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1. LA DIMENSIÓN COLECTIVA DE LA INTERVENCIÓN: CONFIGURANDO EL CAMPO DE LA SOLIDARIDAD Y LAS CONEXIONES LOCAL-GLOBAL

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Justamente los fundamentos de la disciplina de Trabajo Social, en los procesos de transformación social que impulsa y acompaña, son los vínculos y los derechos. Es decir, por un lado, tiene su horizonte en la garantía de los derechos reconocidos por una comunidad política, bien en la distribución o bien en la creación – participada– de provisiones que permitan el ejercicio de las titularidades a las que dan acceso estos derechos y que son legítimamente reclamables; por otro lado, incide en la creación o reconstrucción de vínculos sociales entre los individuos, de las personas con la comunidad y de ésta con la sociedad. En este espacio se localiza la acción política de las personas y los movimientos sociales como sujetos colectivos con los que intervenimos (De Robertis, 2006). En este marco, el Trabajo Social participa de una práctica social distributiva, en términos de distribución de valores de uso entre individuos y grupos; y también de una práctica cultural, en la medida que participa en la producción, reproducción o transformación de símbolos y formas culturales. En definitiva, el Trabajo Social opera sobre aspectos materiales y simbólicos que intervienen en la reproducción social de los sujetos y las comunidades (Herrera-Gutiérrez et al., 2016). Ahora bien, la esfera comunitaria del Trabajo Social se construye a partir de “la imposibilidad de resolución individual de ciertas necesidades, lo que determina la creación de un espacio social donde las dimensiones de lo público, lo privado y lo estatal se entrecruzan de distintos modos y con distintos grados de formalización” (Aquin, 2003, p.124). Y es esta dimensión colectiva de los procesos reproductivos que implican lucha por derechos y provisiones la que garantiza su efectivo ejercicio, bien en el orden material (vivienda, infraestructuras, servicios, etc.) o simbólico (participación, formación, empoderamiento, etc.), donde el Trabajo Social contribuye fortaleciendo a las organizaciones sociales de distintos tipos y grados de formalización que tienen un claro enclave territorial.

En este sentido, la intervención de Trabajo Social con sujetos colectivos puede estar orientada, entre otros propósitos, a promover la constitución de actores sociales fortaleciendo sus capacidades: a) de lectura del contexto, b) de identificación y representación de intereses colectivos y c) de interlocución. En otros términos, se trataría de apostar por el mejoramiento de las capacidades organizativas y de representación real de los intereses agregados. Así pues, el Trabajo Social interviene tejiendo vínculos, conectando comunidades, así como fortaleciendo las solidaridades (Aquín, 2003; Herrera-Gutiérrez et al., 2016; Pastor Seller, 2019). No obstante, cabe destacar que la pandemia de la COVID-19 y sus consecuencia en el plano social, tales como la fragilidad de las condiciones de vida y la profundización de los procesos de vulnerabilidad social, viene mostrando una mayor dificultad por parte de la ciudadanía para acceder a bienes y servicios que provean un estándar de vida ajustado a las “promesas” del Estado de Bienestar en Europa (Barrera-Algarin et al., 2020; FOESSA, 2020). Este contexto de privación y fragmentación ha sido un importante motor de acciones colectivas y de participación en el ámbito de lo público, dando lugar a la creación de experiencias innovadoras que ponen énfasis en la dimensión comunitaria de los cuidados.

Es en este nuevo contexto en el que la acción colectiva con enclave en el territorio se presenta como un objeto de especial interés para el Trabajo Social, al menos por dos razones: a) porque en última instancia son un input que configura el campo profesional: la historia enseña que no hay política social sin un movimiento social capaz de imponerla (Bourdieu, 1999);y b) porque en la dimensión comunitaria, de necesaria revitalización para la profesión, se tejen estos espacios de re-ciudadanización (Herrera-Gutiérrez y Pastor Seller, 2018).

En definitiva, Trabajo Social promueve, con grupos y comunidades, transformaciones inclusivas, tanto de tipo material (bienes y servicios) como simbólicas (modificaciones en las relaciones sociales y los imaginarios), y que son el producto de la acción colectiva de sujetos sociales que cooperan en los territorios sociales de los que forman parte (Herrera-Gutiérrez et al., 2016; Herrera-Gutiérrez y Delgado, 2019).

Trabajo social digital frente a la Covid-19

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