Читать книгу Trabajo social digital frente a la Covid-19 - Paula Méndez Domínguez - Страница 13
IV. DESIGUALDAD SOCIAL Y BRECHA DIGITAL
ОглавлениеLa pandemia de la COVID-19 ha revelado y acentuado las desigualdades existentes. La escasez de recursos afecta de manera diferencial a los grupos sin el capital social o económico para conseguir recursos. El aislamiento social se ha acrecentado por el cierre provisional de centros comunitarios, así como por la suspensión de los servicios de atención en el hogar, necesarios para asistir y apoyar a personas mayores, personas con diversidad funcional u otros grupos vulnerables. La desaparición de puestos de trabajo, así como el cierre de comedores sociales y escuelas, ha supuesto también una mayor inseguridad alimentaria (Banco Mun-dial, 2020). Los servicios sociales se han reducido, desgastando las redes de seguridad social, afectando a todas aquellas personas que dependen de servicios gubernamentales u ONG para cubrir las necesidades básicas (Berg-Weger y Morley, 2020). En este sentido, la situación sobrevenida ha empeorado las condiciones de vida para aquellas personas a las que suelen asistir los trabajadores sociales. De hecho, según los estudios revisados, el riesgo de exposición y contagio del virus incide más en las personas con bajos ingresos, en las mujeres y en las minorías, en los enfermos y en los marginados debido a que sus canales de trabajo, consumo y comunicación social están más o menos digitalizados (Rosalsky, 2020).
El acceso a las tecnologías de la información y de comunicación no es universal. Por este motivo es necesario comprender las desigualdades y dificultades que van ligadas a la práctica remota. Dominelli et al., (2021) recopilan la experiencia digital de los profesionales de la intervención social de dieciséis países, resumiendo los resultados obtenidos como una “bendición ambigua”; en el sentido de que el empleo de los medios digitales ha proporcionado un mayor campo de visión, flexibilización y formas de llevar a cabo el desempeño de nuestra profesión pero, al mismo tiempo, ha identificado dificultades para mantener los límites entre la vida personal y profesional así como inseguridades por la ausencia de protocolos claros, calidad o eficacia de la intervención y protección de datos.
La revisión internacional de la producción científica, alrededor del Trabajo Social, la transformación digital y la COVID-19, permite observar la clara disparidad entre las respuestas de países desarrollados y los países en vías de desarrollo, entre el mundo occidental y el oriental. Por ejemplo, en Europa o América del Norte el uso generalizado de las TIC está social-mente incorporadas a la vida diaria, sin embargo, en una gran parte de Latinoamérica, África o Asia las infraestructuras y el acceso a internet son escasas, deficientes e incluso inexistentes. Por este motivo, la brecha digital de acceso y de uso se hacen evidentes, limitando a aquellos sin dispositivos, sin conexión y sin capacitación digital y anulando las opciones de teletrabajo, de asistencia remota, de educación online y de socialización online. En suma, de las opciones que propone el universo digital, acrecentando el riesgo de contagio y vulnerabilidad.
Los estudios que recogen las experiencias de Trabajo Social y los testimonios de los profesionales consideran la brecha digital como el principal condicionante de sus intervenciones. Castillo de Mesa y López Peláez (2018) inciden en que la desigualdad digital comprende no solo el acceso a internet, sino también el uso, es decir, tener habilidades digitales para una mayor accesibilidad a recursos y beneficios.
En este sentido, debido a la pandemia los trabajadores sociales han sido más conscientes que nunca del acceso desigual de sus usuarios con capacidades especiales, como personas mayores y personas con diversidad funcional, en contextos de pobreza (Miller y Lee, 2020; Razai et al., 2020; Walter-McCabe, 2020), acentuándose la desigualdad social y brecha digital fruto de la pandemia (Farkas y Romaniuk, 2020).
La potencialidad de las herramientas digitales para el desempeño de la profesión queda evidenciada en cuanto estas contribuyen a mantener y crear capital social, promueven el bienestar psicosocial y la resiliencia (Castillo de Mesa et al., 2019), convirtiéndose en escudos de protección en estos tiempos de pandemia.