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El mito del colesterol

En 1913 un científico ruso, el doctor Anitschkov, pensó que había encontrado la respuesta a las enfermedades cardíacas, ya que las inducía en conejos cuando les administraba colesterol. Pero no se dio cuenta de que los conejos, al ser vegetarianos, no tenían un organismo capaz de metabolizar esta grasa animal.

Puesto que en las arterias de personas con enfermedades cardiovasculares también se hallaron valores altos de colesterol, se pensó que estos depósitos eran el resultado de un exceso de colesterol en la sangre, posiblemente causado por un exceso de colesterol en la dieta.

Esta simple teoría tuvo sus partidarios, y muchos médicos siguen defendiendo una dieta baja en colesterol como forma de prevención de las enfermedades del corazón, a pesar de la ausencia sistemática de resultados positivos en las investigaciones. Si la teoría del colesterol fuera correcta, sería de esperar que las personas con una dieta alta en colesterol tuvieran una mayor incidencia de cardiopatías, que el aumento de colesterol en la dieta incrementara el colesterol en la sangre y que los índices de colesterol en la sangre fueran buenos predictores de las enfermedades del corazón.

PONER A PRUEBA EL COLESTEROL

El doctor Alfin-Slater, de la Universidad de California, decidió poner a prueba la teoría del colesterol:4

«Nosotros, como todo el mundo, estábamos convencidos de que cuando consumes colesterol, tienes colesterol. Cuando reflexionamos sobre ello, vimos que ninguno de los estudios realizados hasta entonces había verificado lo que ocurría con los niveles de colesterol cuando se añadían huevos, ricos en colesterol, a una dieta normal.

»Seleccionamos a 50 personas sanas con medidas normales de colesterol en la sangre. A una mitad se les pidió que consumieran dos huevos al día (además de otros alimentos ricos en colesterol que ya tomaban como parte de su dieta normal) durante un período de ocho semanas. A la otra mitad se le dio un huevo adicional al día durante cuatro semanas y, posteriormente, dos huevos al día durante las siguientes cuatro semanas. Los resultados no demostraron ningún cambio significativo en los niveles de colesterol en la sangre.

Más adelante, el doctor Alfin-Slater comentó: «Nuestros hallazgos nos sorprendieron mucho».

Otros tres estudios5, 6, 7 tampoco fueron capaces de hallar ningún aumento de los niveles de colesterol al añadir huevos a la dieta. En realidad, en 1974, un comité asesor británico designado por el gobierno para analizar los «aspectos médicos de la política alimentaria en la dieta relacionada con las enfermedades cardiovasculares» llegó a esta conclusión: «La mayoría del colesterol en la dieta de las comunidades occidentales procede de los huevos, pero no hemos hallado ninguna evidencia que relacione el consumo de huevos con las enfermedades cardíacas».8

Durante el momento álgido de la «fobia» al colesterol, el doctor Jolliffe, conocido por sus dietas de adelgazamiento, puso en marcha un «club anticoronario» y emplazó a 814 hombres, de entre 40 y 59 años y sin enfermedades cardiovasculares, a seguir una dieta baja en colesterol y con elevada presencia de grasas poliinsaturadas.9 Como grupo de control, un grupo de 463 hombres de edad y estado de salud similar siguieron con su dieta normal, relativamente alta en colesterol. Cinco años más tarde, ocho hombres del grupo que seguía una dieta baja en colesterol habían fallecido de un ataque al corazón. En cambio, en el grupo de control ¡no había muerto ninguno! Irónicamente, el propio doctor Jolliffe falleció como consecuencia de complicaciones vasculares de la diabetes a la edad de 59 años, por lo que no vivió lo suficiente para ver los resultados.

Las gambas y los huevos son alimentos ricos en colesterol

Los esquimales de Norteamérica siempre han sido un enigma para la teoría del colesterol. Su dieta tradicional, con un alto consumo de carne de foca, posee uno de los niveles más altos de colesterol de cualquier pueblo indígena; sin embargo, su índice de enfermedades cardiovasculares está entre los más bajos. Otro alimento rico en colesterol son las gambas. Una investigación realizada en la Universidad Rockefeller suministró a los participantes del estudio tres raciones de gambas (300 g) o dos huevos grandes al día, ambos con 580 mg de colesterol. Los investigadores hallaron que ambos grupos experimentaron un incremento del colesterol bueno HDL y del colesterol menos deseable LDL (véase la página siguiente), por lo que se llegó a la conclusión de que ni una ni otra dieta alteraban significativamente el riesgo cardiovascular.10

