Читать книгу Ayudas naturales para el corazón - Patrick Holford - Страница 11
ОглавлениеEntender la presión arterial y el pulso
En nuestro organismo existe una increíble red de vasos sanguíneos; si los colocáramos uno detrás de otro, de extremo a extremo, ¡llegarían a la Luna! En su punto más ancho miden 2,5 cm de diámetro. En su punto más estrecho –los capilares– solo miden una cuatrocientosmilésima parte de un centímetro.
El sistema cardiovascular está compuesto por el corazón y los vasos sanguíneos, que transportan oxígeno, combustible (glucosa), materiales de construcción (aminoácidos), vitaminas y minerales a todas y cada una de las células de nuestro cuerpo. La sangre se oxigena en los pulmones, donde unos pequeños vasos sanguíneos llamados capilares absorben oxígeno y, a su vez, liberan el dióxido de carbono que exhalamos. La sangre oxigenada va a parar al corazón, que se encarga de bombearla a todas las células. En las células, los vasos sanguíneos se convierten de nuevo en una red de capilares extremadamente finos por los que circulan el oxígeno y otros nutrientes. El oxígeno y la glucosa son necesarios para aportar energía a cada célula. Los productos desechables son el dióxido de carbono y el agua, que pasan de las células a los capilares.
Fig. 1. El sistema respiratorio y cardiovascular
Los vasos sanguíneos que aportan nutrientes y oxígeno a las células se llaman arterias, mientras que los que transportan productos de desecho y dióxido de carbono se denominan venas. La sangre arterial es más roja porque el oxígeno es transportado por una sustancia llamada hemoglobina, rica en hierro, que proporciona un tono rojizo. La presión en las arterias es también mayor que en las venas. Además de regresar al corazón, toda la sangre pasa por los riñones, donde se eliminan los productos de desecho, convirtiéndose en orina. La orina se almacena en la vejiga urinaria y se prepara para ser excretada.
¿QUÉ CAUSA HIPERTENSIÓN ARTERIAL?
Uno de los primeros signos de enfermedad cardiovascular es el aumento de la presión sanguínea. Imaginemos una manguera sujeta a un grifo que se abre y se cierra. La presión es mayor cuando el grifo está abierto y menor cuando está cerrado. Con la presión arterial ocurre lo mismo. Una presión de 120/80 significa que el índice máximo, justo después del latido, es de 120 unidades; y que el valor mínimo, cuando el corazón se relaja, es de 80 unidades. Imaginemos que la manguera es de metal y no de goma. Esto incrementaría la presión, ¿verdad? Si la manguera estuviera forrada de piel o el fluido fuera más espeso, también subiría la presión. Por lo tanto, una presión arterial alta es un indicador fiable de que algo no va bien. Las compañías de seguros de vida confían en gran medida en la presión arterial para calcular la esperanza de vida.
Aproximadamente una de cada cuatro personas padece hipertensión, mientras que solo la mitad de la población tiene unos niveles óptimos de presión arterial (por debajo de 120/80).
La presión arterial alta, también llamada hipertensión, puede ser consecuencia de tres cambios principales en la arteria, y, en general, suele estar causada por una combinación de los mismos:
•Mayor constricción: los vasos sanguíneos contienen una capa de músculo. Si este músculo se contrae en exceso, la presión aumenta. El tabaco y el estrés pueden provocar este tipo de constricción, así como el exceso de sal (sodio) o la falta de magnesio, calcio o potasio, porque estos minerales controlan la contracción y la relajación muscular.
•Sangre más espesa: la sangre espesa o viscosa puede provocar un aumento de la presión sanguínea. La sangre contiene unas pequeñas placas, llamadas plaquetas, que se adhieren entre sí. Esta capacidad para coagularse es lo que evita que nos desangremos hasta la muerte cuando nos cortamos, aunque, si la sangre se coagula en exceso, existe el riesgo de que se produzcan coágulos que pueden suponer una amenaza para la vida, especialmente si las arterias ya son estrechas de por sí.
•Aterosclerosis: el estrechamiento de un vaso sanguíneo (causado por el endurecimiento y el deterioro de la pared arterial) suele producir un aumento de los depósitos de colesterol y otras sustancias. El vaso sanguíneo también puede volverse menos elástico, lo que incrementa la presión.
NIVELES ÓPTIMOS DE PRESIÓN ARTERIAL Y PULSACIONES
El nivel óptimo de presión arterial es de 120/80 o inferior. Una presión máxima (sistólica) superior a 140 o una presión mínima (diastólica) superior a 90 indican un problema potencial. Cuando la media es de 150/100 indica un grave riesgo de problema cardíaco. Por ejemplo, una mujer de 55 años con una presión arterial de 120/80 vivirá, por término medio, hasta los 78 años. En cambio, la esperanza de vida de un hombre de 55 años con una presión arterial de 150/100 será de 72 años. La hipertensión es una enfermedad silenciosa, solo una de cada diez personas con presión arterial elevada es consciente de que tiene este problema. A partir de los 25 años la presión sanguínea de la mayoría de las personas se incrementa con cierta rapidez, por lo que es recomendable que se tome la presión una vez al año. Si usted es una persona sana no hay razón para que la presión arterial le aumente con la edad. En muchas culturas primitivas no experimentan esta subida.
NIVELES DE PRESIÓN ARTERIAL Y PULSACIONES;
RIESGO BAJO, MEDIO Y ALTO
Las pulsaciones (las veces que late su corazón por minuto) no son tanto una medida del estado de salud de sus vasos sanguíneos, como un indicador de la forma física de su corazón. Por ejemplo, un ciclista que esté muy en forma puede tener un pulso de 40, mientras que el ritmo cardíaco de la mayoría de las personas es de 80 latidos por minuto. Como consecuencia, el corazón del ciclista puede bombear la sangre por todo su cuerpo con la mitad de latidos. Su corazón, que es esencialmente un músculo, es mucho más fuerte. Las personas más sanas tienen un pulso inferior a 70 latidos por minuto. Curiosamente, existe una estadística relativamente constante en todo el reino animal: todos tenemos una media aproximada de tres mil millones de latidos a lo largo de nuestra vida. De lo que se desprende que alguien con un pulso de 80 tendrá una esperanza de vida de 71 años; y si tuviera un pulso de 60, viviría hasta los 95. Cuanto mejor sea su dieta y mayor su ejercicio físico, menor será su ritmo cardíaco.
Tanto las pulsaciones como la presión arterial pueden disminuir gracias a una alimentación óptima. Un ensayo de tres meses de duración realizado por el Instituto de Nutrición Óptima de Londres, en el que participaron 34 personas con hipertensión, logró un descenso de ocho puntos en la presión sistólica y diastólica, con mayor disminución en las personas que previamente presentaban una presión inicial más elevada.2 En otro estudio, el doctor Michael Colgan demostró que, al seguir un programa exhaustivo de suplementos nutricionales durante cinco años, personas de todas las edades presentaban una disminución gradual de la tensión arterial desde una media ligeramente superior a 140/90 a una menor de 120/80.3 El doctor Colgan también halló un descenso medio del pulso de 76 a 65 en el mismo período de tiempo.
Fig. 2. Efectos de los multinutrientes sobre la presión arterial y el pulso