filosófica que parte de la ontología de la persona y que está detrás de la ética, y sobre todo del derecho; una muestra de ello son los derechos humanos.

En cuanto a la filosofía del hombre u ontología de la persona, el filósofo tiene que tener algo para descubrir y construir significados, sentidos. Ser capaz de ver por dónde va el camino y también por dónde debe ir. O, si se prefiere, ser capaz de ver que si se sigue por el camino por el que se va, va a pasar esto o lo otro; y tal vez convenga intentar otro. Para eso debe conocer bien la experiencia histórica del hombre, y poder barruntar ese núcleo de sentido que es lo que llamamos naturaleza humana.

Es lo que señala Michel Serres de la manera siguiente: “La naturaleza se reduce a la naturaleza humana que se reduce, sea a la historia, sea a la razón. El mundo ha desaparecido. El derecho natural moderno se distingue del clásico por esta anulación”.25 Como se observa, no se excluye la historia, no se simplifica la naturaleza humana de modo abstracto.

La falacia naturalista, si de verdad existiera, se daría máximamente en la utopía: allí se pasa del ser al deber ser, pero con rebeldía; negando que lo que es deba ser y aspirando a que lo que no es deba ser. Lo que se piensa que debe ser se opone a la buena marcha del ser.

Pero es en la utopía donde el hombre se muestra como trascendente a la mera situación dada. Es producto de la crítica, del darse cuenta de que lo que es no alcanza a ser bueno, a estar bien. Y entonces se trasciende lo que es y se piensa lo que puede o debe ser. Y de este modo se trasciende lo dado, lo que está ahí, y se pasa a lo que deseamos, a lo que es objeto de nuestro deseo, que tiene que ser, que debe ser. Y así se pasa del ser al deber ser.

Esta utopía tiene lugar en los derechos humanos, que a veces parecen meros ideales. Pero, con el fin de hacerlos cumplir, hay que educar para que se atienda a las personas, no solamente a la ley. La educación en derechos humanos es lo que va a posibilitar ese ideal.

Se ha pensado que en el hombre europeo la historia se hace consciente de sí misma; Hegel es paradigmático en esto. En efecto, además de que ha sido Europa la que ha comandado el curso de la historia, incluso para los otros continentes, se cree que es la que reflexiona sobre el hombre, lo explica o lo comprende. La universalización se desata desde ese continente, por eso es la que define cuál es el sentido de la historia universal (desde una historia particular o local). Pero también lo hemos asumido los latinoamericanos y buscamos en la historia la naturaleza humana, la esencia del hombre, que es donde se asientan los derechos humanos o fundamentales. Por eso se requiere pensarlos en un ambiente multicultural.

De la deconstrucción a la confección de lo humano

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