Actualmente está claro que no existe una relación sólida entre el consumo de una dieta rica en colesterol y la incidencia de enfermedades cardiovasculares. Dicho esto, sin embargo, lo cierto es que muchos alimentos ricos en colesterol también poseen un alto contenido de grasas saturadas y suelen estar fritos en aceite. Estos alimentos se asocian necesariamente a un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares (una conexión que se expone detalladamente en el próximo capítulo). Por lo tanto, es prudente no excederse en alimentos ricos en colesterol, aunque no hay ninguna necesidad de tenerles fobia.

Sustituir la proteína animal por proteína vegetal, especialmente la soja, reduce significativamente los índices de grasa y colesterol en la sangre, y esto disminuye paralelamente el riesgo de padecer cardiopatías. Los efectos beneficiosos se dejarán sentir con tan solo una ración de tofu o dos vasos de leche de soja al día.11 (Con relación a este tema, véase la página 154.)

EL COLESTEROL BUENO Y EL COLESTEROL MALO

Ahora sabemos que el colesterol por sí solo no es el malo de la película. Al fin y al cabo, el cuerpo fabrica colesterol y todos tenemos unos 150 g en nuestro cuerpo. De estos, 7 g están en la sangre. El cuerpo necesita colesterol para fabricar hormonas sexuales y vitamina D, así como para digerir y transportar grasas (lípidos). Sin embargo, tener un alto nivel de colesterol en la sangre se asocia a un mayor riesgo de afección cardiovascular. Pero lo fundamental es saber qué tipo de colesterol tenemos y de qué forma el cuerpo elimina su exceso en las arterias.


Fig. 4. Cómo el cuerpo transporta el colesterol

El colesterol se produce en el hígado y es a este órgano donde regresa después de su tránsito (como componente de la bilis) en el tracto digestivo, donde ayuda a digerir las grasas antes de ser reabsorbido por el flujo sanguíneo. Ciertos «contenedores» de proteínas, conocidas como lipoproteínas de baja densidad (LDL), son responsables de transportar el colesterol a las paredes arteriales; mientras que las lipoproteínas de alta densidad (HDL) ayudan a que el colesterol vuelva al hígado. Por lo tanto, si usted presenta un nivel bajo de colesterol LDL y un nivel alto de colesterol HDL, puede estar tranquilo, porque significa que la mayor parte de su colesterol se encuentra en el «contenedor» HDL, que lo elimina de las arterias.

Se dice que el colesterol HDL es el «colesterol bueno» y que el colesterol LDL es el «colesterol malo». Por eso, los análisis de colesterol no solo dan cuenta del valor total, sino de las cantidades que corresponden al contenedor «bueno» (HDL) y al contenedor «malo» (LDL). Si, por ejemplo, los análisis indican un nivel alto de colesterol total y la mayor parte se presenta en forma de LDL, el riesgo será elevado. En cambio, si se tiene un nivel bajo de colesterol total y gran parte se encuentra en el contenedor HDL, el riesgo será bajo. En general esta cifra se indica teniendo en cuenta la relación entre colesterol total y colesterol HDL. Si esta ratio es de 5:1 (cinco partes de colesterol y una parte de HDL), existe un riesgo medio; si es de 8:1, el riesgo es alto; si es de 3:1, el riesgo es bajo.

NIVELES ÓPTIMOS DE COLESTEROL

Para la mayoría de los laboratorios el intervalo de referencia de colesterol total en sangre está entre 120 y 330 mg%. Sin embargo, como ocurre en el caso de la glucemia, los valores supuestamente «normales» se determinan a partir de individuos que por lo general tienen una salud precaria. ¿Cuáles son los valores de referencia para las personas sanas? Es la pregunta que el doctor Emanuel Cheraskin y sus colegas se propusieron responder mediante un estudio realizado entre 1281 médicos, utilizando una escala de clasificación llamada Índice Médico de Cornell (CMI, por sus siglas en inglés), en la que los participantes debían rellenar un cuestionario relacionado con la salud. En todo el grupo, se hallaron unos índices de colesterol de entre 110 y 520 mg%. Los individuos más sanos (los que obtuvieron una puntuación de 0 en el CMI) presentaban unos niveles de colesterol de entre 176 y 239 mg%. En otro estudio realizado con estudiantes de odontología, Cheraskin evaluó los efectos de eliminar carbohidratos refinados en la salud de las encías. Los que lograron la mejor clasificación dental tras el cambio de dieta presentaban unos niveles de colesterol en la franja inferior de 190 a 210 mg%, un valor que puede considerarse óptimo.

