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EL FAMOSO AVIRANETA

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El famoso Aviraneta, el célebre Aviraneta, así le llaman los papeles de su tiempo, era un infame, un bandido, un miserable. ¿Por qué? Aviraneta era uno de esos hombres íntegros personalmente, que buscan los resultados sin preocuparse de los medios; Aviraneta era un político que creía que cada cosa tiene su nombre, y que no hay que ocultar la verdad, ni siquiera aderezarla.

En las sociedades anémicas, débiles, no se vive con la realidad; se puede poner la mano en todo menos en los símbolos y en las formas. Así, los reyes y los conquistadores se han llegado a reir de lo humano y de lo divino; pero han tenido que respetar las ceremonias y los ritos. El cinismo contra el ceremonial es el que menos se perdona.

Aviraneta quiso ser un político realista en un país donde no se aceptaba más que al retórico y al orador. Quiso construir con hechos donde no se construía más que con tropos. Y fracasó.

Entre tanto charlatán hueco y sonoro como ha sido exaltado en la España del siglo xix, a Eugenio de Aviraneta, hombre valiente, patriota atrevido, liberal entusiasta, le tocó en suerte en su tiempo el desprecio, y después de su muerte, el olvido.

Si hoy pudiera enterarse de ello, probablemente no le preocuparía gran cosa. El vivió su época, con sus odios y sus cariños, con sus grandezas y sus ñoñerías, y vivió con intensidad. No debió dar gran importancia al mundo del pasado ni al mundo del porvenir...

Después de leer los cuadernos de Leguía y de orientarme un poco en la historia contemporánea española, ya algo encariñado con el tipo de Aviraneta, no sé si por razón de parentesco familiar y espiritual, o por verlo tan maltratado en algunos libros viejos, me determiné a publicar estas Memorias.

Llena los huecos que había dejado Leguía en su relato, ajusté la narración a un orden cronológico más riguroso, cambié el orden de los capítulos e intenté explicar los pasajes obscuros.

El aprendiz de conspirador

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