Читать книгу Trabajo social digital frente a la Covid-19 - Paula Méndez Domínguez - Страница 21
3. MODELO DE INTERVENCIÓN Y FUNCIONES A DESEMPEÑAR DESDE EL TRABAJO SOCIAL
ОглавлениеA lo largo de la vida de una persona según Gamos, E. y Pazos, P. (2009), se producen crisis que hacen que se interrumpa la trayectoria que se seguía hasta el momento y provoca inestabilidad emocional, entre otras. El Trabajo Social utiliza una metodología de intervención donde se trabaja con personas en estado de crisis. La crisis según Bascuñan (2008), es un estado donde el organismo se ve alterado a nivel interno y externo. La persona no se ve capaz de resolver sus problemáticas y necesita un cambio de segundo orden para superarla. Siguiendo a Viscarret (2007, p. 313):
El modelo de crisis está dirigido a personas y/o familia o grupo para que puedan afrontar un suceso traumático de modo que las probabilidades de efectos negativos aminoren e incremente la posibilidad de crecimiento, de nuevas habilidades y perspectivas vitales.
De acuerdo con el autor, la intervención en crisis da una respuesta: activa, directa, rápida, breve, centrada y estructurada. La intervención vendrá condicionada en primer lugar, por la práctica profesional, es decir, dependiendo del lugar o institución donde se desarrolle la tarea profesional. Desde los servicios sociales comunitarios responden a dicha situación porque es de carácter prioritario. En segundo lugar, por el espacio profesional, lugar o área donde se coordine y se haga un seguimiento de la intervención. En tercer lugar, el perfil del profesional de Trabajo Social. En el caso de la crisis sanitaria, económica y social provocada por la COVID-19, nos encontramos ante una situación donde se precisa la actuación y atención integral, con una visión multidisciplinar desde equipos psicosociales, tales como psicólogos/as, trabajadores/as sociales y personal sanitario ofreciendo una atención personalizada. En síntesis, se puede decir que, de acuerdo con Ávila (1991), la intervención en crisis se clasifica dentro de las terapias breves de tiempo, que se apoya a la persona para que movilice sus propios recursos y solventar el problema. Las funciones a desempeñar van a depender, por un lado, de la fase en la que nos encontremos de la emergencia y, por otro lado, del sujeto que se ha visto afectado por el acontecimiento. Autores como Herrero (2011), establece tres fases que denomina pre-emergencia, emergencia y post-emergencia.
La fase de pre-emergencia, atendiendo en primera instancia a las personas afectadas, es necesario facilitar información sobre los derechos y deberes que tienen como ciudadanos/as. Así mismo, la organización y la preparación deben estar presentes para afrontar el impacto. De la misma manera, hay que valorar los sistemas de recursos que tienen disponibles, como se organiza la comunidad, si existen problemáticas de índole social, las redes de apoyo, entre otras. En segunda instancia, la orientación y el fortalecimiento de la principal fuente de apoyo, la familia de la persona afectada. En tercera instancia, el trabajo con la comunidad a través de programas de información, ejercicios de sensibilización y autoprotección. De la misma forma, es necesario, estudiar las variables socioeconómicas y culturales y prever posibles necesidades que la comunidad pueda tener en cuanto a prevención de riesgos. En cuarta instancia, otra variable es, las personas intervinientes, tanto los profesionales como el equipo de voluntariado y miembros de otras disciplinas se tienen que capacitar y planificar para la intervención dependiendo de los tipos de riesgo. En quinta y última instancia, los organismos han de elaborar mapas de riesgo, evaluar las debilidades y fortalezas, crear planes de emergencia, estudiar factores y problemáticas en la población para detectar necesidades (Herrero, 2011).
La fase de emergencia, el/la profesional del Trabajo Social tiene la función de acoger, acompañar y asesorar a las personas afectadas. En este momento, se aportan los primeros auxilios psicológicos y la atención de las necesidades básicas de urgencia, así como, vincular recursos de apoyo. Por lo que se refiere al contacto con la familia, la localización de los mismos y ofrecer información de la situación dada. Cuando se hayan producido pérdidas, la recepción, comunicación y reconocimiento de los éxitos y asistir en las fases del duelo son funciones propias del trabajo social. Simultáneamente hay que evitar los rumores que se puedan ocasionar dentro de la comunidad. Para llevar a cabo una intervención de carácter urgente es preciso elaborar un diagnóstico de la situación social y del contexto, identificando así el grado de afectación social. También, la organización y coordinación de los equipos y del personal interviniente ya que permite proporcionar una mejor valoración y control del caso. Finalmente, los organismos han de suministrar los recursos y servicios y ponerlos a disposición de la ciudadanía. Se tiene que hacer un balance de los daños ocasionados para así proporcionar la ayuda a través de programas, proyectos y planes (Herrero, 2011).
La fase de post-emergencia, se da una vez pasada la emergencia, el trabajo con las personas afectadas consiste en: asesorar y hacer terapia de crisis, evadir la pasividad y el sentimiento de victimización, aprovechar la situación para crecer y aprender para posibles crisis futuras. Es importante, que el suceso se integre en la vida de la persona que ha sufrido un periodo de crítico para así, recuperar el equilibrio y reducir los efectos psicosociales que pueden desencadenar. Para ello, la herramienta del informe social es de gran utilidad. A fin de recuperar el sistema de la familia, el asesoramiento y la terapia de crisis va a servir de apoyo para la restitución tras la emergencia. De la misma forma, la comunidad tiene que recibir información a través de programas, fomentar la reconstrucción del tejido social mediante procesos participativos que repongan el progreso local. Finalmente, los organismos se encargan de evaluar los servicios, recursos y procesos de intervención, promoviendo la eficiencia, es decir, con el menor coste posible (Herrero, 2011).