NIVEL DE COLESTEROL EN LA SANGRE; RIESGO BAJO, MEDIO Y ALTO


MEJORE SUS NIVELES DE COLESTEROL CON NIACINA

Un método comprobado para mejorar la ratio colesterol/HDL (es decir, incrementar la cantidad de colesterol «bueno» o HDL y reducir la de colesterol «malo» o LDL) es tomar un suplemento diario de niacina (vitamina B3). Se trata de una estrategia sumamente efectiva (que también ayuda a atenuar otro factor de riesgo, la lipoproteína (A), analizada detalladamente en el próximo capítulo). En uno de los primeros ensayos clínicos sobre esta vitamina, realizado por el doctor Grundy,12 los pacientes a los que se les había administrado niacina presentaron un descenso del 22% en el colesterol total y un descenso del 50% en el índice de grasa en la sangre en tan solo un mes. Un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association en 1986 llegaba a la conclusión de que «era el fármaco de elección» cuando el tratamiento dietético había fracasado para corregir los niveles de colesterol.13

La niacina es muy efectiva para aumentar los niveles de HDL

Desde los años ochenta, dos fármacos para tratar el colesterol, el gemfibrozilo y la lovastatina, han ido ganando popularidad entre la clase médica por sus efectos en la reducción del colesterol. Sin embargo, no son ni mucho menos tan efectivos como la niacina para elevar los niveles beneficiosos de HDL. Lo cierto es que, según tres estudios estadounidenses,14, 15, 16 la niacina es, por término medio, cinco veces más efectiva para aumentar los valores de HDL. Otro estudio, que combinaba niacina con gemfibrozilo, demostró que, al cabo de cuatro semanas, el colesterol total y el colesterol LDL habían disminuido en un 14%, el colesterol HDL había aumentado en un 24%, y la ratio colesterol total/colesterol HDL había mejorado en un 30%.17 Estos cambios son suficientes para que una persona pase de la categoría de «riesgo alto» a la de «riesgo normal». Y, aún más importante: los triglicéridos (la grasa en la sangre) disminuyeron en un 52%. Estos resultados coinciden con los de otros ensayos sobre niacina, por lo que es probable que gran parte de esta mejora fuera debida a la niacina y no al gemfibrozilo.

Pero hay un problema. La niacina es un potente vasodilatador (es decir, dilata los vasos sanguíneos) y, en las cantidades necesarias para arrojar estos resultados (de 500 a 1500 mg al día), puede causar rubor durante unos 30 minutos. No es un efecto dañino, en realidad es beneficioso, aunque a mucha gente le resulta molesto. Partiendo la dosis por la mitad y tomándola dos veces al día con las comidas, el rubor suele remitir a los pocos días. Una alternativa es tomar niacinato de inositol, llamado también «niacina sin sonrojo». Sin embargo, no es tan efectivo para mejorar los niveles de colesterol, y más vale reservarlo para aquellas personas a las que les moleste el efecto de sonrojo de la niacina.

La niacina posee muchos efectos beneficiosos sobre el sistema cardiovascular. Gracias a su efecto vasodilatador mejora la circulación de la sangre y puede favorecer la eliminación del exceso de colesterol. También hace que las células sanguíneas sean menos pegajosas, lo que reduce la posibilidad de que se agrupen para formar coágulos y el riesgo de infarto. Sin lugar a dudas, merece la pena incluir la niacina en una estrategia de prevención para aquellos pacientes con valores de colesterol de alto riesgo.

EL PELIGRO DE TENER UN NIVEL DE COLESTEROL EXCESIVAMENTE BAJO

Puesto que un nivel alto de colesterol se vincula a un mayor riesgo de padecer una enfermedad de las arterias coronarias, muchas veces se piensa que tener un nivel bajo supone una ventaja. Pero no es así, tal como han confirmado tres investigaciones independientes. Un estudio realizado en Japón demostró que, mientras que un valor alto se asocia a un trastorno cardiovascular (con escasa incidencia en Japón), un valor bajo está relacionado con una mayor incidencia de accidente cerebrovascular. En un grupo de 6500 varones japoneses se demostró que cuando los índices de colesterol se situaban por debajo de 190 mg%, el número de accidentes cerebrovasculares aumentaba significativamente.18

A su vez, un investigador finlandés, Jykri Penttinen, ha hallado un mayor índice de depresión, suicidio y muerte por causas violentas entre los individuos con niveles de colesterol muy bajos.19 Estos hallazgos han sido confirmados por David Freedman, del Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, que ha demostrado que las personas con trastorno antisocial de la personalidad presentaban niveles inferiores de colesterol.20 Freedman está convencido de que las personas con cantidades muy bajas de colesterol tienden a ser agresivas.

