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1. NECESIDADES EMERGENTES

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Desde que el Gobierno de España, en uso de sus facultades, declarara el Estado de Alarma en todo el territorio. Según indica el Ministerio de Sanidad (2020a), con el objetivo de proteger la salud de la ciudadanía, contener la progresión de la enfermedad y reforzar el sistema de salud pública, la ciudadanía tuvo que asumir una situación de confinamiento en las viviendas y enfrentarse a una crisis que se extiende al ámbito económico, financiero, laboral y social. El 14 de marzo se limitó la libertad de circulación, únicamente para adquirir alimentos, acudir a los centros sanitarios, desplazamiento para ir al lugar de trabajo, cuidar de personas dependientes y otras actividades similares. También, la suspensión de la actividad educativa de manera presencial, pasando a la modalidad online (Real Decreto Ley. n.º 67, 2020).

La pandemia del Coronavirus según Vallejo (2020), ha cambiado nuestros comportamientos y valores como seres humanos y principalmente como ciudadanos/as. La autora hace referencia al psicólogo humanista, Abraham Maslow. De acuerdo con Cabezas (1998), la pirámide se divide en cinco niveles:

En primer nivel, se encuentra las necesidades que nacen de los impulsos y funciones corporales, como puede ser, por ejemplo: respirar, alimentarse, entre otros. Así, se ve reflejado en la idea de desabastecimiento de alimentos, causando inseguridad y pánico entre la población. En segundo nivel, la necesidad de seguridad y sentirse protegidos/as. La población necesita tener una sanidad que garantice la salud sin ser colapsada. De igual modo, que los cuerpos y seguridad del Estado velen por el cumplimiento de las normas. De manera similar ocurre con el empleo. Al cerrar las empresas, las personas asalariadas pierden su empleo o se ven afectadas por una suspensión temporal, dificultando así, la economía en los hogares. En tercer nivel, las necesidades sociales, así, por ejemplo, la amistad, pareja y familia vinculando la pertenencia a un grupo y reconocimiento. La necesidad de afecto cobra importancia, ya que al no tener contacto físico con los seres queridos se echa en falta. También la necesidad espiritual de enterrar a las personas fallecidas. En cuarto nivel, la necesidad de estima, es decir, ser considerados/as y valorados/as por el resto de las personas con capacidades y esencias propias. Se hace notable en el reconocimiento diario a los y las profesionales sanitarios/as, tiendas de comida, personal de transporte, entre otros. En quinto y último nivel, se encuentra la autorrealización, destacando la motivación y la plenitud de vida. La necesidad de participación, como muestran las iniciativas de apoyo en la fabricación de Equipos de Protección Individual (EPI) de forma casera, formación y entretenimiento a través de las redes sociales online.

En síntesis, se puede decir que, la población se enfrentó a una gran emergencia donde el número de afectados es muy elevado, se están movilizando recursos, las necesidades son mayores a la capacidad de respuesta, existe desorganización social, se han alterado los sistemas sociales funcionales como los medios de producción, circulación de personas, comida y ha desencadenado en un estrés colectivo (Consejo General de Trabajo Social, 2020).

Trabajo social digital frente a la Covid-19

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