Читать книгу El aprendiz de conspirador - Pío Baroja - Страница 15
¡ALTO!
ОглавлениеSubieron la cuesta, y al avanzar por el raso de la muralla hacia la puerta de San Juan, el centinela les dió el alto.
—¿Quién vive?—gritó.
—España—contestó Leguía, con voz firme.
—¿Qué gente?
—Gente de paz.
—Adelante.
Avanzaron hasta la entrada y esperaron.
Se abrió la puerta y los viajeros pasaron a un corredor iluminado por un farolillo.
Un oficial se presentó.
—¿Quieren ustedes decirme adónde van?—dijo.
—Nosotros vamos a casa del señor Ramírez de la Piscina—contestó Corito.
—¿Y usted?
—Yo iré a la posada—dijo Leguía—; donde dejaré también los caballos.
—Los caballos pueden quedar en casa—advirtió la señora Magdalena.
—Bueno; pues iré yo solo.
—Entonces, cuando vuelva—advirtió el oficial—llame usted. El parador está fuera de puertas y tiene usted que pasar de nuevo por aquí.
—Llamaré. Muchas gracias.
Entraron en el pueblo los jinetes y llegaron hasta la calle Mayor. Se detuvieron delante de una casa baja con gran alero artesonado, balcón saliente y puerta ojival, con escudo en la clave.
Leguía saltó del caballo, y dió tres aldabonazos sonoros.
—¿Quién es?—dijo una voz de mujer desde la ventana.
—Soy yo, Corito—contestó a la muchacha.
Pasado algún tiempo se oyó el chirriar de un cerrojo y dos o tres personas se asomaron al postigo. Hubo abrazos y besos entre Corito y los de la casa. Un hombre abrió la puerta por completo e hizo pasar adentro los tres caballos. Luego la cerró y dejó solamente el postigo entornado.
Corito alargó la mano a Leguía, y le dijo:
—¡Muchísimas gracias por todo! Hasta mañana, ¿verdad?
—Sí; hasta mañana.
Leguía saludó con el sombrero de copa muy finamente y quedó un rato mirando la fachada de la casa, en la obscuridad. La ventana, iluminada en aquel momento, del segundo piso, le atraía. Pasó una sombra por ella; luego se apagó la luz.
Leguía se acercó al portal de San Juan y salió fuera de la muralla. La bóveda celeste palpitaba llena de estrellas. El joven aspiró con fuerza el aire frío de la noche; después se acercó al parador, cuyo zaguán estaba iluminado, y entró en él.