Esto sugiere que los fármacos para reducir el colesterol solo deben administrarse a pacientes con un índice alto de colesterol en sangre, aun cuando padezcan una enfermedad cardiovascular.

¿ES SANO SU COLESTEROL?

El colesterol es sin duda una sustancia necesaria para el cuerpo. Existen riesgos asociados tanto para los niveles altos como para los niveles bajos de colesterol, y también según si se presenta en forma de HDL o LDL. A ello hay que añadir otro factor: al ser una sustancia grasa, el colesterol puede oxidarse o deteriorarse; del mismo modo que el aire oxida la pintura al óleo (cuando la lata no se tapa, la pintura se endurece), el colesterol puede endurecerse. Cuando esto ocurre, resulta más difícil transportarlo por el cuerpo y cada vez hay más evidencias de que este puede ser un factor a tener en cuenta en la aparición de la enfermedad cardiovascular.

La siguiente pregunta es: ¿qué causa daños al colesterol? La respuesta es: los oxidantes. Estos se derivan del tabaco, los alimentos fritos, la polución y otros procesos habituales del organismo (como hacer demasiado ejercicio anaeróbico, por ejemplo, esprintar, puesto que el organismo experimenta un déficit de oxígeno porque es imposible inhalar el suficiente para la energía que se gasta). En el otro extremo están los protectores corporales, las vitaminas antioxidantes A, C y E, además de minerales como el selenio y el cinc. En realidad, los alimentos que consumimos contienen centenares de antioxidantes, sobre todo la fruta y la verdura. Por ejemplo, la uva contiene proantocianidinas, por lo que una pequeña cantidad de vino puede ser un factor ligeramente protector frente a las enfermedades cardiovasculares, mientras que demasiado alcohol es un factor de riesgo conocido. Las investigaciones recientes demuestran sistemáticamente un menor riesgo de aterosclerosis entre personas con un consumo elevado de nutrientes antioxidantes.

El vino puede ser ligeramente protector frente a las enfermedades cardiovasculares

MÁS ALLÁ DEL COLESTEROL HDL Y LDL

Los «contenedores» HDL y LDL son compuestos especiales de grasas y proteínas, llamados lipoproteínas. Hace unos años los científicos empezaron a investigar si los niveles de estas lipoproteínas podían ayudar a predecir las enfermedades del corazón.21 La lipoproteína que se combina con colesterol para producir colesterol LDL no deseable se denomina «apoproteína B» o «apo B». Los individuos con altos índices de apo B también presentan altos niveles de colesterol LDL y un mayor riesgo de problemas cardiovasculares. La lipoproteína que se combina con colesterol para producir colesterol HDL se denomina «apoproteína A». (En realidad hay dos tipos: apo A1 y apo A2.) Cuanto mayor sea su nivel de apoproteína A1, menor será su riesgo.

Sin embargo, estudios más recientes también sugieren que el «problema» de la grasa podría explicarse por un tipo de lipoproteína más específica y de otra clase, no solo LDL o colesterol dañado. Las investigaciones realizadas en los depósitos grasos que obturan los vasos sanguíneos en personas fallecidas a causa de un trastorno cardiovascular han hallado un nivel muy alto de un elemento llamado apoproteína (A), que no debe confundirse con la apoproteína A, que el cuerpo fabrica bajo determinadas circunstancias. La apoproteína (A) posee una tendencia natural a atraer lípidos y a adherirse a ellos para crear lipoproteína (A), que se adhiere fácilmente a las paredes arteriales. Los niveles de lipoproteína (A) son, pues, altamente predictivos de una alteración cardiovascular. Esta es la base de una destacada nueva teoría sobre la principal causa subyacente a las enfermedades cardiovasculares y sugiere una nueva forma de entender el tratamiento, que se explica posteriormente en el capítulo titulado «La lipoproteína (A): conexión con la vitamina C» (véase página 65).

Ayudas naturales para el corazón

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