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1.1. Prácticas digitales durante la COVID-19

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Los desafíos introducidos por la pandemia están poniendo a prueba la resiliencia de nuestra disciplina mientras se intentan asentar las bases para el futuro del Trabajo Social. Las investigaciones y experiencias sobre la práctica digital comprenden desde la evaluación de necesidades, identificando hogares vulnerables, gestión y apoyo en los medios de vida, atención psicosocial, promoción y vinculación de los usuarios con los sistemas de recursos y derivación, hasta la educación, sensibilización y concienciación mediante difusión de información precisa y experta sobre el virus.

FaceTime y WhatsApp (llamada y videollamada) fueron las plataformas más comunes para interactuar con los usuarios independientemente del ámbito de intervención de los estudios. En cambio, Skype, Google Hangouts/Meet, Microsoft Teams y Zoom fueron utilizadas principal-mente para reuniones más formales y revisiones entre profesionales. Para compartir documentos confidenciales la herramienta más utilizada fue correo electrónico. La atención al usuario se realizó, alternativamente, a través de videollamadas y de mensajería instantánea, especialmente con padres, cuidadores y adolescentes. Estas prácticas digitales fomentaron el contacto más frecuente y menos prolongado en el tiempo en lugar de interacciones menos frecuentes y más duraderas (Pink et al., 2020, 2021).

En particular, estudios como el de Cook y Zschomler (2020a) o Munro (2020), enfocados al ámbito familiar, al bienestar y a la protección de los niños en el hogar, encontraron ciertas dificultades para mantener un contacto fluido y comprometido con los usuarios, especialmente con los niños más pequeños.

Cook y Zschomler (2020b) o Pink et al., (2020) presentaron las experiencias de los trabajadores sociales y cómo estos buscaron generar modos similares de intimidad e intervención mediante la videollamada, señalando que los medios digitales ofrecieron experiencias sensoriales útiles, aunque incompletas, de los entornos familiares que buscaban evaluar. También reflejaron que las prácticas digitales incorporaban modos alter-nativos de intimidad que podrían emplearse de manera complementaria. Compartir los entornos domésticos creó un cambio en el equilibrio de poder y, por lo tanto, una relación más equitativa (Mitchell (2020).

Cooner et al., (2020), Megele y Buzzi (2020) o Jeyashingham (2020), abordaron los desafíos éticos, legales, sistémicos y profesionales del empleo de los medios digitales, así como la supervisión de la actividad online en las redes sociales de los usuarios. Como señala Mishna et al. (2020) los medios digitales se implementaban en la práctica de manera combinada o informal antes de la pandemia, siendo fundamentales en la actualidad para el asesoramiento, intervención psicosocial y promoción de la salud mental.

Razai et al., (2020) y Brooks et al., (2020) demuestran en sus estudios que la pandemia ha producido efectos psicológicos adversos como ansiedad, bajo estado de ánimo, estrés, miedo, frustración y aburrimiento especialmente en los primeros meses de confinamiento debido a la restricción de movimientos, pérdida de conexiones sociales y empleo, ingresos económicos y preocupación por falta de acceso a servicios básicos, resaltando la importancia de brindar asesoramiento y terapia de forma remota para mejorar la salud y el bienestar de las personas al tiempo que se garantiza su seguridad y protección.

Berg-Weger y Morley (2020) han puesto de manifiesto las carencias tanto en personal del Trabajo Social Gerontológico, así como su habilidad y preparación para llevar a cabo la atención y asistencia telemática. En concreto, Mois y Fortuna (2020) subrayan la importancia de la educación gerontológica para intervenir mediante medios digitales y la preparación de futuros investigadores, profesionales y legisladores que se involucren en equipos terapéuticos digitales.

En este contexto, cabe señalar que el aprendizaje online en los programas de Trabajo Social ha aumentado en el transcurso de la última década (Davis et al., 2019). El impacto de la pandemia ha convertido estos medios digitales en herramientas necesarias para la enseñanza y el aprendizaje durante el confinamiento, poniendo en valor la necesidad de incorporar a los grados universitarios las competencias y herramientas digitales con las que poder desarrollar el Trabajo Social.

La mayor parte de la literatura publicada acerca de las prácticas digitales en el contexto educativo se centra en el uso de plataformas como Blackboard Collaborate, Microsoft Teams, Google Meets, Zoom, etc., para convertir el aula física en un aula virtual, dando así continuidad a los programas educativos. Las investigaciones en este ámbito están dirigidas a conocer y evaluar las percepciones de la comunidad educativa sobre la educación híbrida.

Los estudios que se han llevado a cabo durante el confinamiento ponen de manifiesto que la tecnología se convirtió en una parte integral de la vida de los estudiantes y del profesorado (Papouli et al., 2020), identificando estos cambios como una oportunidad para la creatividad de la práctica y la expansión de la educación y el aprendizaje (Mclaughlin et al., 2020). No obstante, Csoba y Diebel (2020) señalan que el profesorado no se sentía preparado para impartir sus clases vía online y que requerían de horas de trabajo extra que invertir. La falta de infraestructuras y de herramientas adecuadas para impartir y recibir clases ha sido uno de los mayores problemas asociados a la modalidad online, especialmente en países en vías de desarrollo (Banks et al., 2020).

De acuerdo con Amadasun (2020), la COVID-19 ha marcado diferencias sustanciales en el sector educativo y revelado las deficiencias de la práctica de Trabajo Social, especialmente en África. Onalu, Chukwu y Okoye (2020) evidenciaron, en su estudio sobre la educación en Nigeria, la falta de adecuación del currículo ha puesto de relevancia que los trabajadores sociales no fueron totalmente consecuentes con su rol durante la pandemia, apuntando importantes diferencias respecto a países occidentales.

Los estudios revisados demuestran que los trabajadores sociales son conscientes de que, especialmente en momentos de crisis, deben responder a las necesidades de la población, comprendiendo las secuelas emocionales y psicológicas de los cambios y procesos sociales que conllevan. Los trabajadores sociales contribuyeron a través del teletrabajo y la educación a aliviar los primeros instantes de la pandemia de los sistemas de salud, manteniendo la cobertura de las crecientes necesidades y contribuyendo al rastreo para detener la propagación del virus.

Trabajo social digital frente a la Covid-19

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