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Siete islas

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Nos suelen preguntar cuál de las siete islas Canarias es la más bella, la preferida por los visitantes o la más interesante. La respuesta es sencilla: cada isla tiene su propia personalidad y sus propios rasgos, que hacen que merezca la pena visitarla.

El Hierro es la isla más pequeña y más occidental. Esta isla es la menos explotada turísticamente y la menos poblada. Para los excursionistas interesados en la botánica, la isla merece una estancia, pues muestra en poca extensión todos los pisos de vegetación (desde el cardonal-tabaibal junto a la costa a los pinares a 1500 m de altitud). En las vertientes oeste y sur encontramos grandes zonas de lava reciente pobladas por diferentes variantes de cardonal-tabaibal. Por encima, vemos el bosque termoesclerófilo (en este caso un sabinar), formado por árboles moldeados por el viento, entre ellos un ejemplar con la copa doblada hacia el suelo que ha devenido en símbolo herreño. La laurisilva se halla solo en restos en las laderas orientadas al norte sobre Frontera. En cambio, el fayal-brezal, con poderosos troncos de brezo y de faya macaronésica, está muy extendido en la meseta alta. En las vertientes meridionales se extienden bosques de pino canario. Una de las islas más jóvenes del archipiélago es La Palma, uno de cuyos volcanes, el Teneguía, se formó en 1971. En el sur de la isla se puede observar perfectamente la recolonización de los suelos volcánicos recientes. Pero su principal atracción botánica son los bosques de laurisilva del noreste, cerca de Los Tilos y Cubo de la Galga. En el Roque de los Muchachos (2426 m), su pico de mayor altitud, vemos el piso subalpino con su típica vegetación arbustiva. El limítrofe Parque Nacional de la Caldera de Taburiente se extiende con amplios pinares casi hasta el mar. También Cumbre Vieja, que apunta en dirección sur, alberga impresionantes bosques de pinos con bellas rutas de senderismo.

La Gomera es tras El Hierro la isla más pequeña del archipiélago y posee una forma casi redonda. El Garajonay (1417 m de altitud) es su mayor cumbre, cayendo hacia los costados en forma de valles. Al turismo le atrae especialmente el Valle Gran Rey, en el suroeste, conocido desde los años 70 por albergar una colonia hippie. También el valle de Hermigua, abierto al norte, presenta una vegetación diversa. El Parque Nacional de Garajonay es famoso por albergar el mayor bosque continuo de laurisilva.

La isla mayor, más poblada y de mayor altitud es Tenerife. Desde el punto de vista botánico, esta isla es también la más diversa, pues aquí encontramos todos los pisos de vegetación bien representados, desde las costas arenosas y rocosas hasta las regiones alpinas de la cumbre del Teide, careciendo únicamente de los vastos paisajes de dunas de las islas orientales. Tenemos extensas muestras de cardonal-tabaibal tanto en la vertiente sur como en una estrecha franja de la costa norte. El bosque termoesclerófilo está representado por el palmeral canario, por ejemplo en el Barranco de San Andrés, por almacigares, como cerca de Garachico, o el sabinar, sobre Afur. Los bosques de laurisilva y de fayal-brezal existen en las áreas de Teno y de Anaga, en las que los diversos senderos permiten observar especies de interés. Bosques de pino canario de todos los grupos de edad flanquean la cumbre entre La Laguna y el Parque Nacional del Teide. Como la silvicultura actualmente solo se practica a pequeña escala, en las últimas décadas los bosques han proliferado sin trabas. También en la vertiente sur, en torno a Vilaflor, o en la vertiente norte, sobre Aguamansa, podemos encontrar amplias poblaciones de pino canario. El Parque Nacional del Teide, con una buena red de senderos, alberga muestras de matorral subalpino.

Gran Canaria es después de Tenerife y Fuerteventura la isla de mayor extensión, siendo conocida sobre todo por la extensa zona de dunas de Maspalomas. La isla carece de grandes bosques de laurisilva, quedando unos pocos vestigios en el valle de Moya, si bien se está trabajando en su reconstrucción. Sin embargo, los bosques de pino del centro son impresionantes. El Pinar de Tamadaba da cobijo a una serie de peculiaridades botánicas que merecen la pena visitarse. A pesar de que Gran Canaria posee algunos picos elevados, la isla carece de los pisos alpino y subalpino en general. Algo especial, botánicamente, son los acantilados de Andén Verde, situados en el oeste de la isla.


El Roque Nublo (Gran Canaria)

Fuerteventura se halla situada a solo 120 km del continente africano, siendo en su mayor parte semidesértica, al igual que Lanzarote. Es la isla más antigua del archipiélago y está fuertemente marcada por la erosión y las formas paisajísticas suaves. El prolongado e intensivo pastoreo ha provocado que la isla se haya degradado en extremo. En el norte, cerca de Corralejo, observamos vastos paisajes de dunas con su flora característica, así como en el sur, en La Pared. La península de Jandía da cobijo a algunos interesantes endemismos y en su región montañosa también están presentes algunas especies de la laurisilva. En invierno, tras las esporádicas lluvias, toda la isla se vuelve verde y florida. Al noreste hallamos el islote de Lobos, que bien merece una excursión.

La isla de Lanzarote, la más nororiental, es apreciada por sus playas de arena negra y su clima con escasas precipitaciones, porque los alisios pasan por encima de ella. Desde el punto de vista botánico, destacan sobre todo las elevaciones septentrionales. El camino que discurre por las escarpadas pendientes de los Riscos de Famara hoy en día está cortado, pero muestra especies y panorámicas de gran interés. Frente a las costas septentrionales, la isla de La Graciosa es de fácil acceso, pero no así los pequeños islotes deshabitados. El Parque Nacional de Timanfaya muestra fenómenos de vulcanismo jóven, originados por potentes erupciones que se han ido produciendo desde 1730.

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