Читать книгу El aprendiz de conspirador - Pío Baroja - Страница 13
POR EL MONTE
ОглавлениеSe despidieron del filósofo pastor; volvieron a montar a caballo y, al paso, llegaron al puerto. Aquel era el Balcón de la Rioja. Una capa ligera de nieve cubría el monte. Corría por allá un vientecillo serrano, frío y agudo, que se metía hasta los huesos. Se divisaba desde arriba un gran espacio de tierra que parecía llano, a pesar de estar constituído por una serie de lomas y de cerros. Los caminos, blancos, serpenteaban por entre las colinas y altozanos apareciendo y desapareciendo, bordeados a trechos por árboles amarillos y sin hojas.
El Ebro brillaba en varios trozos diseminados por el campo, como pedazos de espejo, y algunas humaredas azules rastreaban por encima de las heredades, en el cielo rojo del crepúsculo.
Corito entró en una caseta abandonada de algún peón caminero que, sin duda, los blancos o los negros, o los dos a la vez, habían desvalijado.
—En último término, podíamos quedarnos aquí a pasar la noche—dijo Corito.
—¡Jesús, qué ocurrencia! ¡Qué barbaridad!—murmuró la vieja.
—No tengas miedo, Magdalena. Era una broma. Seguiremos andando hasta llegar a Laguardia.
—Dejemos que descansen los caballos y que coman un poco, aunque sea hierba, y en seguida nos pondremos en marcha—dijo Leguía.
—Bueno; esperaremos—repuso.